La Eucaristía, según enseña la Iglesia Católica, es “fuente y culmen de toda la vida cristiana”. Los católicos, especifica el Catecismo, deben recibirla “al menos una vez al año… durante el tiempo pascual, a no ser que por causa justa se cumpla en otro tiempo dentro del año”. Pero sobre la forma de recibirla hay diferentes preferencias entre los creyentes: ¿En la mano o en la boca? ¿De pie o de rodillas?
La reciente pandemia de COVID-19 agitó aún más las aguas. Aduciendo el cuidado de la salud y la prevención de los contagios, episcopados en diferentes partes del mundo establecieron lineamientos de diversos tipos, y algunos llegaron a restringir la recepción de la Comunión en la boca.
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Pero, ¿qué enseña la Iglesia sobre la forma de recibir la Comunión?
Las instrucciones de la Iglesia
La instrucción general del Misal Romano —que guía la celebración litúrgica del rito católico latino—, en su numeral 160, establece que “los fieles comulgan estando de rodillas o de pie, según lo haya determinado la Conferencia de Obispos. Cuando comulgan estando de pie, se recomienda que antes de recibir el Sacramento, hagan la debida reverencia, la cual debe ser determinada por las mismas normas”.
A continuación, en el numeral 161 se lee: “Si la Comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el sacerdote, teniendo la Hostia un poco elevada, la muestra a cada uno, diciendo: El Cuerpo de Cristo. El que comulga responde: Amén, y recibe el Sacramento, en la boca, o donde haya sido concedido, en la mano, según su deseo. Quien comulga, inmediatamente recibe la sagrada Hostia, la consume íntegramente”.
En la instrucción Redemptionis Sacramentum —“sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía”—, publicada en 2004 por la Congregación —hoy Dicasterio— para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos del Vaticano, se ahonda en esas indicaciones del Misal Romano.
“Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca, si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia”, señala el documento vaticano.
“Sin embargo —precisa—, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano”.
Partiendo de los lineamientos de la Iglesia Católica, tres sacerdotes compartieron con ACI Prensa su perspectiva al respecto y sus consejos sobre cómo los fieles católicos pueden recibir la Comunión.
“Buscar la unidad”
El P. Luis Fernando Valdés, doctor en Teología y catedrático de la Universidad Panamericana en Ciudad de México, considera que ante “cuestiones controvertidas, polarizadas” como la de la Comunión en la boca o en la mano, “siempre hay que levantar la mirada hacia el origen, hacia Cristo”.
“La Eucaristía es el sacramento de la unidad… todos los que comemos el mismo pan, formamos el mismo cuerpo. Ese es el principio (sobre el) que tenemos que ver toda esta situación… Sobre la Eucaristía, más que pelear, tenemos que buscar la unidad”, dijo recordando las palabras de San Pablo
Según el sacerdote, la devoción y la reverencia al comulgar provienen de entender que lo que se recibe es “el cuerpo de Cristo, la realidad misma de Cristo, y no simplemente un símbolo”, y este entendimiento llevó a que durante siglos se recibiera de rodillas y en la boca. “De rodillas: adoración, Dios es más grande que yo. En la boca: yo no soy el que se apropia del cuerpo de Cristo, es Cristo el que se dona a mí”, explicó.
Sin embargo, dijo, la “Iglesia, en su sabiduría, recomendando esto, está abierta a muchas posibilidades, de manera que hablar de abusos, pues ya creo que no es lo propio, dado que hay esa autorización”.
Lejos de entrar en polémicas, el P. Valdés animó a buscar “la raíz: reconocer a Cristo, adorar a Cristo, seguir con fidelidad a la Iglesia. ¿Y cuál es la regla? Pues demostrar la devoción y la adoración, su máxima expresión, la que uno puede dar”.
Los católicos, señaló, debemos “seguir la orientación de la Conferencia Episcopal, que da la normativa, y ese es el amplio campo de libertad de los cristianos”.
“Una confesión de fe”
Para el P. Francisco Torres, experto en Liturgia de la Diócesis de Plasencia (España), “recibir la Eucaristía en la boca y de rodillas es una confesión de fe”.
“Al final todo responde al trato que se le da a Jesucristo si uno cree si está realmente presente o no en la Eucaristía”, sostuvo.
Para el P. Torres, la controversia sobre cómo recibir la Comunión “viene por el trato que le demos al Señor y también por ese afán de antropologizar mucho toda la cuestión del culto litúrgico, quitándole esa solemnidad y ese trato exquisito que Dios debería recibir en él”.
“Creemos realmente que está Jesucristo presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Santísimo Sacramento y por eso hacemos un gesto de adoración y de humildad, poniéndonos de rodillas y abriendo la boca. ¿Por qué? Porque el fiel laico no es digno de tomar con sus manos el Cuerpo Santísimo del Señor, porque solamente las manos consagradas del sacerdote pueden tocar el cuerpo de Cristo”.
Sobre las desventajas de comulgar en la mano, el P. Torres apuntó a “la trivialización del sacramento, aparte de que es más alto el riesgo de profanación y sacrilegio por el robo de la Sagrada Forma, o porque se pueda caer alguna partícula al suelo si se hace en la boca que si se hace en la mano”.
El experto en Liturgia anotó luego dos dimensiones que se deben tener en cuenta para recibir la Comunión. La primera, dijo, es la dimensión interna, que se refiere a que “la Eucaristía se debe recibir en gracia, bien confesados, sin pecado mortal, con una buena disposición, con amor, con afecto, con cariño, sabiendo a quién vamos a recibir. Esa es la disposición interna y esto se refleja en una disposición externa”.
“La disposición externa es conforme a la tradición de la Iglesia... de rodillas y en la boca. Quien no puede hacerlo de rodillas, pues la Iglesia misma en la rúbrica del Misal dice que al menos se haga un gesto de reverencia antes de comulgar”.
“No es un dogma la manera en cómo se comulga”
Para el sacerdote mexicano Alberto Medel, especialista en Teología Sacramentaria y coordinador del Comité Teológico del Colegio de Exorcistas de la Arquidiócesis de México, tanto en quienes defienden la Comunión en la boca o en la mano observa “una sincera devoción a la Santísima Eucaristía”.
Para el P. Medel, en esta polémica el punto fundamental es determinar “si se comulga ‘por’ devoción o se comulga ‘con’ devoción”.
“Comulgar por devoción es hacer de la Eucaristía un objeto (...) me estoy refiriendo a cosificar la Eucaristía, a instrumentalizar la Eucaristía”, explicó.
“Cuando la Eucaristía se convierte en el objeto de nuestra devoción, en realidad cometemos un grave error, porque la Eucaristía no es un objeto devocional… A la Eucaristía se acerca uno con devoción. Es otra cosa. Es este sentimiento que nace de la fe”, dijo.
“La devoción es un sentimiento consecuencia de la fe, de la verdadera fe. Por lo tanto, cuando yo me acerco a comulgar con devoción, la postura o la forma en que voy a recibir la Eucaristía va a ser en realidad secundaria, porque si yo voy con devoción, con devoción la recibiré directamente en la boca, con devoción la recibiré directamente en la mano”.
“Si esta es la actitud con la que me acerco a comulgar, entonces no veo realmente el problema”, dijo.
Cuando se comulga solamente por devoción, señaló, se puede llegar a un punto en el que “los dos extremos al final siempre se tocan: Tanto el que exagera la comunión directamente en la boca como el que por displicencia o por desprecio o por banalidad pide recibir la Comunión en la mano, porque tanto uno como el otro pueden cojear de la misma pata”, advirtió.
“No es un dogma la manera en cómo se comulga”, precisó, sino que “lo que es dogmático es que debemos comulgar, que debemos alimentarnos del Señor. Y para alimentarnos del Señor tenemos que empezar por escuchar Su Palabra, por unirnos a su sacrificio sacerdotal y expresar esta plena unión de fe en la Comunión sacramental”.