En una audiencia en el Vaticano con religiosas del Convento de Agustinas de Talavera de la Reina (España), el Papa Francisco volvió a expresar su cercanía a Valencia, donde varias localidades han sido golpeadas por unas graves inundaciones que han dejado 200 víctimas mortales, desaparecidos e incalculables pérdidas materiales.  

“Estos días estoy muy cerca de España por la tragedia de Valencia”, afirmó el Santo Padre, al tiempo que recordó que en la Audiencia General de ayer rezó ante la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad. 

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“Están sufriendo tanto allí, tanto. Y ahora parece que Barcelona también está con un poco de problemas, nada más que como ya están un poco duchos en cómo manejar la cosa, están haciendo, están reprimiendo”, señaló a continuación. 

Ante esta grave situación, el Santo Padre dio a las religiosas agustinas un consejo: “Siempre tener en el corazón las necesidades de los demás”.

“¿Ustedes saben que hay gente que no tiene trabajo? Y cuando alguno va a quejarse de que tiene mucho trabajo, piense en los que no lo tienen. Hay gente que no puede pagar el alquiler y que la van a desalojar, y cuando entra en el convento, en la casa parroquial, piense que ‘la tengo gratis’. Cuando uno en su casa parroquial, en su convento, los días de nieve o de lluvia está abrigadito, piense que hay gente que duerme al aire libre, bajo cualquier cosa”.

El Pontífice también pidió a las religiosas que se conviertan en “ejemplo de vida interior” y que sean “maestras en el arte de la oración”.

El Papa saluda a las religiosas agustinas de Talavera de la Reina este 7 de noviembre. Crédito: Vatican Media
El Papa saluda a las religiosas agustinas de Talavera de la Reina este 7 de noviembre. Crédito: Vatican Media

Graves inundaciones en Valencia

El pasado 29 de octubre España sufrió la mayor devastación natural padecida en su historia reciente a causa de una DANA o gota fría que afectó gravemente la Comunidad Valenciana y que también ha llegado a otras zonas del país como Cataluña, Murcia, Andalucía o Castilla la Mancha.

En las áreas más golpeadas de Valencia la situación es crítica y los residentes y miles de voluntarios trabajan sin cesar en la limpieza de las calles, intentando recuperar lo poco que les queda en medio de una situación desgarradora. 

Desde el lodazal en que se ha convertido la zona, los afectados luchan por superar las consecuencias de la devastación material, que se suma al dolor y la incertidumbre de aquellos que aún esperan encontrar a sus seres queridos.

Cuando una religiosa pierde el sentido del humor se “avinagra”

El Santo Padre también les dirigió una petición especial: no perder el sentido del humor. “Cuando un cristiano, más aún una religiosa, un religioso, pierde el sentido del humor, se ‘avinagra’, y es tan triste ver a un cura, un religioso, una monja ‘avinagrado’. Están conservados en vinagre. Siempre hay que estar con la sonrisa y el buen humor”. 

Reiteró que el sentido del humor es “lo que nos mantiene frescos en el servicio de Dios” y subrayó que “un santo triste es un triste santo”.

“La santidad siempre es alegre, desde expresiones de buen humor como San Felipe Neri, ¿no es cierto?, a expresiones de un buen humor más recatado, que es la sonrisa. Tengan la sonrisa que viene del corazón, que no se finge, que siempre está lleno. Pero no pierdan el buen humor”.

Oración para pedir el sentido del humor

A continuación, les recomendó rezar todos los días una oración de Santo Tomás Moro para pedir el sentido del humor:

“Concédeme, Señor, una buena digestión, y también algo que digerir. Concédeme la salud del cuerpo con el buen humor necesario para mantenerla. Dame, Señor, un alma santa, que sepa aprovechar lo que es bueno y puro, para que no se asuste ante el pecado, sino que encuentre el modo de poner esas cosas de nuevo en orden. Concédeme, Señor, un alma que no conozca el aburrimiento —es triste eso: un cristiano aburrido, un cura aburrido, una monja aburrida—. Que no conozca las murmuraciones, los suspiros y los lamentos, y no permitas que sufra excesivamente por esa cosa tan dominante que se llama ‘yo’. Dame, Señor, el sentido del humor. Concédeme la gracia de comprender las bromas, para que conozca en la vida un poco de alegría y pueda comunicársela a los demás. Así sea”.