La Iglesia Católica se unió en solidaridad con las familias que han perdido a sus seres queridos y con todas las personas afectadas por las “intensas y prolongadas lluvias” que han azotado Costa Rica desde el 1 de noviembre. Esta emergencia nacional se ha intensificado en los últimos días debido a varios fenómenos naturales, incluida la influencia del huracán Rafael a su paso por el Caribe.

En una rueda de prensa el 9 de noviembre, el presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, informó que las intensas lluvias en el país causaron la muerte de dos personas. Entre las víctimas se encuentran un niño de tres años, fallecido tras el colapso de su hogar debido a un derrumbe, y un estudiante universitario que perdió la vida al caerle un árbol encima. Además, el mandatario indicó que continúan los esfuerzos de búsqueda para localizar a dos personas desaparecidas.

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Por su parte, el presidente de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), Alejandro Picado, señaló que se está brindando asistencia a alrededor de 1.000 personas alojadas en 27 albergues habilitados en las zonas más afectadas.

El Gobierno de Costa Rica declaró emergencia nacional el 13 de noviembre como respuesta a las severas afectaciones provocadas por las lluvias, así como por la alta probabilidad de inundaciones y deslizamientos, especialmente en la región del Pacífico.

En este contexto, la Conferencia Episcopal de Costa Rica compartió un comunicado en el que expresó su “profunda solidaridad” con las familias que han perdido a sus seres queridos, así como con las que han estado en albergues temporales y las que continúan en ellos, así como con aquellas que “han sufrido el daño en sus viviendas y enseres, así como los agricultores que han experimentado la pérdida de sus cultivos y la afectación a sus ganados”.

Los obispos lamentaron también la interrupción de actividades, como el cierre provisional de los centros educativos, y expresaron su preocupación por el trastorno en las tareas productivas y comerciales, así como las “urgencias domésticas” causadas por el cierre de carreteras.

En su comunicado, los obispos hicieron un llamado a las autoridades para que, una vez superada la emergencia, se brinde especial atención a las familias que se verán “agravadas en su situación de pobreza”. Además, pidieron que se preste asistencia financiera para los productores agropecuarios, con el fin de apoyar su recuperación y garantizar “la alimentación de sus familias en el transcurso de su reactivación económica”.

Acciones de la Iglesia Católica 

Los obispos aseguraron que, por parte de la Iglesia Católica, los agentes de Pastoral Social-Cáritas “están ofreciendo su apoyo solidario en la atención a las personas en albergues temporales” y también brindando asistencia a quienes “no han podido abandonar sus hogares”.

Así también, señalaron que hay sacerdotes brindando “apoyo emocional a las personas afectadas por esta emergencia”, a quienes animaron a continuar con esperanza durante este difícil proceso.

Hicieron un llamado a la comunidad católica y a la población en general para estar atentos a los próximos llamados sobre las “formas de cooperar en el proceso de respuesta y recuperación de esta emergencia”.

Como pastores del Pueblo de Dios, manifestaron a la comunidad nacional el compromiso de la Iglesia “para seguir sirviendo en estas circunstancias tan difíciles”, y se sumaron a los llamados a la solidaridad para “aliviar el sufrimiento de quienes han sido más duramente golpeados por la inclemencia de los eventos extremos que nos están azotando”.