La Conferencia Episcopal Española (CEE) lidera el proyecto Hospitalidad Atlántica que pretende promover y coordinar la protección a los migrantes que recorren esta ruta desde África hacia Europa. 

Así lo han explicado en un encuentro informativo Mons. Fernando García Cardiñanos, presidente de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad Humana de la CEE, junto al sacerdote Fernando Redondo, director del departamento episcopal de Migraciones. 

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El Obispo de Mondoñedo-Ferrol ha detallado que esta iniciativa, impulsada por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral desde 2022, responde a la voluntad de la Iglesia Católica de “querer acoger a todas las personas desde el fomento de la cultura del encuentro”.

También responde al deseo de la Iglesia Católica de pasar de las palabras a los hechos ya que “la Iglesia no tiene sólo que hablar, sino hacer pequeños signos fecundos que expresen aquella sociedad que queremos”. 

En definitiva, se trata de promover los derechos que, en este campo, son la base del hacer de la Iglesia: el derecho a no migrar, para que “se convierta en una opción lo más libre posible” y el derecho a migrar. 

Según explicó Redondo, el proyecto Hospitalidad Atlántica se articula en torno a una red que aglutina a 26 diócesis católicas ubicadas en 9 países diferentes de África y Europa, más el territorio no autónomo del Sáhara Occidental.

Además de España, forman parte de ella Senegal, Cabo Verde, Gambia, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Mali, Marruecos y Mauritania.

En concreto, en España están involucradas las dos diócesis canarias, la Diócesis de Málaga y Melilla y la de Cádiz y Ceuta. 

El objetivo del proyecto es “promover y coordinar la protección de las personas migrantes que transitan por este camino migratorio que denominamos ruta atlántica”. 

Además de la Delegación de Migraciones de la CEE, que impulsa esta iniciativa, con el respaldo del Dicasterio para el Desarrollo Humano, están involucrados la Red de África y Europa para la Movilidad Humana (RAEMH) y la Comisión Católica Internacional para las Migraciones.

Informar, salvar vidas y dar herramientas

El director del Departamento de Migraciones de la CEE ha detallado los objetivos concretos de este proyecto. 

En primer lugar, ofrecer información veraz en los países de origen porque “salen muchas veces a ciegas” de sus países, sin conocer las condiciones de vida, los peligros de la ruta, las dificultades legales o la defensa de sus derechos.

En segundo lugar, se pretende salvar vidas a través de la Guía de Hospitalidad Atlántica, editada en francés por la Conferencia Episcopal Española y difundida entre las diferentes diócesis, la red de Cáritas locales en los países de origen y entre aquellos  que configuran la ruta atlántica de migraciones. 

Junto a ella, la Iglesia Católica en España cuenta con una Guía de recursos para migrantes que se va actualizando. 

“Se trata de dar herramientas, de establecer espacios seguros a lo largo de esta ruta, donde estas personas puedan ser recogidas e informadas”, ha indicado Redondo, quien también destaca que todo se ha hecho a través del trabajo en red. 

El proyecto Hospitalidad Atlántica está involucrado en los contenidos de la aplicación RefAid que ofrece ayuda a los refugiados y migrantes a través del teléfono móvil. 

Según explicó Redondeo, esta red de entidades católicas procura ofrecer información sobre el peligro de las mafias que se aprovechan de la necesidad de los migrantes en los lugares de origen y de quienes actúan de igual manera en los países de destino. 

También tratan de fomentar una mejor formación de quienes deciden emigrar, para mejorar sus posibilidades de supervivencia en los lugares a los que se dirigen. En las Islas Canarias, donde tantas veces se recogen cadáveres de migrantes arrojados por el mar, se procura informar a los familiares de su muerte.  

Preguntado por la posibilidad de que este tipo de programas fomenten un efecto llamada, Redondo señaló que “las personas que están aquí hay que darles la posibilidad de regularizarse, porque se les están denegando los derechos humanos más elementales”.

A este respecto, el sacerdote recordó una reciente visita a dos asentamientos en la provincia española de Almería, al sur de la península ibérica, donde los migrantes que trabajan en los invernaderos cultivando hortalizas y denunció que viven “en situaciones infrahumanas”. 

En comparación con otras experiencias pastorales en Bangladesh y la selva amazónica en Brasil, Redondo afirmó que “allí no he visto la situación que me encontré en Almería. Personas que están viviendo en chabolas hechas de plástico y cartón, sin agua, con enganches de luz que hacen de forma irregular”.