La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha hecho pública una nota doctrinal que critica la práctica de la llamada “sanación intergeneracional” o “sanación del árbol genealógico” promovida por algunos sacerdotes católicos.
La nota doctrinal está motivada por haber detectado estas prácticas “en algunas diócesis españolas, especialmente en el ámbito de oraciones y retiros organizados por nuevos movimientos religiosos de carácter carismático, la práctica por parte de sacerdotes vinculados a estos movimientos”.
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Tras recabar informes de diversos expertos “del campo de la teología dogmática, la teología espiritual y la psicología”, la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE elaboró el texto que fue aprobado para su publicación por la Comisión Permanente celebrada en septiembre de 2024.
La nota señala como precursores de estas prácticas al misionero anglicano Kenneth McAll, el religioso claretiano John Hampsch y el sacerdote católico Robert DeGrandis, de la Sociedad de San José, “que ha popularizado la práctica en la Renovación Carismática Católica por su vinculación a ella”.
Estos autores “defienden la transmisión intergeneracional del pecado y, correlativamente, la posibilidad de una sanación intergeneracional”. El modo de “curar” las enfermedades físicas y psíquicas consecuencia de pecados de los antepasados consiste en “identificar el pecado en el propio árbol genealógico” y romper “el vínculo de pecado” a base de “ intercesión, exorcismos y, especialmente, la celebración de una Eucaristía”, que resulta en una supuesta sanación, según se explica en el documento.
Los obispos alertan de que “fusionar aspectos propios de la fe católica con otros que le son ajenos, resulta un sincretismo de apariencia católica con aspectos que incumben de manera explícita o implícita a cuestiones de escatología”, así como de eclesiología, antropología y teología de los sacramentos.
Magisterio de la Iglesia Católica sobre el pecado
Los obispos españoles subrayan en la nota algunos apuntes magisteriales a tener en cuenta sobre la cuestión de las “sanaciones intergeneracionales”.
En primer lugar, exponen que “el pecado es siempre personal y requiere una decisión libre de la voluntad. Lo mismo ocurre con la pena del pecado. Implica siempre una responsabilidad personal”.
En conexión con ello, recuerdan que “el único pecado que se transmite de generación en generación es el pecado original”, pero advirtiendo que tiene este nombre “de manera análoga”, que no tiene carácter de culpa personal y que su castigo “no pasa a la siguiente generación”.
Los prelados exponen en segunda instancia que si bien en el Antiguo Testamento se afirma “que los pecados de los padres recaen sobre los hijos”, esta concepción de la responsabilidad corporativa, “que ponía en entredicho la justicia de Dios”, evolucionó “haciendo al hombre responsable de su propio destino”.
“En el Nuevo Testamento Jesús rechazó la concepción de una transmisión hereditaria del pecado rompiendo con la lógica ‘culpa-castigo personal y colectivo’ en la conocida escena de la curación del ciego de nacimiento”, añaden.
En tercer lugar, se aborda la cuestión de la comunión de los santos, destacando que en el intercambio de bienes espirituales “no se contempla en ningún caso la transmisión de las consecuencias de los pecados de los difuntos del propio árbol genealógico a los vivos. Sí incluye, por el contrario, la posibilidad de un beneficio mutuo de intercesión entre vivos y difuntos”.
Bautismo, Eucaristía y sanación intergeneracional
Los obispos españoles también señalan que no cabe “sostener una transmisión intergeneracional del pecado sin contradecir la doctrina católica sobre el Bautismo”, sacramento en el que “acontece el perdón de todos los pecados”.
Respecto de la Eucaristía, los prelados españoles recuerdan que “las así llamadas ‘Misas de sanación o de liberación’, estrechamente vinculada a la praxis de la sanación intergeneracional” no están contempladas en el Ritual Romano y, por tanto, “la introducción de tales intenciones en el ámbito de la celebración de la Santa Misa desnaturaliza y distorsiona gravemente la celebración eucarística”.
La nota doctrinal también se refiere a los encuentros de oración “cuya finalidad es obtener de Dios la curación de los enfermos”, para reafirmar que, si bien “cualquier fiel puede elevar libremente oraciones a Dios pidiendo la curación” cuando se trata de encuentros “han de someterse a la vigilancia del Ordinario del lugar”.
“Estas oraciones de curaciones, así como las oraciones de exorcismo, litúrgicas o no litúrgicas, no pueden introducirse en la celebración de la Santísima Eucaristía, de los Sacramentos y de la Liturgia de las Horas”, añaden.
Como conclusión, los prelados afirman que “apoyándonos en la Palabra de Dios, queremos afirmar que a nadie puede imputársele pecados ajenos ni se le debe hacer responsable de los pecados de generaciones anteriores, sino que cada uno es responsable de su propia vida y de sus propios pecados”.