Manuel Costa de los Ríos, conocido como el “Negro Manuel”, primer servidor de la Virgen de Luján, testigo del milagro y cuidador del primer oratorio dedicado a su devoción, dio un paso importante en su camino a los altares.

El sábado 23 de noviembre, el Arzobispo de Mercedes-Luján (Argentina), Mons. Jorge Eduardo Scheinig, presidió la ceremonia de finalización de la etapa diocesana en la causa de canonización del Siervo de Dios conocido por su frase “Soy de la Virgen nomás”.

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Luego de reunir la documentación necesaria para presentar la causa ante el Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano, el acto de clausura de esta etapa se llevó a cabo en la sede arzobispal.

Durante la ceremonia fueron lacradas las cajas que contienen la documentación, y los actuantes juraron ante los Santos Evangelios haber cumplido sus funciones de manera correcta. 

Luego se firmaron las fojas que dan constancia del procedimiento, según las normas de Derecho Canónico. Para finalizar el encuentro, seminaristas de Mercedes-Luján interpretaron un canto dedicado a la Virgen.

El propósito de esta etapa fue reunir la información que demuestre las virtudes heroicas del Siervo de Dios. Una vez en Roma, luego de varias evaluaciones, el Santo Padre debe autorizar la promulgación del decreto que declara las virtudes heroicas del Siervo de Dios en cuestión, convirtiéndose así en Venerable.

El paso siguiente es la beatificación, para la que —excepto en los casos de martirio— se debe demostrar un milagro obrado por su intercesión. Un segundo milagro, ocurrido luego de su beatificación, será el requisito para la canonización.

¿Quién fue el Negro Manuel Costa de los Ríos?

El Negro Manuel fue un esclavo nacido, criado y puesto en cautiverio en Costa de los Ríos, en lo que entonces se conocía como la Guinea Superior, en África. Llegó al Río de la Plata, en la actual Argentina, como parte de un lote de esclavos que iban a ser comercializados en Buenos Aires.

En 1630, trabajando en tierras administradas por el militar Bernabé González Filiano, fue testigo cualificado del milagro por el que se detuvo la carreta que llevaba la imagen de la Virgen de Luján.

Inmediatamente, su amo puso al Negro Manuel a custodiar la Sagrada Imagen de la Virgen en el primer oratorio dedicado a su veneración. A partir de allí es que se reconoce “esclavo de la Virgen”.

Los herederos de su amo lo vendieron, y Manuel pasó a ser un esclavo propio de la Virgen de Luján, a cuyo servicio continuó en la Villa de Luján durante 56 años. De allí surge la famosa frase atribuida al Negro Manuel: “Soy de la Virgen nomás”, considerándola su ama y señora.

“Fue manifestación viva del tierno amor a la Virgen Inmaculada, siempre en santo celo para procurar su mayor gloria mediante el fiel ministerio de servirla en condición de humilde sacristán”, expresó el procurador de la causa, Mons. Juan Guillermo Durán.

Murió en 1686, luego de más de muchos años de servir a la Virgen y a los peregrinos que llegaban al lugar. Su cuerpo fue sepultado detrás del altar mayor del santuario, que en ese momento se estaba terminando de edificar.