El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Mons. Luis Argüello, analizó algunos de los grandes retos de la sociedad española (demografía, trabajo y vivienda, convivencia política y catástrofe por las inundaciones) y proclamó que ante ellos “ni el estado ni el mercado pueden salvarnos”.

El Arzobispo de Valladolid, elegido para el cargo el pasado mes de marzo, quiso fijarse, más allá de los datos sobre los asuntos abordados, que no fueron pocos, “en los rasgos culturales de fondo, en los estilos de vida, que es ahí donde el anuncio del Evangelio y el testimonio de la vida comunitaria de la Iglesia puede ofrecer una colaboración”.

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En su primer discurso de apertura de una Asamblea General de la CEE, el prelado no pudo evitar hacer referencia a la catástrofe provocada en la zona oriental española —especialmente en la comunidad valenciana— por una serie de fenómenos meteorológicos que se han cobrado decenas de vidas humanas: 226 ya están confirmadas. 

Ante la tragedia, señaló: “¿A quién mirar? Ni el Estado ni el mercado pueden salvarnos, aunque en el último tramo del tiempo moderno se hayan presentado como salvadores que pueden cumplir lo que prometen. Reducidos a consumidores y votantes, mercado y Estado nos proponen una salvación, el progreso, que no basta”. 

Esto contrasta con la ola de fraternidad y solidaridad que se ha desplegado, un verdadero “indicador de la bondad que anida en el alma humana” que se revela como “la respuesta adecuada a nuestra vulnerabilidad irremediable”, señaló. 

Mons. Argüello denunció que, a raíz del desastre “hemos visto la rapiña y el populismo de la antipolítica”. 

Tomando la interrelación entre antropología, economía y política expresada por el Papa Francisco durante la última Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Lisboa, Mons. Argüello resumió su parecer sobre los asuntos abordados en su discurso. 

“Una antropología individualista y ciega de autonomía influye en la demografía. Afronta el trabajo y la vivienda con unas claves y reclama una economía y gestión políticas que aseguren la satisfacción de los deseos, aunque haya sangre de los empobrecidos en los zapatos y solucione los problemas que el individualismo lleva consigo. Pero a su vez, la economía genera y precisa un tipo de sujeto, productor-consumidor, que haga juego con sus ofertas y necesidades”. 

“Y la acción política —continuó el prelado— prefiere un ciudadano desvinculado y desmotivado, incluidos los llamados militantes de los partidos que mayoritariamente han dejado de formarse, de debatir y de contribuir a la toma de decisiones de sus dirigentes”. 

A estas consideraciones, añadió: “Al servicio de la economía y de la política dominantes, se genera una cultura pop y de masas a través de muchos nuevos y sofisticados medios de comunicación. Se produce así un círculo vicioso con aparentes perplejidades políticas”.

Entre estas paradojas, Mons. Argüello subrayó que a los “partidos autodenominados progresistas” y a los que “se resisten a ser denominados conservadores” les une “una concepción individualista del ciudadano” y que “sus prácticas políticas, muy enfrentadas en el foro y en los medios, se complementan y retroalimentan”.

Hacerse las preguntas correctas

En este contexto, Mons. Argüello animó a interrogarse de nuevo por el mercado, el estado y el progreso, pero advirtiendo de la necesidad de realizar las preguntas adecuadas. 

Así, expuso que “la pregunta no es si la democracia es el mejor de los sistemas de Gobierno, sino si está unida al estado del bienestar, ¿qué tipo de ciudadanos genera? Cuál es su protagonismo social y qué consecuencias provoca en el tejido social el cultivo incesante a cambio del voto, del derecho a tener derechos, qué hace con la tradición recibida y cómo proyecta a largo plazo, más allá de las exigencias de las próximas elecciones”. 

“La pregunta no es si tiene sentido innovar y crecer en el sistema globalizado con la irrupción de las nuevas tecnologías, —añadió— sino qué significa el progreso del hombre, cómo salvaguardar su humanidad y dignidad, cuál es su lugar en la relación con los animales, las plantas y las máquinas, en un horizonte posthumano alentado por muchos”.

“En definitiva, hemos de hacernos la pregunta central: ¿Qué es ser hombre, varón y mujer?”, planteó el presidente de la CEE al inicio de la 126ª Asamblea Plenaria del episcopado español. 

Para responder a esa pregunta, Mons. Argüello se remitió a la Constitución Pastoral Gaudium et spes del Concilio Vaticano II para proclamar que, ante los interrogantes más profundos del hombre, “cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse”.

Asuntos a abordar en la 1226ª Asamblea Plenaria de la CEE

Durante esta semana, los obispos españoles van a reflexionar sobre cómo va a acoger la Iglesia que peregrina en España lo vivido en el reciente Sínodo de la Sinodalidad, cómo va a preparar el próximo congreso sobre pastoral vocacional bajo el lema ¿Para quién soy yo? y el desarrollo del programa en torno al Jubileo 2025. 

Asimismo, se seguirá avanzando en lo relativo a la reparación integral de los casos de abuso en el seno de la Iglesia Católica, del proyecto marco para la pastoral juvenil y de la puesta en marcha del programa de “hospitalidad atlántica” de la Subcomisión Episcopal de Migraciones. 

Por otro lado, los prelados reflexionarán sobre el documento para la reestructuración de los seminarios, así como de los institutos teológicos e institutos superiores de ciencias religiosas.

Una cita importante dentro de esta semana tendrá lugar el martes, cuando el Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, presidirá en la Catedral de La Almudena una Misa en memoria de las víctimas de las inundaciones en el este español.