“Hay un refrán que dice con el mazo dando y a Dios rogando, entonces yo creo que cuando un hombre trabaja, se esfuerza, allí está la mano de Dios”, afirma Mauricio Estrada Príncipe, hombre de 59 años que estuvo preso por narcotráfico y que ahora siembra, en la Amazonía de Perú, cacao aromático orgánico de clase mundial, que se exporta a Francia para hacer el mejor chocolate.

Mauricio, casado desde hace 22 años y padre de cuatro hijos, comparte su historia con EWTN Noticias: una vida marcada por la pobreza, algunas decisiones desafortunadas y el regreso a Dios que le permitió transformarlo todo.

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La pobreza y las malas decisiones

“Vengo de una familia muy pobre económicamente. A los 16 años asumí la responsabilidad de mi hogar. Tengo cinco hermanos y una hermana. Mi papá me enseñó a trabajar pero no me enseñó a soñar”, relata Mauricio Estrada.

“Empecé a buscar sustento y dejé de estudiar”, prosigue y recuerda que “en esos tiempos había oportunidad de sobresalir económicamente, por allá por el año 1980, donde el narcotráfico en la zona donde vivía comenzó a crecer: todo el mundo trabajaba en eso y yo también, pero no con el deseo de ser traficante o meterme en las drogas, sino para llevar un pan a mi hogar”.

Mauricio Estrada en su fundo en Ucayali. Cortesía: Mauricio Estrada
Mauricio Estrada en su fundo en Ucayali. Cortesía: Mauricio Estrada

“Me involucré totalmente con el narcotráfico, sin haber aprendido ninguna cosa más, hasta que caí preso en la frontera, en Iquitos, involucrado con una banda de impacto”, confiesa Mauricio Estrada”.

El regreso a Dios

“Gracias a Dios, la prisión me separó de todo y allí aprendí a valorar la vida, las personas, el tiempo: aprendí a conocer a Dios, aprendí a ejercer mi fe” cuenta Estrada, quien había sido condenado a 25 años de cárcel, aunque pudo salir antes.

En la prisión, cuenta, él y otros reclusos comprendieron que eran “peligrosos, pero Dios nos llamó a la libertad y podemos cambiar nuestras vidas obedeciendo lo que la Palabra de Dios dice”.

Allí, gracias al acompañamiento de algunos animadores que visitaban la cárcel y a algunos sacerdotes que iban ocasionalmente, “empecé a reconocer a Dios, a caminar y viví con él, fui bendecido en el penal y empecé a sobresalir, empecé a cambiar, mi comportamiento y comprendí que el hombre en drogas toda su vida vive con una maldición porque solamente se dedica a comercializar veneno”.

El local de la cooperativa Colpa de Loros en Ucayali. Crédito: Cáritas del Perú.
El local de la cooperativa Colpa de Loros en Ucayali. Crédito: Cáritas del Perú.

Mauricio Estrada salió de la cárcel a los 36 años, aún soltero, con la idea clara de formar un hogar, “ya preparado para ser esposo”. “Gracias a Dios he podido escalar de donde estaba”, agrega.

“Yo le dije a Dios: yo no quiero estar en drogas. Yo quiero tener un trabajo digno para llevarles un pan a mis hijos y decirles que es fruto de un trabajo digno con el que Dios nos bendice. De esa manera abandoné las plantaciones de coca, todo lo ilícito”.

La alternativa del cacao aromático orgánico

El cacao aromático orgánico apareció en su vida allá por el año 2012, una actividad a la que dedica, según narra, el 80% de su tiempo de trabajo. El otro 20% lo invierte en la crianza de peces.

Mauricio admite que por ese entonces el cacao orgánico no se veía como una alternativa rentable, pero poco a poco él y otros empezaron a dedicarse a la siembra del fruto del que se obtiene el chocolate.

Algunos productores de cacao aromático orgánico de la cooperativa Colpa de Loros. Crédito: Cáritas del Perú.
Algunos productores de cacao aromático orgánico de la cooperativa Colpa de Loros. Crédito: Cáritas del Perú.

“Muchos se resistieron y algunos se siguen resistiendo y viven una vida caótica (…) Ahora casi el 90% de la selva de Ucayali somos cacaoteros”, precisa.

La cooperativa Colpa de Loros y Cáritas del Perú

Mauricio Estrada comparte con ACI Prensa que pudo ingresar luego como socio de la Cooperativa Colpa de Coros, que agrupa a unos 500 productores de cacao orgánico en Ucayali, quienes reciben capacitación y acompañamiento por parte de diversos agentes de Cáritas del Perú, en colaboración con la institución Food for the Poor (Comida para los pobres), que financia el proyecto.

Según señala su sitio web, Food for the Poor es una institución que no hace distinción de religiones o creencias. Se fundó en 1982 con la intención de responder al “deber moral” de “vestir y alimentar a los pobres (Mateo 25:40)” para “preservar la dignidad humana y cuidar de los necesitados”. Realiza diversos proyectos de ayuda y desarrollo en varios países de Latinoamérica como Haití, República Dominicana, Honduras, México, Colombia, Guatemala, El Salvador, Ecuador, Panamá y Perú.

Mauricio Estrada, que ahora es colaborador del consejo administrativo de la cooperativa, agradece la intensa labor de Cáritas del Perú para producir cacao que es “un alimento muy bueno y hay que prepararlo muy bien. Agradezco a la cooperativa y gracias a las ONGs que nos apoyan”, añade.

La labor de Cáritas del Perú


Jorge Gordillo Lázaro, coordinador del proyecto, explica a EWTN Noticias que el trabajo en Ucayali comenzó en 2022 con Food for the Poor y la cooperativa Colpa de Loros, que se formó en 2015 tras la invitación de la empresa chocolatera francesa Kaoka, que compra en su totalidad la producción del cacao aromático orgánico, que debe además cumplir altos estándares de calidad como la no utilización de fertilizantes sintéticos o químicos.

“Desde el año 2015 a la fecha solamente la cooperativa ha podido llegar a vender grano de cacao en un promedio de 500 a 600 toneladas, de las 1800 toneladas que requiere Kaoka. Sin embargo Kaoka sabe bien que en sus orígenes estos productores no han sido cacaoteros sino que son excocaleros, a quienes se les ha erradicado su cultivo de hoja de coca”, explica el coordinador.

Kaoka, señala su sitio web, es una empresa francesa productora de un chocolate de gran calidad, con 30 años de experiencia, comprometida con la protección del medio ambiente. Además del Perú, el cacao que utilizan se siembra en Ecuador, Sao Tomé y República Dominicana. En colaboración con los productores de cacao en estos años han logrado sembrar más de 750000 árboles.

La zona en la que están establecidos los 500 productores cacaoteros de Colpa de Loros se encuentra en el distrito de Nechuya, en la provincia de Padre Abad, región Ucayali, y en otros distritos de Padre Abad como Curimaná, San Alejandro, Von Humboldt y otros que pertenecen a la región de Puerto Inca, Huánuco.

Cooperativa Colpa de Loros: Plantas para ser sembradas. Crédito: Cáritas del Perú.
Cooperativa Colpa de Loros: Plantas para ser sembradas. Crédito: Cáritas del Perú.

La idea de la cooperativa y Cáritas del Perú es obtener entre 800 y 1.000 kilos por hectárea, algo que además contribuye económicamente para la vida de los productores, que comenzaron vendiendo el kilo de cacao a entre 18 y 20 soles (unos 5 dólares), y que ahora reciben entre 80 y 100 soles (entre 20 y 25 dólares) por kilo.

Cáritas del Perú también anima a los productores a trabajar de modo que se proteja el medio ambiente, como alienta constantemente el Papa Francisco para cuidar la casa común.

“Todos los productores de la cooperativa tienen como meta instalar unos 100 árboles anuales, que no sólo son madereros sino también árboles frutales y otras especies para la conservación del medio ambiente”, precisa Jorge Gordillo.

Cáritas acompaña el trabajo de los productores con seis técnicos de campo y con capacitaciones para mejorar sus cultivos constantemente. Además de los técnicos cuentan con la ayuda de ingenieros de la Universidad de Ucayali, la Universidad de Tingo María, y la Universidad Agraria, esta última en Lima.

El trabajo con el fruto del cacao. Crédito: Cáritas del Perú.
El trabajo con el fruto del cacao. Crédito: Cáritas del Perú.

Esto, resalta Jorge Gordillo, permite “darles charlas y ver la realidad de otros lugares. Por eso en dos años hemos hecho alrededor de seis pasantías para que puedan ver y constatar que en algunas parcelas se ha llegado a producir hasta 3 mil kilos de cacao orgánico”.

“La cooperativa tiene 4 sellos orgánicos y todo grano que sale a Europa tiene garantizado su calidad y no tiene traza de químicos”, subraya y explica que por cada tonelada de grano de cacao aceptado, el comprador paga 240 dólares adicionales, que también sirven para la capacitación de los productores.

El futuro

El coordinador de este proyecto cuenta a EWTN Noticias que ahora tienen entre 60 y 70 pre-socios para la cooperativa, que deben pasar por una serie de filtros para poder sembrar y producir cacao orgánico.

“Para que ingrese un socio, sólo se acepta cuando se hace el análisis de suelo y se ha comprobado que su tierra y su producto puede dar esta calidad”, destaca. “Kaoka ha renovado su contrato por 10 años, hasta el 2034. Somos una cooperativa exclusiva para ellos”, subraya.

Un productor de cacao de la cooperativa Colpa de Loros. Crédito: Cáritas del Perú.
Un productor de cacao de la cooperativa Colpa de Loros. Crédito: Cáritas del Perú.

Jorge Gordillo resalta finalmente que “Cáritas es el brazo social de la Iglesia Católica para llevar alivio a los más necesitados y por eso trabajamos” en Ucayali. Los productores, continúa, aún tienen carencias pero “han mejorado su posición. Vemos que el cacao ha mejorado su precio. De aquí a algunos años vamos a estar contando otra historia de éxito de otros productores, excocaleros”.

Una reflexión final

Mauricio Estrada, excocalero, padre de familia y productor de uno de los mejores cacaos del mundo, comparte con EWTN Noticias: “Hoy soy bendecido, mi fe siempre está viva. Tengo buenas ideas para seguir construyendo mi hogar, mis hijos y la sociedad también”.

Por eso, concluye, reza con frecuencia el Rosario en familia y “buscamos a Dios todos los días, por las mañanas”.