Ayer jueves se estrenó en varios países de Latinoamérica la película Si todas las puertas se cierran, basada en la vida de Antonia María de Oviedo y Schönthal, fundadora de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, y en historias de mujeres que padecieron la trata de personas.

Se trata de una cinta dirigida por Antonio Cuadri y desde ayer puede verse en las salas de Cinemark en Colombia, Perú, Panamá, Costa Rica, Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. En Ecuador se estrenará el 14 de noviembre en las salas de Multicines.

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En una entrevista con EWTN Noticias, el director explicó que el título de la película tiene relación “con una frase que se dice dentro de la historia y que tiene que ver con la esperanza”, con la capacidad “para superar las dificultades y sobre todo con las segundas oportunidades”.

Además, “habla sobre un drama mundial muy extendido como es la prostitución forzada de mujeres, la trata, la que según el Papa Francisco es la gran esclavitud del siglo XX”.

En la cinta, esto es mostrado al público a través de tres historias de mujeres, “una en el siglo XIX (Antonia María de Oviedo y Schönthal) y dos en la actualidad”.

Sobre la fundadora de las Hermanas Oblatas, el cineasta reseñó que era una mujer proveniente de la burguesía de Suiza, huérfana de padre y que tuvo que trabajar para ayudar a su madre viuda.

“Antonia María de Oviedo es una mujer muy importante en la cultura de Europa en el siglo XIX, escritora, historiadora, poetisa, y verdaderamente una mujer con una profunda vocación religiosa y espiritual, pero ella tomó los hábitos ya de mayor, con más de 45 años. Ella estuvo trabajando en la corte de España como institutriz de los reyes”, añadió.

Además, conoció al P. Benito Serra, un benedictino que estuvo “muy comprometido con los problemas sociales de la época” y que la convenció de seguir el camino espiritual.

Sobre las otras dos mujeres, indicó que “son historias reales de la actualidad. La trata de blancas, la esclavitud de mujeres que son obligadas a prostituirse en África, en Asia, en no pocas zonas de Colombia y de Latinoamérica”.

“Es una realidad muy sangrante, pero queremos hacer una denuncia de esta realidad, pero a la vez una concienciación y sobre todo un canto, como digo, de esperanza”, añadió.

“Las películas no cambian el mundo, pero pueden cambiar la conciencia de algunos espectadores”, expresó.