En un enérgico comunicado de prensa de su vocero oficial, la Santa Sede denunció que a finales de agosto murió en prisión un obispo chino de 76 años de edad, arrestado a finales de los ‘90s, y exigió la inmediata liberación de todos los pastores arrestados por el régimen comunista.
El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, reveló que la Santa Sede ha sabido que “a finales de agosto falleció en la cárcel monseñor Giovanni Gao Kexian, obispo de Yantai (provincia de Shandong), a los 76 años. El cuerpo del prelado fue entregado por la policía a sus familiares. Mons. Gao estaba encarcelado desde finales de los años ’90 y no se tenían noticias de él desde hace tiempo”.
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Además indicó que “sólo ahora” la Santa Sede ha tenido conocimiento de varios de los arrestos que sucedieron hace un mes. Los más recientes corresponden a la primera semana de agosto cuando “el sacerdote Pablo Huo Junlong, vicario general de la diócesis de Baoding (provincia de Hebei), fue detenido por la policía junto a otros siete sacerdotes y dos seminaristas”.
Asimismo, informó que los sacerdotes Pablo An Jianzhao y Juan Bautista Zhang Zhenquan “han sido condenados a un período de reeducación a través de trabajos forzados. Los demás, estarían todavía detenidos en Quyang (Baoding), a excepción de tres que no pertenecen a esta diócesis”.
Según informaciones llegaron a la Santa Sede el 6 de septiembre, “los miembros del clero de la diócesis de Baoding, detenidos o privados de libertad, son 23”.
“Entre ellos se encuentran el Obispo, Mons. Santiago Su Zhimin y su Auxiliar, Mons. Francisco An Shuxin, que desaparecieron en septiembre de 1997 y marzo de 1996, respectivamente, y son detenidos sin juicio en un lugar secreto”.
También , denunció el arresto del administrador diocesano de la arquidiócesis de Fuzhou, junto con dos sacerdotes y un seminarista.
“La Santa Sede no tiene noticia de los motivos de estas medidas represivas. Si las nuevas noticias que han llegado son verdaderas, nos encontraríamos, una vez más, ante una grave violación de la libertad de religión, que es un derecho fundamental del hombre”, indicó.
Finalmente, el Vaticano hizo un llamado “al respeto de este derecho, sancionado por la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, y confía en que todas se les restituya a todas las personas mencionadas cuanto antes, la libertad y puedan desempeñar su compromiso pastoral al servicio de las respectivas comunidades católicas”.