El Obispo de Cienfuegos, Mons. Emilio Aranguren, pidió en su tradicional alocución radial por el día de la Virgen de la Caridad –uno de los pocos espacios de comunicación mediática de la Iglesia- que los cubanos vivan la caridad cotidiana desde sus propias familias.
Mons. Aranguren recordó que en este año 2004, los Obispos cubanos se han propuesto “animar la vida familiar con los valores del Evangelio declarándolo ‘Año de la Familia’”.
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“María de la Caridad del Cobre, como Madre no sólo de la familia de Nazaret, sino también de los discípulos de su hijo y por lo tanto de nuestras familias, como toda madre buena, querrá ver a todos sus hijos unidos en armonía, ayudándose solidariamente en las necesidades, respetándose en las diferencias, viviendo en paz para poder disfrutar de un mundo y una sociedad cada vez más fraterna y mejor”, indicó.
Según el Obispo, el homenaje que la “Madre de los Cubanos” espera de sus hijos va más allá de unas flores o unas velas. “Seguramente, más le agradará que, junto con ese homenaje exterior de nuestro amor, nos propongamos tomar más en serio la atención a nuestros familiares, que es la mejor inversión de la vida”, indicó.
Mons. Aranguren propuso a los cubanos algunos medios concretos para vivir la caridad como acercarse a los hermanos más solos o alejados, dejar los resentimientos hacia los padres o familiares “y no guardar cuentas del mal. Eso no solo hace bien y hace crecer a quien lo recibe sino a quien lo da”.
Asimismo, señaló que a veces “los trabajos o el televisor están robándonos mucho del tiempo que también tendríamos que gastar prioritariamente estando con los nuestros, contándonos nuestras cosas, haciéndonos la visita, interesándonos por la educación, amistades y tipo de diversión. Esto es algo que reclaman, especialmente, los más jóvenes en el hogar.”
“Quizás los mayores o enfermos de la familia están necesitando una palabrita de aliento, un rato de compañía que mitigue soledad o pesar, o una sonrisa o un detallito que les haga presente la ternura de Dios”, señaló.
El Obispo también pidió a los enfermos ofrecer su “sufrimiento personal y muy callado por la vivencia de los valores cristianos en medio de su familia: hijos, nietos y demás. La ofrenda ofrecida en el silencio es fecunda en abundantes e inesperados frutos”.
“Tengamos muy en cuenta que todo lo que facilita y alegra la vida haciéndola más digna y humana es caridad”, señaló.
Mons. Aranguren recordó que la “Virgen de la Caridad es madre de la familia cubana porque también ayudó de múltiples maneras a todo nuestro pueblo en páginas imborrables que han quedado recogidas en la historia personal de muchos cubanos y de muchas de nuestras familias a lo largo de los años”.
“Esto es lo que nos permite también reconocer la influencia espiritual de la presencia maternal de la Virgen de la Caridad en la gestación de nuestro pueblo como nación y, por eso, hoy, desde su altar del Cobre, tan amado y venerado por todas las generaciones de cubanos, nos sigue bendiciendo y acompañando en nuestro caminar por forjar cada día una Cuba mejor”, concluyó.