La finalidad de los cuidados paliativos, al contrario de la eutanasia, es ayudar a la persona que sufre una enfermedad terminal a vivir bien hasta el último de sus días, descubriendo en este proceso la ternura y la misericordia de Dios.

Es la enseñanza que recoge el sacerdote camiliano Alberto Redaelli, promotor de los cuidados paliativos en Ecuador desde hace tres décadas e impulsor de la Fundación Ecuatoriana de Cuidados Paliativos (FECUPAL), de la que en 2014 nació el Hospice San Camilo en la ciudad de Quito.

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La labor que realizan los miembros de la fundación y del hospice, guiados por el sacerdote, va a contracorriente de lo que en varios países parece ser la opción de los gobernantes: el apoyo a la eutanasia y al suicidio asistido.

Ello porque cada vez más países aprueban legislaciones a favor de ambas prácticas con el eufemismo de “muerte digna”. El primero fue Países Bajos en el 2002, luego le siguieron Bélgica, Luxemburgo, Canadá, entre otros países.

Sede del Hospice San Camilo, en Quito (Ecuador). Crédito: Eduardo Berdejo / ACI.
Sede del Hospice San Camilo, en Quito (Ecuador). Crédito: Eduardo Berdejo / ACI.

En el caso de Ecuador, la eutanasia fue despenalizada por la Corte Constitucional en febrero de 2024 y actualmente hay un proyecto de ley para legalizarla.

Para el P. Redaelli ello muestra “cómo la eutanasia en pocos meses ha ganado (en Ecuador) espacio desde un punto de vista social”, mientras que “los cuidados paliativos aún están a nivel embrionario. Estamos en pañales prácticamente”.

Durante su conversación con ACI Prensa, el sacerdote italiano dijo que, sin embargo, la experiencia le ha mostrado casos de personas que se retractaron de la eutanasia que habían pedido, empujados por la desesperación, luego que conocieron los cuidados paliativos.

Por ello, expresó, “yo denuncio muchas veces que para un gobierno o un Estado le conviene más la eutanasia, porque es una cuestión económica”.

El caso más sonado es el de Canadá, donde el Maid (Asistencia médica para morir) ha llegado a aprobar el suicidio asistido para personas que tenían una “necesidad social insatisfecha”, tal como indica un informe de The Guardian de octubre de 2024.

Mostrar la ternura y la misericordia de Dios

Al contrario de ello, explica el P. Redaelli, el cuidado paliativo es “implicarse directamente con un paciente, cuyo pronóstico puede ser horas, días, semanas o meses. Es una novedad cargada de mucha esperanza”.

“Es darle un soporte humano, y yo siempre digo a los pacientes cuando entran aquí al hospice: ‘No se creen falsas expectativas, pero cultiven la esperanza’. La esperanza, que no importa si son minutos, horas, semanas o meses, que es sentirse bien, sentirse acompañado”, explicó.

Para eso, el Hospice San Camilo permite a los familiares ingresar durante las 24 horas del día. Además, dentro hay una capilla y otros ambientes acondicionados para darles comodidad.

Así, durante estos años el sacerdote ha conocido pacientes que disfrutaron de sus vidas hasta donde la enfermedad se los permitió y a quienes se les ayudó a fallecer en la esperanza de Dios.

“Es muy significativo cuando un paciente se despide, sobre todo agradeciéndolo”, dijo el sacerdote, quien relató la historia de Ariella, “una chica que cumplió 21 años. Dos días antes de fallecer, cuando le estaba acompañando, apretando esta mano, le digo: ‘Ariella, ¿cómo estás?’. Y dice, ‘estoy bien, estoy bien’”.

Recordó que “era una chica que tenía muchas ilusiones, expectativas de superar la enfermedad del cáncer, volver a estudiar mecatrónica. Por fin, fue aceptando un poco esta realidad y vivió positivamente. Dos días antes soplaba sobre la torta por sus 21 años, dos días después se despedía”.

“O un niño de seis años con un tumor cerebral —añadió—, que después de ver toda una tarde una película como Los Pitufos, al fin le pregunto: ‘¿Quieres un helado?’. ‘Sí’. Se demora una hora para terminar un helado y después me dice: ‘Mañana lo quiero de chocolate’. Esto a la una de la mañana, a las seis y media de la mañana fallecía. Entonces, son todas experiencias que te sacuden y te enamoran profundamente de la vida”.

“Yo creo que esta es la novedad (de los cuidados paliativos), sobre todo en una filosofía hospice: que los pacientes sientan y encuentren la presencia, la ternura y misericordia de Dios en un rostro humano, en personas que lo están acompañando”, expresó.

Atender a todo el que lo necesita

Desde que empezó esta experiencia de los cuidados paliativos, el P. Redaelli y los miembros de la fundación han realizado también más de 23.000 visitas domiciliarias, “donde va el médico, la enfermera, el psicólogo, el voluntario y cuando es posible el sacerdote, con el respeto siempre del credo particular de cada sujeto humano”.

“Esto es la catolicidad: la apertura y el respeto profundo para todos, pero acompañar. Hemos tratado de priorizar, acompañar y socializar los cuidados paliativos luchando contra mares y montes, muchas dificultades”, señaló.

Este acompañamiento incluye el Viático, el sacramento que la Iglesia Católica ha reservado para los moribundos, “como el pasaporte” para la vida más plena.

En ese sentido, explicó que la Eucaristía “es un memorial del sufrimiento” que ayuda “a vivir bien y a prepararnos para esta vida plena que empieza desde aquí”.

Y sobre el Hospice San Camilo, compartió que se vive una “experiencia de comunión, donde se acerca a pacientes de diferentes identidades, de pertenencias religiosas, o también pacientes, entre comillas, agnósticos”.

“Raramente aquí alguien se presenta como ateo, pero a pesar de todo, descubre una dimensión nueva también con mi Iglesia Católica, de una familia de puertas abiertas donde todos puedan sentirse bien. Y no se trata de ayudarle, vuelvo a repetir, a morir bien, sino de ayudarle a vivir bien hasta el final”, manifestó.

“La eutanasia hoy es un problema mundial —señaló—, pero yo creo que va mermando a medida que promocionamos los cuidados paliativos. Y naturalmente es cuestión de información”.