El Papa Francisco hizo historia al convertirse ayer en el primer pontífice que visita la isla de Córcega, un viaje enmarcado en el congreso sobre piedad popular en el Mediterráneo, desde donde propuso una “sana laicidad” que garantice la actuación política sin instrumentalizar la religión.
Este breve pero intenso viaje, el número 47 de su pontificado en el que no faltaron momentos de cercanía con la población e improvisaciones en sus discursos, culminó con una reunión con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
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El encuentro privado, que tuvo lugar en una sala del aeropuerto de Ajaccio, se celebró apenas una semana después de la reapertura de la catedral de Notre-Dame de París, evento al que el Santo Padre declinó asistir.
Fue el Papa Francisco quien confirmó personalmente que no acudiría a la ceremonia del pasado 7 de diciembre, celebrada tras el devastador incendio de 2019 y que estuvo colmada de personalidades y jefes de estado. Ese mismo día, el Papa Francisco presidió un consistorio en el Vaticano donde creó 21 nuevos cardenales.
En la reunión a puerta cerrada en el aeropuerto “Napoleón Bonaparte” de la capital corsa, Emmanuel Macron, quien se desplazó expresamente para este encuentro, agradeció la presencia del Pontífice “en nombre de Córcega y de Francia”.
Durante 40 minutos abordaron diferentes asuntos de relevancia internacional, posando su mirada en la guerra en Tierra Santa y el Líbano y expresando su deseo de un alto al fuego inmediato en la Franja de Gaza.
La invasión rusa en Ucrania también fue uno de los temas sobre la mesa, así como la situación en Siria tras la caída de Al Assad, donde ambos desearon ver una transición política “justa e inclusiva” que respete a las minorías.
Asimismo, expresaron su pesar por la pérdida de vidas humanas en las islas francesas Mayotte a causa de un grave ciclón, al que el Pontífice hizo referencia en el rezo mariano del Ángelus durante su encuentro con obispos, sacerdotes y religiosos de la isla mediterránea.
Emmanuel Macron también hizo entrega al Papa Francisco de un libro dedicado a la catedral de Notre-Dame. Por su parte, el Pontífice le correspondió con varias medallas de su pontificado y documentos magisteriales.
En concreto, le invitó a leer su exhortación apostólica Gaudete et Exultate, especialmente el texto que hace referencia a la oración de Santo Tomás Moro para no perder el sentido del humor, una oración que el Papa Francisco repite cada día.
“Dame, Señor, el sentido del humor / Concédeme la gracia de comprender las bromas, / para que conozca en la vida un poco de alegría y / pueda comunicársela a los demás”, dice la parte final de la plegaria que el Santo Padre considera es “muy hermosa”, como dijo en 2020.
El Papa Francisco no realiza rueda de prensa en el avión
Por primera vez en su pontificado, el Papa Francisco no concedió la habitual rueda de prensa a los periodistas que le acompañaron en el vuelo de regreso a Roma tras su visita a Córcega.
El Pontífice se limitó a agradecerles su presencia y destacó que Córcega es una tierra “de niños”. “Me alegró ver a un pueblo que hace niños: éste es el futuro”, afirmó.
Antes de volver a su asiento del avión, los periodistas de AIGAV (Asociación Internacional de Periodistas Acreditados en el Vaticano), le regalaron una tarta por su 88 cumpleaños, que celebrará mañana, 17 de diciembre.
El Obispo de Córcega, el Cardenal Francisco Javier Bustillo, aseguró que el Papa Francisco ha dejado “una huella imborrable en nuestra historia. Allí estaban el júbilo, la comunión y la esperanza”, escribió en sus redes sociales.