Durante su encuentro con sacerdotes, religiosos, consagrados y seminaristas, segundo evento de su breve visita a Córcega, el Papa Francisco subrayó que es esencial “cuidar de sí mismos”, para poder así cuidar de los demás.
Antes de su llegada a la catedral de Santa María Asunta, el Papa Francisco bendijo desde el papamóvil a la gente que a su paso le saludaba con cariño.
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"La pobreza en una bendición"
Después de agradecer la “vida entregada”, el trabajo y compromiso, así como el testimonio de los sacerdotes y religiosos, el Santo Padre recordó que la gracia de Dios “es el fundamento de la fe cristiana y de toda forma de consagración en la Iglesia”.
A continuación, hizo alusión a los “problemas y desafíos relacionados con la transmisión de la fe” presentes en el contexto europeo.
Precisó que los religiosos de Europa “lo experimentan cada día, descubriéndose pequeños y frágiles; no son muchos, no tienen medios poderosos; los ambientes en los que trabajan no siempre se muestran favorables para acoger el anuncio del Evangelio”.
Aclaró que esta “pobreza” es una “bendición” que enseña que la misión cristiana “no depende de las fuerzas humanas, sino sobre todo de la obra del Señor, que siempre trabaja y actúa con lo poco que podemos ofrecerle”.
Por ello, les animó a poner a Dios en el centro, y no a ellos mismos. “Esto es algo que quizá cada mañana, cuando sale el sol, cada pastor, cada consagrado debería repetir en la oración: también hoy, en mi servicio, que no esté yo en el centro, sino Dios”. Advirtió además sobre un peligro de la mundanidad, que es la vanidad”, mirarse demasiado a sí mismo.
Caminando con el Señor, continuó el Pontífice, “cada día se nos presenta una pregunta esencial: ¿cómo estoy viviendo mi sacerdocio, mi consagración, mi discipulado?”. En tono de humor, pidió a los religiosos no olvidarse de “su jefe”, es decir, el Señor.
“No se vive de rentas con el Señor"
En este contexto, subrayó que es esencial “cuidar de sí mismos”, para poder así cuidar de los demás, “porque la vida sacerdotal o religiosa no es un ‘sí’ que hemos pronunciado una vez y para siempre”.
“No se vive de rentas con el Señor. Por el contrario, la alegría del encuentro con Él debe renovarse cada día; a cada momento es necesario volver a escuchar su voz y decidirse a seguirlo”, precisó.
El Papa Francisco remarcó que “un religioso que se entrega, se desgasta, trabaja por el Reino de Dios, más necesario es también que cuide de sí mismo”, y advirtió que un sacerdote, una religiosa, un diácono que se descuida “también terminará por descuidar a quienes le son encomendados”.
Por eso, les propuso una “regla de vida” que incluya la cita cotidiana con la oración y la Eucaristía, el diálogo con el Señor, cada uno según su propia espiritualidad y su propio estilo.
“Hay que tenerle miedo a esas personas que están siempre activas, siempre en el centro, que quizá por demasiado celo nunca reposan, nunca toman una pausa para sí mismos. Eso no es bueno, se necesitan espacios y momentos en los que cada sacerdote y cada consagrado cuiden de sí mismos”, aclaró.
También les exhortó a vivir la fraternidad, a llevar a Jesús a los demás, a dar a los corazones la consolación del Evangelio, y a no tener miedo de cambiar, “de revisar los viejos esquemas, de renovar el lenguaje de la fe, aprendiendo al mismo tiempo que la misión no es cuestión de estrategias humanas”, sino cuestión de fe, de pasión por el Evangelio y por el Reino de Dios”.
El Papa Francisco pidió también evitar la amargura, así como la envidia, un “vicio amarillo”, y el chisme. En especial a los sacerdotes invitó a perdonar todo, y a "perdonar siempre", sin "torturar a la gente en el confesionario".
“Aun en los momentos de cansancio o desánimo, no se rindan. Preséntenle sus corazones al Señor; Él se manifiesta y se deja encontrar si cuidan de sí mismos y de los demás. De esta manera, Él ofrece consuelo a aquellos que ha llamado y enviado. Sigan adelante con valentía, Él los colmará de gozo”, les animó el Papa Francisco.
El Papa Francisco pide por la paz en Oriente Medio
Antes de recitar la oración mariana del Ángelus, el Santo Padre se detuvo para recordar a las regiones que sufren la violencia de la guerra, especialmente en Tierra Santa, “donde la Virgen María dio a luz a Jesús”. También invitó a rezar por todo Oriente Medio, por Palestina, Israel, el Líbano, Siria y Myanmar.
“La Santa Madre de Dios obtenga su santa paz por el pueblo ucraniano y por el ruso, para que se entiendan”, dijo el Papa Francisco.
Por último, reiteró que la guerra es siempre “una derrota”, incluso las que se dan "en las parroquias y comunidades religiosas".