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“Don Zatti, santo de pobres y enfermos”, no es un homenaje más. Es la combinación entre el amor de una familia, una historia de santidad en la sencillez que traspasó generaciones, y la pasión por la música de dos hermanos.

Fueron Adrián y Daniel, dos sobrinos bisnietos de San Artémides Zatti, el inmigrante ítalo-argentino conocido como “el enfermero de los pobres” que se hizo querer en la patagonia con su amor por los más necesitados, quienes decidieron honrar la memoria del salesiano poniéndole melodías a aquellas virtudes que lo elevaron a los altares.

Aunque al escucharlos hablar, su acento delata que Adrián y Daniel Zatti son de la provincia de Córdoba, los hermanos son descendientes de inmigrantes italianos que a fines del siglo XIX se asentaron en Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires, y luego se trasladaron al centro del país.

Su bisabuelo fue uno de los siete hermanos de Artémides Joaquín Desiderio María Zatti, el religioso salesiano y enfermero que vivió su santidad en Viedma, en la patagonia argentina, y cuya canonización fue presidida por el Papa Francisco el 9 de octubre de 2022.

Familia Zatti. Crédito: Adrián Zatti
Familia Zatti. Crédito: Adrián Zatti

El tío Gioacca: un santo “desde siempre”

Los hermanos Zatti prefieren llamarlo “el tío Gioacca”, mientras recuerdan historias familiares en las que siempre aparecía nombrado el santo —incluso antes de que su santidad fuera reconocida por la Iglesia Católica—, y se emocionan al rememorar la devoción que su fallecido padre le tenía.

“El viejo era el fan número uno, y cada cosa que hacíamos, cada acción de vida, el viejo desde chiquitos nos hablaba del tío. Fue lo que me parece que más nutrió todo eso, en casa hablaba todo el tiempo de Zatti. ‘Quedate tranquilo, pedíselo a Zatti’, nos decía”.

"Es como si él hubiera creído desde siempre que era un santo. Y siempre nos inculcó esto de encomendarnos a él, durante las dificultades que vayamos teniendo en la vida, o ante lo bueno también, encomendarnos siempre al tío”, relata Adrián.

Cuando comenzó el camino hacia la canonización, la familia vivió las distintas etapas “siempre con mucha fe”. Y el día de la ceremonia, recuerda Daniel, estaban “todos prendidos al televisor, viéndolo a la distancia, con el tío Eduardo, sacerdote franciscano, y todos conectados, estemos donde estemos: en Córdoba, en Catamarca, en Bahía Blanca, todos unidos a esa celebración”, detalla. “Fue toda una movilización familiar”.

Ese camino de fe, unido a la historia familiar y al gusto por la música de los hermanos Zatti, hizo nacer en ellos el deseo de homenajear a aquel “tío Gioacca” cuya sonrisa hoy se distingue en los altares.

La música siempre estuvo presente en la familia. En el caso de Adrián, recibió formación en música clásica y popular. Estudió en el conservatorio, tomó clases en el Teatro Colón y participó de distintos proyectos. Desde hace diez años dirige Orquestarte, un proyecto independiente con un abanico muy amplio dentro del mundo de la música. Daniel, en cambio, es psicólogo, pero la música es una de sus actividades paralelas.

Adrián Zatti grabando la música de la canción para el santo. Crédito: Adrián Zatti
Adrián Zatti grabando la música de la canción para el santo. Crédito: Adrián Zatti

“Un hombre común que trabajó, luchó y se brindó”

Fue durante una visita que los hermanos hicieron a un estudio de grabación, cuando surgió la idea de poder honrar la memoria de Zatti con una canción.

Una vez que la propuesta estuvo sobre la mesa, Daniel comenzó por escribir la letra, con la intención de destacar las virtudes del santo: “Son las virtudes que de alguna manera marcan a este hombre común, porque no es un superhéroe ni nada por el estilo; fue un hombre común que trabajó y luchó y se brindó”.

“Por eso habla de la santidad, del amor sin medida que él tuvo con respecto a los demás, del tema de la esperanza, de la fe. Don Artémides era un hombre de mucha esperanza y mucha fe, él era un hombre que contagiaba alegría, se entregaba sin condición”.

También quiso reflejar “la caridad, la fuerza, la templanza, la prudencia, esto de ser justos y a la vez humildes”, enumeró.

“El estribillo marca lo que fue la entrega de él, la pasión, y eso termina de alguna manera marcando ese camino a trascender, este llamado a seguir sus pasos”, señaló Daniel, un modelo que —reconoce— pudo tomar en su vida personal y profesional. “Creo que todos debemos transmitir en la sociedad en que vivimos todas estas virtudes”, reflexiona.

En cuanto a la música elegida, Daniel destaca que buscó darle una melodía “que invitara a la reflexión, a la interioridad, a lo contemplativo”.

Daniel Zatti grabando las voces de la canción. Crédito: Adrián Zatti
Daniel Zatti grabando las voces de la canción. Crédito: Adrián Zatti

Una vez que la canción estuvo lista, Adrián, con su proyecto Orquestarte, fue el encargado de añadir ese plus de los instrumentos y hacer realidad los detalles planteados por Javier Pérez, el arreglador musical.

Adrián recuerda que, junto a Javier, pensaron en la pieza como “una mixtura” entre lo clásico y lo popular. “Quería un corno francés, porque da sensación de lejanía, de inmensidad, como metáfora del corazón inmenso de Zatti”.

"También un colchón de cuerdas, una flauta traversa que haga contrapunto con la melodía, y después el resto... obviamente la base armónica-rítmica con el piano, contrabajo, batería y guitarra electroacústica y eléctrica”, enumera, entre otros instrumentos.

“Que Don Zatti lleve esta canción de un lado a otro en su bicicleta”

Sobre la posibilidad de presentarla en vivo, Daniel recuerda que cuando salió a la luz la canción —el 13 de noviembre, fiesta litúrgica de San Zatti— ambos pensaron: “La lanzamos y de ahí que sea lo que el tío quiera”. 

La repercusión los sorprendió: en los primeros días de su recorrido, la canción llegó a Turín, en Italia, desde donde se comunicaron para pedirles la partitura de la pieza, con la promesa de enviarles la grabación cuando se ejecute desde un órgano de 3.600 tubos, en una capilla construida por San Juan Bosco allá por 1.800. 

Los caminos que tomará la canción, todavía son inciertos, pero el anhelo es firme: “Que Don Zatti lleve esta canción de un lado a otro en su bicicleta, pedaleando siempre”, concluyen.

Quienes deseen escuchar “Don Zatti, santo de pobres y enfermos”, pueden hacerlo en YouTube.

Antigua estampita de Don Zatti con una reliquia de su guardapolvo. Crédito: Adrián Zatti
Antigua estampita de Don Zatti con una reliquia de su guardapolvo. Crédito: Adrián Zatti