La Iglesia Católica en El Salvador pidió al presidente Nayib Bukele no derogar la ley de 2017 que prohíbe la minería metálica, incluida la del oro, después de que el mandatario anunciara su intención de levantar esta medida para generar recursos.
“Esperamos que nuestras autoridades recapaciten y no deroguen la ley que prohíbe la minería, protegiendo la salud y la vida de nuestro pueblo”, señala un comunicado del Arzobispado de San Salvador del 1 de diciembre.
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El comunicado, firmado por Mons. Luis Escobar Alas, arzobispo de la capital salvadoreña, se publicó tras conocerse la intención de Bukele de derogar la ley del 29 de marzo de 2017, que prohibió "la minería metálica en el suelo y el subsuelo del territorio de la República".
“Somos el ÚNICO país en el mundo con una prohibición total de la minería metálica, algo que ningún otro país aplica. ¡Absurdo! Esta riqueza, dada por Dios, puede ser aprovechada de manera responsable para llevar un desarrollo económico y social sin precedentes a nuestro pueblo”, dijo el presidente salvadoreño en la red social X:
Además, Bukele aseguró que “Dios colocó un gigantesco tesoro bajo nuestros pies: El Salvador tiene potencialmente los depósitos de oro con mayor densidad por km² en el mundo”.
El mandatario salvadoreño resaltó asimismo que “estudios realizados en solo el 4% del área potencial identificaron 50 millones de onzas de oro, valoradas hoy en $131.565 millones. Esto equivale al 380% del PIB de El Salvador”.
El aprovechamiento de esta riqueza, resaltó Bukele, “podría transformar El Salvador: Crear miles de empleos de calidad, financiar infraestructura en todo nuestro país, impulsar el desarrollo de las economías locales. Y todo esto con minería moderna y sostenible, cuidando nuestro medio ambiente”.
El 29 de marzo de 2017, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó una ley histórica que prohibió la minería metálica en todo el país. Esta legislación, que contó con el apoyo de 69 de los 84 legisladores presentes, convirtió a El Salvador en el primer país del mundo en implementar una prohibición total de la minería de metales.
La ley prohíbe toda exploración, extracción y procesamiento de metales, tanto en minas a cielo abierto como subterráneas, y entró en vigor el 2 de junio de 2017.
La decisión fue el resultado de una larga lucha social que duró más de una década, impulsada por organizaciones ambientales, comunidades locales y la Iglesia Católica, quienes argumentaban que la minería representaba una grave amenaza para los recursos hídricos y el medio ambiente del país.
“El cuidado de la casa común y la minería”
Antes de leer su comunicado, Mons. Escobar recordó algunos extractos de un mensaje del Secretariado del Episcopado de América Central, publicado el 29 de noviembre, en el que resaltan el compromiso de la Iglesia Católica con el cuidado de la creación, expresado por el Papa Francisco en Laudato sí’.
“Hacemos un llamado urgente a los gobiernos para que adopten las políticas responsables y sostenibles que respeten la dignidad de los pueblos y la casa común, y que no permitan la explotación minera, ya que es necesario priorizar la vida humana y el medio ambiente sobre los intereses económicos que perpetúan el daño social y ecológico”, señala el mensaje.
Volviendo luego a su comunicado, el Arzobispo de San Salvador advirtió que El Salvador “no soportaría una nueva expoliación minera, ya que aumentaría su deforestación, erosión, pérdida del suelo fértil”.
En ese sentido, Mons. Escobar alertó que “lo más grave” sería “la contaminación del agua y el aire, causando muerte y enfermedades de manera irreversible” sobre todo entre los más pobres.
“Nuestro pueblo, ya vulnerable, por la victimización a la que ha sido sometido por los grandes capitales nacionales e internacionales sería ahora revictimizado y de la peor forma, ya que la contaminación con cianuro, mercurio y otros tóxicos letales agudizaría los problemas de salud y muerte prematura de manera irreversible”, continuó.
El prelado salvadoreño denunció también que “si ya por la contaminación del agua causada principalmente por los pesticidas, buena parte de nuestro pueblo sufre la insuficiencia renal, sería aún mucho peor el sufrimiento por el grave daño a los demás órganos vitales”.
Para concluir, el arzobispo pidió la luz de Dios "para encontrar caminos de desarrollo económico sin detrimento de la vida y la salud de nuestro pueblo, del pueblo salvadoreño”.