Mons. Enrique Benavent, Arzobispo de Valencia presidió este martes en la Catedral de la Almudena una Misa, concelebrada por 107 obispos españoles, con ocasión de la tragedia desatada por las inundaciones en España. 

Al inicio de su homilía, el prelado describió cómo “hemos tenido una experiencia de solidaridad que, en esta circunstancia tan dramática, ha sacado a la luz lo mejor que hay en el corazón del ser humano: ha habido personas que en las horas más dramáticas han arriesgado su vida para salvar la de los demás”. 

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En referencia a Cristo, centro de la celebración eucarística, el prelado expuso que “su cercanía y solidaridad es la más grande que podemos imaginar: no hay ningún dolor humano que Él no haya experimentado en sí mismo, en su propia carne”. 

Por ello, animó a acercarnos al Señor “con la confianza de saber que es Él quien mejor comprende el dolor de los que sufren, quien está más cerca de ellos”.

Compartir la esperanza

Por otro lado, el arzobispo expuso que, ante unos hechos tan dramáticos, que se han cobrado la vida de al menos 226 personas, “los cristianos no nos podemos limitar a compartir el dolor. Si nos quedáramos en esto seríamos los más desgraciados de todos los hombres. Queremos, ante todo, compartir la esperanza”.

Una esperanza que se ha dejado notar en multitud de gestos a través de los cuales “las personas se han sentido queridas, se ha aliviado su soledad y su tristeza, han experimentado en ellos una mano amiga”, añadió. 

En concreto, señaló la labor de “muchos jóvenes y adultos cristianos movidos por un compromiso de fe y, gracias a ellos, el anuncio de la esperanza cristiana, se hace más creíble”. 

“Los cristianos no podemos ocultar que nuestra esperanza tiene un nombre: Cristo”, expresó el prelado ante la pregunta que surge ante el misterio del sufrimiento y la muerte: “¿Significa esto que Dios ha dejado de amarnos?”.

Obispos españoles durante la celebración de la Misa por los damnificados por la DANA en Valencia (España). Crédito: CEE.
Obispos españoles durante la celebración de la Misa por los damnificados por la DANA en Valencia (España). Crédito: CEE.

Mons. Benavent expuso que el amor “Cristo lo ha hecho presente acercándose a todo ser humano necesitado de salvación, que somos todos, y abriendo nuestra vida a una esperanza de vida eterna. Si nuestra solidaridad tiene un nombre, también lo tiene nuestra esperanza: Es Cristo”. 

A continuación, el Arzobispo de Valencia invitó a reflexionar “sobre los valores en los que se sustenta nuestra vida y a reconocer nuestra pobreza” pues, añadió, “a menudo vivimos en un mundo que no desfigura la realidad” y nos hace creer que somos ricos de diferentes formas. 

Sin embargo, enfatizó, “eso no es verdad. Sólo el amor de Cristo es el tesoro que nos da la verdadera alegría”, algo que han hecho presente muchos voluntarios que “con su cercanía a los que están sufriendo, han hecho creíble el amor de Cristo y han ayudado a los que sufren a descubrir que Cristo es la fuente de la verdadera alegría”.

En referencia a la Madre de los Desamparados, patrona de la Archidiócesis de Valencia, Mons. Benavent expresó que “compartió el sufrimiento de su Hijo y comparte también el sufrimiento de todos los que sufren en estos momentos”. 

A esto añadió que “en la cruz no es únicamente una mujer que sufre, es una mujer creyente: en ese momento su fe es más fuerte que su dolor”. 

Por eso, animó a no fijarnos en su dolor, si no en su fe porque “vive con la certeza de que Dios no abandona a su Hijo. Que todos los afectados tengan también la certeza de que Dios no ha dejado de amarlos y de que no han sido abandonados por Él”.