Los habitantes de la isla de Margarita, en Venezuela, sufren cortes eléctricos de hasta 20 horas diarias, después de la explosión y el posterior incendio del gasoducto que sostiene la mayor parte del servicio eléctrico del oriente del país, ocurridos el 11 de noviembre.
El Complejo Gasífero Muscar, en donde se registró el accidente, pertenece a la trasnacional estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y está ubicado en el estado Monagas. Según Reuters, el incendio dejó a 5 trabajadores heridos.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
El estado Nueva Esparta, al que pertenece la Isla de Margarita junto a las islas de Coche, Cubagua y el archipiélago de Los Frailes, sufre desde entonces gravísimos racionamientos eléctricos diarios, que han afectado la salud física y mental de su población.
Mons. Fernando Castro, Obispo de la Diócesis de Margarita, quiso “comentar al mundo cuánto sufre el pueblo sencillo” de la isla. En una entrevista con ACI Prensa, Mons. Castro explicó que los apagones son incluso de días enteros en muchas localidades, lo que “hace que la situación sea muy desesperada” porque la electricidad es hoy en día un bien de primera necesidad.
El prelado lamentó la situación, que afecta a los ciudadanos casi en todos los ámbitos de su vida cotidiana. Sin electricidad “no hay refrigeración, no hay congeladores, no hay ventilación, no hay nada”, indicó. A nivel general “es un descalabro, es volver a la Edad de Piedra”.
“La gente está sufriendo mucho, especialmente la más sencilla y más necesitada”, manifestó Mons. Castro.
En un contexto de crisis permanente como el que se presenta en la realidad venezolana, las personas más pobres mantienen pocos alimentos en sus congeladores, “comprados con mucho sacrificio” asegura el obispo, y que debido a los cortes de luz se han descompuesto.
Además, debido al calor y a la humedad en Margarita, los jóvenes se han visto especialmente afectados por la situación. Mons. Castro explicó que muchos no pueden dormir en las noches, incluso por varias noches seguidas, y no pueden rendir luego en los colegios, que están funcionando en horarios de contingencia.
Delcy Rodríguez, vicepresidente de Venezuela, informó la semana pasada que al menos 11 personas han sido detenidas en el marco de una investigación para determinar las causas de la explosión del gasoducto.
El chavismo asegura que el accidente fue, en realidad, causado por un “ataque” en contra de PDVSA, ejecutado por individuos extranjeros en conjunto con líderes de la oposición venezolana, encabezados por María Corina Machado, que se encuentra en la clandestinidad por la persecución del chavismo después de las elecciones presidenciales del 28 de julio.
El régimen venezolano utiliza con frecuencia, y sin evidencias, esta narrativa para justificar las fallas eléctricas en Venezuela, que son constantes y suceden desde hace varios años. La oposición siempre ha negado estas acusaciones.
“Exhorto a las autoridades, a quienes tienen la responsabilidad —porque en el fondo este es un problema técnico, es un problema de mantenimiento, es un problema de profesionalidad, es un problema de transparencia y de honestidad profesional— a realmente atender las necesidades básicas de la población, porque nosotros no podemos ni tenemos la capacidad de resolverlas personalmente”, señaló el obispo.
La vicepresidente Rodríguez precisó además que producto del “ataque”, PDVSA sufrió un impacto de cerca de 157 millones de dólares estadounidenses. Asimismo, afirmó que al menos otros tres ataques habían tenido lugar o se habían intentado contra las instalaciones de PDVSA este mes.
A pesar de la situación, Mons. Castro destacó que el pueblo margariteño es uno resiliente, que debe seguir trabajando y construyendo su porvenir. “Lo que no podemos hacer es cruzarnos de brazos por no tener las condiciones mínimas”, afirmó.
“Hay que seguir adelante. Me duele muchísimo lo que tanta gente sufre, pero nosotros los creyentes, los sacerdotes y toda la Iglesia, estamos padeciendo, viviendo lo mismo que está viviendo todo el mundo”, dijo el obispo.
El prelado concluyó remarcando las muestras de fortaleza de su pueblo, precisando que en los últimos días han seguido adelante las misas, primeras comuniones y confirmaciones pautadas con anterioridad, a pesar de la falta de electricidad.
“Es la realidad que nos tocó, es algo que podemos ofrecer a Dios. No es que lo deseamos —así como no debemos desear las enfermedades, ni la carencia— pero es una realidad que nos acompaña y que acompaña a muchos millones de hombres y mujeres en este mundo”, remarcó.
“Dios no deja de actuar porque no haya electricidad”, concluyó Mons. Castro.