Los cristianos que sufren persecución en Pakistán necesitan que Occidente presione para que sus derechos sean respetados, y terminen las conversiones forzadas de las niñas y las condenas injustas bajo la ley de blasfemia, señaló Joseph Janssen, pakistaní y fundador de Voice for Justice.

De acuerdo al informe de libertad religiosa de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés), de los 208 millones de habitantes de Pakistán, el 96,47% profesa el islam y el 1,9% el cristianismo. El resto se divide entre budistas, hindúes, agnósticos y miembros de otras religiones locales.

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Si bien el país fue fundado en 1947 como un Estado laico, en la década de 1970 la ley islámica comenzó a tener un papel cada vez más importante en el sistema jurídico. La decisión más relevante fue cuando la Constitución de 1973 estableció el islam como la religión del Estado.

Y aunque la misma Constitución señala que las minorías religiosas tienen derecho a practicar libremente su fe y desarrollar sus culturas, Janssen advierte que la realidad ha demostrado que los cristianos viven bajo dos esquemas distintos.

El primero es que las autoridades les permiten celebrar sus cultos bajo “ciertos límites”, dentro de los templos y sus instalaciones, pero al mismo tiempo los cristianos y otras minorías son víctimas de maltratos y abusos que han terminado en quema de iglesias, casas y detenciones.

“Legalmente hay discriminación, persecución a gran escala que les restringen. Hay una serie de prohibiciones con las cuales, legalmente, se permite esa persecución”, indicó, y añadió que la mayoría de los cristianos “ignoran que esas son violaciones a la libertad religiosa”.

Durante el diálogo con ACI Prensa —en el marco de un encuentro organizado por ACN Colombia—, el fundador de Voice for Justice señaló que uno de los mayores pesos que recae sobre las minorías es la ley de blasfemia.

Explicó que el principal problema con esta ley es que “no hay una definición de blasfemia”, lo que hace que cualquier situación pueda ser considerada un ataque al islam o al profeta Mahoma y lleve a una persona a ser condenada a muerte.

El caso más conocido es el de Asia Bibi, quien entre 2010 y 2018 estuvo condenada a muerte por haber bebido agua con una taza que era usada por sus compañeras musulmanas, que la consideraron impura por ser cristiana. Luego de años de apelaciones y de presión internacional, finalmente fue liberada y actualmente vive con su familia fuera de Pakistán.

Por ello, Janssen advirtió que esta indefinición hace que no sea raro que una persona “que estuvo quemando papeles” haya sido acusada de blasfemia “porque en uno de estos había palabras en árabe” y que el denunciante consideró parte del Corán y, por tanto, era un ataque al islam.

Y si bien hasta el momento ninguno de los acusados ha sido ejecutado, el fundador de Voice for Justice indicó que “la ley de blasfemia es como una espada que pende sobre la cabeza de los cristianos” y que trae sufrimiento a quienes son sentenciados.

Hace unos años hubo un intento de parte del entonces ministro de las Minorías, el católico Shahbaz Bhatti, de reformar esta legislación. Sin embargo, el 2 de marzo de 2011 fue asesinado por tres musulmanes cuando se dirigía a su trabajo.

Pero además de esta ley, otra de las penurias que padecen las minorías religiosas es el secuestro de niñas para forzarlas a convertirse al islam y casarlas con musulmanes.

Si bien en julio de este año una enmienda a la Ley de Matrimonios Cristianos estableció que la edad mínima para casarse es 18 años, esto sólo aplica para la capital, Islamabad.

En ese sentido, de acuerdo a Janssen, “hay un estimado de que al año mil menores de las minorías religiosas son secuestradas para violarlas y convertirlas al islam”. Aunque en casos aislados los jueces han dado la razón a los padres, mayormente “se las dan a los secuestradores”.

Por ello, el fundador de Voice for Justice llamó a Occidente a involucrarse más en la defensa de los cristianos perseguidos en Pakistán. “La comunidad internacional tiene poder, tiene la oportunidad de hablar de estas personas”, como fue en el caso de Asia Bibi, señaló.