A los pies del santuario de Schönstatt en Santiago de Chile, en el año 1999, nació el Proyecto Esperanza, un programa de acompañamiento pastoral para la sanación emocional y espiritual de personas heridas por el aborto.

Cumplidos 25 años de su fundación, gracias en parte al respaldo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), este proyecto está presente en el 80% de los países de Hispanoamérica.

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La coordinadora del proyecto en Argentina, Ana Salgado de Levermann, relató a ACI Prensa los detalles de esta bella iniciativa que ayuda a sanar a mujeres y hombres que tras haber abortado a sus hijos “no se sienten merecedores del perdón de Dios ni de ser felices”.

“Cuando uno piensa que en el mundo se hacen aproximadamente 60 millones de abortos al año, se da cuenta no sólo de cuantos han muerto, sino también de los 120 millones de padres heridos, más otros involucrados que sufren este flagelo del trauma posaborto”, indicó.  

“Son sus hijos los que les acercan a Dios”

En este camino de sanación, afirmó Ana Salgado, “la fe juega un papel importante”. Si bien “se puede acompañar a gente de cualquier credo, la sanación espiritual no se lograría del mismo modo. La fe te da un plus”, precisó.

Asimismo, señaló que no ha visto “personas que a lo largo del acompañamiento no se hayan acercado a Dios”. 

“Han tenido previamente conciencia de ‘un creador’ frente al cual han sentido culpa, miedo o interpelados, y por eso se fueron distanciando. Pero esto cambia radicalmente cuando se acercan al conocimiento de un Dios Misericordioso que los ama incondicionalmente. Un Dios que perdona siempre; un Dios que tiene un lugar reservado para todos junto a Él”.

Gracias a este proyecto, los padres saben que “sus hijos están en presencia del Señor, y acercarse a ellos, es también acercarse a Dios. Es llamativo ver que son sus hijos los que les acercan a Dios”, remarcó. 

El dolor de aquello que no tiene retorno

Salgado expresó que “la herida del aborto atraviesa a las personas en todas las áreas de su vida”. Las principales secuelas que aparecen son las depresiones, “un gran vacío, culpa y remordimiento”.

Esto conlleva a la pérdida de control de sus impulsos, dificultades para establecer buenos vínculos e incluso “alteraciones en el sueño, en la alimentación y en la sexualidad”.

Salgado  también enumeró otras consecuencias como “conductas autodestructivas que les llevan a realizar más abortos, a abusar de sustancias e incluso intentos de suicidio”.

En este “angustiante” tormento, aseguró la experta, incluso pueden tener ilusiones auditivas o visuales con la impresión de ver y escuchar bebés, algo que “puede ocurrir tanto a mujeres como varones”.

“Es el dolor de aquello que no tiene retorno”, precisó, provocado por una decisión que muchas veces se toma “en un momento de gran desesperación”. Sin embargo, remarcó que “su deseo es terminar con un problema, no con un hijo; y luego se encuentran con un problema que no saben cómo enfrentar”.

Entre las causas que les llevan a abortar, destacó que muchas veces es debido a que se encuentran “en un estado de desesperación, por su edad, por falta de confianza en ellas mismas, al pensar que no van a tener el apoyo de su familia, por falta de apoyo real de quien fuera el padre de este bebé”, por infidelidad y “muy, muy pocas veces por una cuestión económica”.

En definitiva, “su humanidad está herida, hay una herida en su propia naturaleza” que les lleva a perder el sentido de su vida.

Destacó también que en ocasiones estas manifestaciones pasan inadvertidas durante años y no se dan cuenta hasta que se “levanta este dolor que fue enterrado”, a veces incluso con 80 años, aunque cada vez toman conciencia siendo más jóvenes. Es entonces cuando acuden en busca de ayuda.

Un sufrimiento silenciado

De forma sencilla, a través de los folletos que muchas veces se exponen en las parroquias o se entregan en los confesionarios, es como muchas personas acuden al Proyecto Esperanza. También lo hacen a través de la página web, donde alguno de los testimonios “les toca porque refleja su propio dolor”.

A los que padecen la herida del aborto se les asigna a través de este proyecto un “acompañante” de forma individual, gratuita y confidencial, invitándoles a realizar un “camino de sanación”. 

Se trata de encuentros semanales durante 4 meses, “aunque hay situaciones donde puede extenderse cerca de un año, según las heridas y circunstancias vividas por cada una”.

“Acompañar a una persona implica crear un clima de absoluta confianza, respeto y empatía. Un lugar donde pueda sentirse amada, valorada, y comprendida, recordando que nos acercamos a su intimidad, a lo más sagrado: su alma. Estamos ‘pisando suelo sagrado’ y eso se hace con una actitud reverencial”, afirmó Ana Salgado.  

Es entonces cuando la persona puede “zambullirse” libremente en “esas zonas oscuras que tanto cuesta ver o recordar… Que dan miedo o vergüenza, pero sabiendo que lo hace acompañada por alguien que la va a ayudar a verlo bajo la mirada misericordiosa de Aquel que la ama así, como es. Aquel que conoce nuestras flaquezas, nuestras debilidades, pero que nos ama y sabe que somos mucho más que esa mala acción”.

Exclamó que “nadie quiere oír que el aborto les ha dejado tantas heridas”, por lo que en general “son personas silenciadas” con un dolor que se vive “en absoluta soledad”, comentó la argentina a ACI Prensa.

Humanizar al hijo para encontrar el perdón

El duelo, indicó Ana Salgado, comienza a resolverse durante el acompañamiento, “humanizando a este hijo y dándole una identidad. Sólo así podrá llorarlo y recolocarlo emocionalmente”, añadió.

“Sólo el hecho de poder hablarlo sintiéndose escuchadas y no juzgadas es sanador”, añadió. También remarcó la importancia de reconocer sus consecuencias para “poder enfrentarlas y acercarse al perdón de Dios”, perdonándose de esta forma a sí mismos y “convirtiendo el dolor que deprime en un dolor que redime”.

“Solamente después de haber pasado por estos pasos, podrá vincularse con este hijo. Cuando le dan identidad a su hijo, recuperan su identidad como madre o padre. Ellos podrán, ahora, entregar a este hijo en las manos del Padre, sabiendo que a través de Él seguirán unidos”.

Para la coordinadora del proyecto, estas personas “recuperan su dignidad bajo la mirada de Jesús, encuentran su misión y redescubren un nuevo sentido en sus vidas”, convirtiéndose en la mayoría de las veces en “verdaderas y comprometidas defensoras de la vida”.

El hombre, el gran ignorado

Ana Salgado lamentó que por lo general “el varón es el gran ignorado, el excluido que no tiene ni voz ni voto ni puede reclamar su paternidad”, ya que aún si lo reclamara y se hiciera cargo de su hijo, “la decisión es de ella”.

“Él también lo sufre muchísimo”, aunque en ocasiones parezca que “el sufrimiento por la pérdida de un hijo fuera solo de la mujer”, puntualizó. 

“La sanación es posible”

Con una gran experiencia a sus espaldas y habiendo escuchado, como ella segura, “miles” de testimonios, afirma que la sanación es posible, otorgando un nuevo sentido a sus vidas, atravesando un camino de aceptación y perdón. “Sanando su memoria y abrazando sus zonas oscuras, que puedan entregarle a Dios ‘esto que somos’ para que Él lo transforme”. 

Para ello, lo primero y esencial es la escucha empática, “como lo hizo Jesús con los discípulos de Emaús”. Luego, “iluminándolos con la voz del Señor, que es todo esperanza”.

“Agrandándoles el horizonte y resignificando este dolor, mostrando la resurrección luego de la cruz. Buscando que sus corazones vuelvan a arder al reconocer que Jesús camina a nuestro lado”.

“El aborto es un negocio millonario”

Salgado adviritó que el aborto es “un negocio millonario y estas voces incomodan; entonces se niegan y se intenta adormecer conciencias. ¿Cómo van a decir que se sufren por haber hecho uso de un supuesto ‘derecho reproductivo’?”, preguntó.

El mensaje de Ana para quienes están considerando abortar es claro: “Es importante que conecten rápidamente con su maternidad: con una ecografía, monitoreo… hablarles de su hijo”.

“Todo cuando la ayude a humanizar a este hijo y la vincule con él. Es importante que sienta confianza en ella misma para desenvolverse como madre, y que encuentre una red de contención”.

Lamentó en este sentido que es frecuente escuchar: “Yo no sabía que esto era así, nadie me dijo que esto me iba a pasar”.

Por otro lado, a quienes ya han abortado y se encuentran sufriendo por ello, “les haría saber que existe un espacio de sanación”. 

“Que es posible superar este dolor y vale la pena tomar coraje para atravesar un proceso que las sacará del pozo en el que se encuentran, les devolverá la paz y las ayudará a fortalecerlas para proyectar una nueva vida llena de esperanza”, concluyó.