El Papa Juan Pablo II expresó su preocupación por la disminución de la asistencia a Misa dominical –que afecta a muchos países del mundo- y advirtió que los católicos “permanecen atrapados” en el sin sentido cuando no santifican el Día del Señor.
El Papa se refirió concretamente a la realidad de Nueva Zelanda, al recibir a un grupo de obispos en visita ad limina en Castel Gandolfo. "El debilitamiento de la observancia de la Misa dominical, de la que cada uno de vosotros ha hablado con gran preocupación, difumina la luz del testimonio de la presencia de Cristo en vuestro país”, indicó.
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"Cuando el domingo se subordina a un concepto popular de 'fin de semana' y es dominado excesivamente por el entretenimiento y el deporte, en lugar de ser verdaderamente santificado y revitalizado, la gente permanece atrapada en la incansable y a menudo sin sentido búsqueda de la novedad", señaló el Papa.
El Santo Padre advirtió los estragos del “secularismo desenfrenado” y la necesidad “del mensaje liberador de Cristo en una sociedad que experimenta las consecuencias trágicas del eclipse del sentido de Dios y no puede experimentar la frescura del 'agua viva' de Cristo”.
Este secularismo, indicó, se expresa en “el alejamiento de la Iglesia; la destrucción de la vida familiar; la facilitación del aborto y la prostitución; una visión equivocada de la vida que busca el placer y el 'éxito' y no la bondad y la sabiduría".
"Al afrontar estos cambios inquietantes -afirmó el Papa- los neozelandeses se fijan en vosotros para ser hombres de esperanza, predicadores y maestros con pasión el esplendor de la verdad de Cristo que disipa la oscuridad e ilumina el verdadero camino de la vida".
El Papa recordó que "la Iglesia saca fuerza e inspiración de su liturgia sagrada para su misión evangelizadora. Es un deber que ningún creyente puede ignorar. Enviada por el Señor a la viña -el hogar, las escuelas, los lugares de trabajo, las organizaciones civiles- los discípulos de Cristo no encuentran tiempo para 'estar en la plaza parados' ni pueden ser absorbidos por los aspectos internos de la vida parroquial que los distraen de la obligación de evangelizar a otros activamente".