El martes 3 de diciembre se hizo entrega de la Rosa de Oro a la Virgen de la Esperanza Macarena de Sevilla, una concesión que resalta la importancia de esta imagen, pilar de la devoción mariana andaluza.
Después de la entrega de la ROSA DE ORO a la #ESPERANZAMACARENA, @Hdad_Macarena, se ha producido un aplauso tan largo, tan intenso y, sobre todo, tan fervoroso, de tanto amor a la Madre, que no me resisto a compartirlo aquí pic.twitter.com/gezaNg8v1C
— José Ángel Saiz Meneses (@ArzobispoSaiz) December 3, 2024
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En el marco del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular que se desarrolla estos días en la ciudad, el arzobispo Edgar Peña Parra, sustituto para los asuntos generales de la Secretaría de Estado del Vaticano, fue el encargado de otorgar esta condecoración.
La tradición católica de entregar una Rosa de Oro se remonta a la Edad Media, y a lo largo de los siglos se ha concedido a monasterios, santuarios y personalidades destacadas en reconocimiento de su compromiso con la fe.
Esta elevada distinción, un “regalo” del Papa Francisco a una de las advocaciones marianas más veneradas y emblemáticas de la ciudad de Sevilla, es además un reconocimiento “profundo a la piedad popular” y un signo claro de su apoyo “a este camino de vivencia de la fe”.
Así lo explica a ACI Prensa el Arzobispo de Sevilla, Mons. José Ángel Saiz Meneses, quien afirma que este gesto “refuerza la identidad cristiana y mariana de la ciudad y constituye una llamada a la renovación espiritual y al compromiso con los valores del Evangelio”.
Mons. Saiz Meneses reafirma que la Rosa de Oro es también un impulso “para que las hermandades y cofradías, y los devotos de la Macarena sigan trabajando en la espiritualidad, la formación, la evangelización, la caridad y el apoyo a los más necesitados, reflejando así el espíritu del Papa y su mensaje de amor y esperanza”.
En este sentido, resaltó además que el obsequio pontificio “se convierte en un símbolo de unidad y misión dentro de la comunidad católica sevillana”, así como “de fe y esperanza en la vida de los creyentes”.
El prelado puso de relieve “que el fervor hacia la Macarena no se circunscribe al ámbito local, sino que tiene una proyección universal”, y que este reconocimiento fomentará además “su devoción y atraerá aún más peregrinos y devotos de otros lugares”.
“La Rosa de Oro simboliza también la unidad de la comunidad católica en Sevilla, reforzando el sentido de pertenencia y orgullo entre los hermanos, que se ven ratificados y acompañados en su fe y en sus tradiciones por la aprobación del Papa”, señaló.
En definitiva, se trata de un “regalo”que “fortalece la fe, impulsa la devoción y une a la comunidad de Sevilla en una celebración que tiene frutos tanto en lo espiritual como en lo caritativo, e incluso en el ámbito cultural”.
Para profundizar en el significado de esta concesión, el arzobispo destacó que “la fe de los sevillanos y andaluces es una fe intensa, profunda, arraigada en la tradición, caracterizada por una vivencia personal y colectiva, donde la espiritualidad se entrelaza con la cultura y las costumbres locales”.
“Esta fe se manifiesta en las celebraciones litúrgicas, y en la devoción a las imágenes y santuarios, y mantiene las tradiciones religiosas que son parte integral de la vida comunitaria”, precisó.
También mostró su deseo de que este reconocimiento ayude “a crecer en la conciencia de filiación respecto de María, a ser conscientes de su presencia y amparo en la vida diaria, y que sirva de impulso para que las nuevas generaciones se acerquen a la Virgen María, y ocupe un lugar preferente en sus vidas”.
En este sentido, aseguró que la Rosa de Oro “puede ser considerada una llamada a una renovación espiritual y un refuerzo de la identidad cristiana y mariana en nuestra sociedad”.