Los obispos católicos de Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Guatemala invitaron a los fieles a participar de una gran jornada de oración por la Iglesia Católica en Nicaragua el domingo 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, a quien los nicaragüenses celebran como la Purísima.

“En la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María los católicos nicaragüenses elevan una alabanza de admiración, conocida como ‘la gritería’. Con ella, en Nicaragua y en toda América Central, se expresa la tradicional devoción mariana, tan arraigada en la piedad de nuestros pueblos”, indican los obispos de Centroamérica en un comunicado publicado el 29 de noviembre, al final de su asamblea.

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La “gritería” se celebra el 7 de diciembre en Nicaragua, en la víspera de la fiesta de la Inmaculada, en la que los fieles recorren las calles y visitan altares erigidos en honor a la Virgen María rezando, cantando y encendiendo fuegos artificiales o pirotécnicos, mientras se grita “¿Quién causa tanta alegría?" y se responde "¡La Concepción de María!".

En su comunicado, los obispos expresaron su “profunda solidaridad y comunión con el pueblo de Dios en Nicaragua, el cual –muchas veces– afronta una desafiante realidad”.

En el texto, los prelados animaron a los católicos en cada jurisdicción o parroquia a “unirse en oración a ese grito de fe y esperanza, paz y libertad, que el pueblo fiel dirige a su Madre y Patrona. Nuestros pensamientos están con ustedes, hermanos nicaragüenses. Nos unimos fraternalmente a su grito, que respetuosamente espera encontrar respuesta”.

El pedido de los obispos se dio poco antes de la carta que el Papa Francisco ha escrito a los católicos de Nicaragua, en la que lo anima a tener la certeza de que la fe y la esperanza “realizan milagros”.

La persecución de la dictadura contra la Iglesia Católica en Nicaragua

La tenaz persecución de la dictadura de Daniel Ortega y su “copresidenta”, Rosario Murillo, contra la Iglesia Católica, parece no tener fin.

Hace unos días el régimen aprobó una reforma de la Constitución que restringe aún más la libertad religiosa y de expresión en el país, ya bastante limitadas. Entre las medidas más controvertidas figura una disposición que exige que las “organizaciones religiosas deben mantenerse libres de todo control extranjero”.

A mediados de noviembre, la dictadura de Ortega y Murillo expulsó del país a Obispo de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal del país, Mons. Carlos Enrique Herrera Gutiérrez, quien había criticado a un alcalde orteguista que interrumpió una Misa con música a alto volumen, frente a la catedral local.

Como él, otros obispos, sacerdotes y obispos son constantemente vigilados, perseguidos, secuestrados e incluso encarcelados en condiciones deplorables.

Numerosos miembros del clero han sido deportados del país, arrebatándoles la nacionalidad nicaragüense y considerándolos apátridas, como es el caso del Obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez, exiliado a Roma en enero de 2024 junto a Mons. Isidoro Mora, Obispo de Siuna, 15 sacerdotes y 2 seminaristas.

Bajo el régimen comunista, los católicos han sido silenciados y las expresiones públicas de fe, como oraciones por los perseguidos o las actividades pastorales y espirituales, están prohibidas.

Entre 2018 y 2024, se registraron 870 ataques contra la Iglesia Católica en Nicaragua, de acuerdo con el informe Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?, de la abogada e investigadora exiliada Martha Patricia Molina, que evidencia la gravedad de esta crisis.