El Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, celebró hoy 31 de diciembre una Misa en memoria del Papa Benedicto XVI, a dos años de su muerte, recordando que él descubrió en la Palabra de Dios el verdadero “sentido de la vida humana”.

“En la palabra de Dios vivo él encontró aquella verdad que los seres humanos anhelan en lo más profundo de su corazón. En su constante orientación hacia la verdad de la palabra de Dios, el Papa Benedicto XVI nos enseñó de manera creíble cuál es el sentido de la vida humana”, indicó en su homilía pronunciada esta mañana en las Grutas Vaticanas, en el altar de la tumba de San Pedro, en el Vaticano.

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El Papa Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022 a los 95 años, es recordado como un brillante teólogo y defensor de la fe, que promovió la reconciliación entre fe y razón. Su humilde renuncia al pontificado en 2013, mostró su profundo sentido de responsabilidad pastoral. Retirado a la oración, dejó un legado de servicio, sencillez y amor por la verdad.

En su homilía de este martes, el Cardenal Koch resaltó que en el centro de la vida y la obra de Benedicto XVI “está la Palabra, este sentido de Dios”. “Pero esta palabra no es abstracta ni pura teoría, sino que el Evangelio dice que esta Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”.

Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa
Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa

“Por lo tanto, la palabra de Dios tiene un rostro concreto, nos mira y nos otorga dignidad, la cual es la más alta dignidad de los seres humanos. Y, porque tiene rostro, un nombre, se llama Jesús de Nazaret, el Emmanuel, el Dios con nosotros. En Él, Dios mismo mostró su verdadero rostro y nos otorgó su amor. Por eso entendemos que, para Benedicto XVI, el Logos, la Palabra de Dios, está profundamente relacionada con el amor: Dios mismo es amor, Deus caritas est”, continuó el Purpurado.

Benedicto XVI vivió y predicó que este amor divino “nos hace inmortales” y que en el amor de Dios reside “la razón última por la cual, en la vida humana, la última palabra nunca puede ser la muerte, sino el amor de Dios”. Para él, el cielo es la “consoladora promesa de Dios”, un lugar abierto para todos.

“El cielo, para el Papa Benedicto, es, por tanto, una realidad profunda, comunitaria. El cielo no conoce el aislamiento; es la comunidad abierta de los santos, por lo tanto, el cumplimiento de toda convivencia humana, que no es competencia, sino consecuencia de la pura apertura al rostro de Dios. De ahí que sea completamente evidente que la confesión cristiana de la vida eterna no es otra cosa que la confesión de que Dios es real”, afirmó el Cardenal Koch.

Misa en memoria del Papa Benedicto XVI en las Grutas Vaticanas, en el altar de la tumba de San Pedro, en el Vaticano, el 31 de diciembre de 2024. Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa.
Misa en memoria del Papa Benedicto XVI en las Grutas Vaticanas, en el altar de la tumba de San Pedro, en el Vaticano, el 31 de diciembre de 2024. Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa.

El objetivo principal del Papa Benedicto XVI: "Poner a Dios en el centro de la atención"

En sus propias palabras, resumió su misión: "Poner a Dios en el centro de la atención". En un mundo donde Dios es a menudo olvidado o percibido como innecesario, el Pontífice recordó que “no podía haber mayor prioridad que la de permitir al ser humano de hoy acceder a Dios, a su verdad y belleza”.

Esta centralidad de Dios, que constituye el legado duradero de la teología de Benedicto XVI, indefectiblemente abarca hablar de la vida eterna. “Quien dice Dios, también dice vida eterna, porque a quien Dios ama, le da parte de Él mismo, de su eternidad”, especificó el Cardenal Koch.

“La confesión de Dios lleva de manera inevitable a la fe en la vida eterna, porque, sin respuesta a la búsqueda del hombre por Dios, la muerte seguiría siendo un enigma cruel”, explicó el purpurado.

Cardenal Kurt Koch rezando ante la tumba del Papa Benedicto XVI. Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa
Cardenal Kurt Koch rezando ante la tumba del Papa Benedicto XVI. Crédito: Daniel Ibáñez - ACI Prensa

A la luz de la fe cristiana, recuerda el Cardenal Koch, “la vida eterna no comienza sólo después de nuestra muerte, sino que ya comienza ahora, en nuestra vida terrenal”.

“En el momento más profundo y hermoso de nuestra vida, nos es dado en la celebración de la Santa Eucaristía, como la medicina de la inmortalidad, que nos da una experiencia anticipada de la vida eterna”, aseguró.

La homilía concluyó con un llamado a la esperanza en la eternidad, donde, según el Papa Benedicto XVI, la muerte no es el final, sino “un paso al Dios vivo”. Como recordó el Cardenal Koch, Benedicto XVI vivió su fe hasta el final, pronunciando como última palabra: ‘Señor, te amo’”.

“Nosotros, en cambio, aún vivimos en el atrio de la eternidad y ofrecemos nuestra gratitud por la vida y obra del Papa Benedicto XVI en la gran oración de acción de gracias de la Iglesia, en la Eucaristía que estamos celebrando”, agregó el purpurado, invitando a los fieles a unirse en la esperanza de que, como él mismo enseñó, “la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad”.