Mons. Bernardito Auza, Nuncio Apostólico en España, ha visitado algunas de las localidades afectadas por las inundaciones de la pasada semana en la tragedia que se ha cobrado más de 200 vidas humanas.
Este jueves Mons. Auza, ataviado con unas botas de caucho negras, recorrió las localidades de Pedralba y Chiva, donde pudo comprobar de primera mano las consecuencias devastadoras provocadas por la DANA (Depresión Aislada en niveles Altos), un fenómeno meteorológico conocido popularmente como “gota fría”.
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En el recorrido, Mons. Auza estuvo guiado por el Arzobispo de Valencia, Mons. Enrique Benavent, que a lo largo de la semana ha acudido en numerosas ocasiones a los diferentes lugares afectados, y por los dos obispos auxiliares electos, Fernando Ramón y Arturo Javier García.
Según informa la archidiócesis en su sitio web, Mons. Auza ha acudido al lugar para, “en nombre del Santo Padre, trasladar su ánimo, asegurar sus oraciones por los que han perdido la vida y su solidaridad con los que han perdido los bienes”.
El Nuncio ha quedado “muy impresionado por la situación” y la cantidad de bienes perdidos, si bien destacó que “es importante que se han salvado también muchas vidas”.
“Las catástrofes son siempre muy difíciles de llevar. Con la solidaridad de todos creo que Valencia puede superar todos estos desafíos”, añadió.
A lo largo de la visita, además de interesarse por la situación de los vecinos, ha comprobado cómo se organizan cocinas improvisadas en las calles con las que ofrecer algunos alimentos a quienes no pueden cocinar en sus casas y a los voluntarios.
Durante su visita, el Nuncio ha dejado un mensaje escrito en nombre del Papa Francisco: “En nombre del Santo Padre, el Papa Francisco, saludo de afecto y bendición apostólica en este momento de dolor y de pérdida de vidas y de bienes. El Papa asegura a todos sus oraciones y agradece a todos la solidaridad”.
El Arzobispo de Valencia llama a estar “a la altura de las circunstancias”
Por su parte, el Arzobispo de Valencia ha publicado en las últimas horas una carta titulada Estar a la altura de la circunstancias en la que señala que la tragedia “que ha causado tanto sufrimiento en muchas personas y ha provocado enormes daños en viviendas, empresas, colegios, parroquias, vehículos… era algo impensable por la fuerza que ha tenido”.
Mons. Benavent apunta a que su preocupación y la de todos los cristianos ahora ha de ser “una respuesta cristiana ante el sufrimiento de estos hermanos nuestros. Solo así podremos decir que hemos estado a la altura de las circunstancias, aunque no hayamos solucionado todos los problemas de las personas”.
El prelado considera que “detrás de cada damnificado hay una o muchas tragedias: el drama de los que han perdido la vida y de sus familiares que, al dolor que supone la muerte de un ser querido, se añade un sufrimiento inmenso por las circunstancias que la acompañan”.
En este sentido, añade que “muchos proyectos vitales se han truncado y muchas familias han quedado rotas; pensemos en las personas que han salvado su vida después de horas interminables de incertidumbre porque se encontraban en situaciones límite, por lo que han vivido una experiencia que los marcará para siempre; muchos se han quedado sin hogar, sin trabajo, sin un colegio en condiciones para ir a clase”.
El arzobispo anima además a tener en cuenta que “los cristianos conocemos el valor inmenso que tiene la oración y no debemos dejar de orar por todos cuando pasen estos momentos tan intensos que estamos viviendo y se vaya olvidando poco a poco lo que ha sucedido”.
“En estos momentos los cristianos sabemos que no debemos ocultar que nuestra salvación y nuestra esperanza tienen un nombre: Jesucristo. Pero no olvidemos que no podemos anunciar convincentemente esta esperanza, si no sembramos esperanzas concretas ayudando a aliviar los sufrimientos que todos los damnificados están viviendo”, detalla el prelado.
Mons. Benavent también tiene palabras de agradecimiento en la misiva para quienes “desde la conciencia de vuestra fe en Cristo y movidos por el compromiso al que os lleva esta fe, os habéis puesto al servicio de los que están pasando por una situación tan difícil”, en especial de los jóvenes. “El anuncio de Cristo se vuelve de este modo luminoso y creíble”, subraya.
Así lo ha podido comprobar a través del testimonio de un familiar afectado que le ha trasladado la labor de ayuda recibida a través de las parroquias: “La verdad es que he sentido una gran satisfacción, porque como Iglesia hemos estado donde debíamos y hemos hecho lo que hemos podido”.
“No quiero decir con esto que somos los únicos y los mejores. Otros han hecho lo mismo desde sus convicciones y, seguramente, por motivaciones distintas. También hemos de alegrarnos, porque hemos tenido la experiencia de que podemos vivir una fraternidad real con todos cuando juntos nos hacemos servidores de los que más sufren”, añade casi al final del mensaje.
De esta manera, añade, “es como construiremos juntos una sociedad mejor en la que no vivamos en permanente crispación”.