La escritora J.K. Rowling habló esta semana sobre el duro trato que ha recibido —incluidas “miles de amenazas de asesinato, violación y violencia”— por atreverse a hablar en contra de los peligros de la ideología de género.
“Una mujer trans publicó la dirección de la casa de mi familia con una guía para fabricar bombas”, revela la autora británica de los libros de Harry Potter en una publicación en las redes sociales que se volvió viral el 2 de diciembre, refiriéndose a un tipo de ataque en línea conocido como “doxxing”, que tiene como objetivo poner en peligro a alguien al revelar públicamente dónde vive.
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“Mi hija mayor fue blanco de un destacado activista trans que intentó hacerle doxxing personal suya y terminó haciendo doxxing a la joven equivocada”, añade Rowling.
“Podría escribir un ensayo de veinte mil palabras sobre las consecuencias que esto ha tenido para mí y mi familia, y lo que hemos soportado no es NADA comparado con el daño causado a otros”.
La declaración de Rowling se produjo en respuesta a un informe del 26 de noviembre en The New York Times en el que algunos activistas transgénero hablan críticamente de las tácticas “confrontacionales” adoptadas por “las voces más partidarias de todo o nada en su movimiento”.
Rowling se mostró en desacuerdo con que la citaran como ejemplo de alguien que ha sido blanco de “críticas implacables”, una descripción que, en su opinión, minimiza deliberadamente la gravedad del abuso que ella y otros han tenido que soportar.
Como señala Rowling, “muchos han perdido sus medios de vida”, además de haber sido cancelados, amenazados y condenados al ostracismo, y “algunos han sido agredidos físicamente por activistas trans”.
Y continúa: “Mujeres políticas se han visto obligadas a contratar seguridad personal por consejo de la policía. La noticia de que a una de las principales endocrinólogas del Reino Unido, la Dra. Hillary Cass, se le haya recomendado no viajar en transporte público por su propia seguridad debería avergonzar a todos los que permitieron que esta locura se descontrolara”.
El artículo del Times refleja el tipo de introspección que algunos miembros de la izquierda están haciendo ahora a raíz del amplio apoyo a Donald Trump y su abrumadora victoria en las elecciones presidenciales de noviembre.
Un caso que llegó a la Corte Suprema de Estados Unidos el miércoles en relación con la prohibición de Tennessee de los procedimientos de transición de género para niños también ha puesto de relieve la ideología transgénero radical. La ley fue una respuesta a una investigación de 2022 dirigida por Matt Walsh de The Daily Wire, que grabó a profesionales médicos del estado hablando de los procedimientos transgénero como "una gran fuente de ingresos" y presionó a los médicos para que ignoraran sus creencias religiosas o se enfrentaran a "consecuencias".
"Ahora el panorama político ha cambiado, y algunos que han estado disfrutando de sus propios suministros se están despertando con una resaca increíble", bromea Rowling en su publicación en las redes sociales.
“Han empezado a preguntarse si llamar ‘nazis’ a las feministas de izquierdas que querían centros para atención de violaciones sólo para mujeres era una estrategia inteligente”, continúa. “¿Tal vez los padres que argumentan que los niños no deberían robarles a sus hijas oportunidades deportivas tengan algo de razón? Tal vez dejar entrar a cualquier hombre que diga ‘soy una mujer’ al vestuario con niñas de doce años podría tener un lado negativo, después de todo”.
El cambio de actitud en Estados Unidos se produce años después de que el país de Rowling comenzara a dar marcha atrás en su aceptación de la ideología transgénero, lo que culminó con el cierre en 2022 del Servicio de Desarrollo de la Identidad de Género de Tavistock, que se ocupaba de niños de tan solo 10 años, provocado por la indignación de los padres y otras personas. Como afirmó The Economist en su momento: “La marea en Gran Bretaña parece estar volviéndose en contra de los grupos que defienden la creencia de que la identidad de género triunfa sobre todo lo demás, y en favor de mantener el apoyo a los derechos basados en el sexo y a la medicina basada en la evidencia”.
Denunciantes alegaron que la clínica estaba bajo presión de activistas transgénero para impulsar el proceso de transición, sin dar suficiente importancia al historial de salud mental de los pacientes.
Estudios recientes en Estados Unidos hablan de los peligros que entraña para los niños y adolescentes tomar decisiones que alteran sus vidas en relación con sus cuerpos. Muchos adultos que experimentaron disforia de género en el pasado afirman que sus sentimientos se resolvieron al llegar a la edad adulta, lo que plantea serias dudas sobre el impacto a largo plazo de dichas intervenciones.
“Los activistas de género de Estados Unidos tienen un control increíblemente estricto sobre la política, los medios de comunicación, las corporaciones, las instituciones médicas y más del país”, dijo a principios de este año la periodista Mary Margaret Olohan, autora de un libro reciente sobre el tema, al Register.
“Aun cuando vemos que los países europeos toman medidas para proteger a los niños de estos procedimientos irreversibles, nuestras propias instituciones médicas y profesionales médicos parecen estar haciendo la vista gorda ante lo que sucede en el mundo que los rodea mientras continúan impulsando estos procedimientos para jóvenes con dificultades”, dijo.
“Todavía falta mucho para que se haga un balance completo de los efectos de la ideología de género en los individuos, la sociedad y la política”, comentó Rowling en su publicación, “pero sé esto: las recetas serán una lectura muy desagradable cuando llegue ese momento, y hay demasiadas como para barrerlas educadamente debajo de la alfombra”.
Nota del editor: Este artículo es una traducción de una publicación de Alyssa Murphy en el blog del National Catholic Register. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor.