El sacerdote español del Opus Dei Ignacio Belzunce, de 54 años, se encuentra hospitalizado en estado grave tras un accidente de bicicleta el pasado 25 de diciembre.

En la mañana de Navidad, el sacerdote navarro, capellán del colegio Orvalle de Madrid, sufrió una fuerte caída cuando montaba en bicicleta por la zona de Fuencarral-El Pardo, a las afueras de la capital, en un camino del Santuario de Nuestra Señora de Valverde.

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Los servicios de emergencia informaron que el presbítero perdió el control en una bajada, derrapó y se cayó de la bicicleta, golpeándose en la cabeza, lo que le ha provocado un traumatismo craneoencefálico.

Dos testigos que se encontraban en las inmediaciones alertaron a los servicios de emergencia. A su llegada, los miembros del Samur-Protección Civil encontraron al P. Ignacio Belzunce en estado de coma. 

Ante la gravedad de la situación, procedieron a intubarlo y fue trasladado con urgencia al Hospital de La Paz de Madrid. Los médicos confirmaron que el sacerdote, ciclista experimentado, padece una lesión cerebral muy severa que presenta muchas pequeñas hemorragias cerebrales.

El P. Ignacio y la pequeña María

El P. Ignacio Belzunce fue durante 12 años capellán del colegio femenino Montealto de Madrid, vinculado también al Opus Dei, escenario de un trágico accidente ocurrido en noviembre de 2021.

Una madre del colegio, al intentar dar marcha atrás para aparcar su coche, de manera accidental se desplazó hacia delante arrollando a tres niñas. Dos de ellas fueron hospitalizadas en estado grave y la menor de ellas, María, de tan sólo 6 años, murió en el acto.

La madre de María pudo abrazar a su hija y despedirse de ella antes de que falleciera. Luego, se levantó para ir a abrazar a la mujer que había atropellado a su hija, en señal de perdón, un gesto que conmovió a todos los testigos del trágico accidente. 

El P. Ignacio contó que al enterarse de lo ocurrido salió “inmediatamente”: “Me arrodillé junto a la pequeña María y le cogí la mano y le hice la señal de la cruz y comencé a rezar”, dijo en una entrevista con el diario El Mundo.

Días más tarde, los padres de María escribieron una carta en la que pidieron a la mujer que conducía el coche “que se abandone en el Señor para darse cuenta que no tiene culpa alguna y que aunque sea incomprensible Nuestro Dios lo ha permitido para sacar bienes mayores”. 

Según la autopsia, María murió a causa de un traumatismo craneoencefálico y la fractura de varias costillas. Diversas plataformas católicas, familiares y amigos del sacerdote han iniciado una cadena de oración por su recuperación, pidiendo especialmente la intercesión de la pequeña “Mariquilla”.