El 23 de noviembre, en el pueblo de Faraya, ubicado en el distrito de Keserwan, en el Monte Líbano, se desató la indignación de los fieles locales cuando una pistola fue colocada cerca de un pesebre. Durante el acto vandálico, los perpetradores retiraron la estatua del Niño Jesús y dejaron un arma de fuego en su lugar.
Los residentes se reunieron en la plaza del pueblo tocando las campanas de la iglesia en señal de protesta, mientras las fuerzas de seguridad trabajan para calmar las tensiones.
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Contexto del distrito de Keserwan
El distrito de Keserwan es conocido como el bastión de los católicos maronitas del Líbano y alberga importantes lugares como el Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa y la sede del Patriarcado Maronita en Bkerke.
Muchos consideran este acto como un intento de sembrar caos durante la temporada de Adviento en un país que actualmente acoge a un gran número de desplazados de regiones en guerra. Otros, sin embargo, esperan los resultados de la investigación, según informó ACI Mena, agencia en árabe de EWTN News.
El llamado de un párroco
El incidente provocó una amplia indignación, independientemente de las motivaciones detrás del acto. El P. Charbel Salameh, el párroco local, se unió a los residentes en la plaza del pueblo para condenar el vandalismo y, al mismo tiempo, brindar consuelo a la comunidad.
En un breve video, afirmó: “Permaneceremos vigilantes para proteger nuestra aldea. Nos mantenemos firmes en preservar nuestra unidad y armonía, pues el Señor nos reúne. Tal vez esta sea una oportunidad para que todos nos reunamos aquí y oremos frente a este pesebre por aquellos que intentan sembrar discordia”.
Continuó: “No saquemos conclusiones precipitadas: Que Dios perdone a quienes intentan desestabilizarnos. Estamos aquí para quedarnos; esta es nuestra tierra y nuestra región. Como hijos de la Iglesia, rezamos para que quien cometió este acto comprenda que nuestros lugares sagrados no se pueden profanar fácilmente”.
“Lo sucedido nos llama a actuar con gran conciencia, ya que la impulsividad podría perjudicarnos en circunstancias como estas. Oramos para que el Señor Jesús traiga paz a los corazones y mentes de las personas y a nuestro país, Líbano, en estos tiempos difíciles”, agregó el sacerdote.
Tras el incidente, el P. Salameh reemplazó la estatua desaparecida del Niño Jesús con otra tomada de la Iglesia de San Charbel como medida temporal. Las fuerzas de seguridad llegaron al lugar, acordonaron la zona e iniciaron las investigaciones para analizar las circunstancias e identificar a los responsables.
Declaración de la municipalidad
La Municipalidad de Faraya emitió un comunicado precisando los detalles del incidente:
“El sábado, a las 6:00 p.m., un ciudadano tomaba fotos de sus nietos frente al pesebre en la plaza del pueblo. Sorprendentemente, los niños encontraron una pistola tirada en el suelo. El hombre informó a los comerciantes cercanos. Un oficial municipal llegó al lugar, inspeccionó el sitio y contactó a las fuerzas de seguridad, que arribaron rápidamente”.
El comunicado agregó: “Tras la investigación, la estatua del Niño Jesús fue hallada entre unos árboles cercanos, fuera del pesebre. Las fuerzas de seguridad confiscaron el arma y concluyeron que la estatua no estaba en el pesebre cuando los niños y su abuelo llegaron. Las fotos tomadas en ese momento confirman este hecho”.
“En vista de estos eventos, la Municipalidad de Faraya exhorta a los residentes y a todos los habitantes a permanecer unidos en hermandad y amor, como siempre ha sido. Faraya ha sido durante mucho tiempo un símbolo de convivencia y un modelo para promover la paz, la seguridad y la hospitalidad”, concluye la declaración.
Historial de ataques
El año pasado, una serie de ataques a símbolos navideños ocurrió en el Líbano, particularmente en la región norteña de Trípoli, donde vive una activa minoría cristiana. Estos actos incluyeron rociar gasolina sobre un árbol en la Iglesia de San Jorge en Mina y lanzar un cóctel molotov a otro árbol en la plaza de la Iglesia de San Jorge en Zaheriyah.
En su momento, estos actos sin precedentes en una ciudad cultural y religiosamente diversa fueron condenados por líderes políticos, religiosos y sociales de diversas afiliaciones.
Traducido y adaptado por ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.