En uno de los más mensajes más elocuentes que ha pronunciado sobre la crisis de escándalos sexuales en Estados Unidos, el Papa Juan Pablo II aseguró esta mañana que con “obispos que sobresalgan por su santidad”, la Iglesia Católica superará estos duros años en el país americano.
Al recibir a un grupo de prelados norteamericanos en visita ad limina, el Papa reveló que en sus encuentros con los obispos estadounidenses, muchos “expresaron su preocupación por la crisis de confianza en el liderazgo eclesial provocada por los recientes escándalos de abuso sexual” y han pedido responsabilidad en todo nivel del gobierno eclesial y las relaciones entre obispos, clero y laicos.
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En este sentido, aseguró estar convencido “que hoy, como en todos los momentos críticos de su historia, la Iglesia encontrará los recursos para una auténtica renovación en sabiduría, visión y celo de obispos que sobresalgan por su santidad”.
El Santo Padre evocó el testimonio de “reformistas santos como Gregorio el Grande, Carlos Borromeo y Pío X que comprendieron que la Iglesia solo puede ‘re-formarse’ auténticamente cuando regresa a sus orígenes” y purificaron sus instituciones a la luz del Evangelio.
“En las circunstancias presentes de la Iglesia en Estados Unidos, esto asegurará un discernimiento espiritual y la crítica de ciertos estilos de gobierno que, aún en el nombre de una preocupación legítima por buena ‘administración’ y supervisión responsable, pueden correr el riesgo de distanciar al pastor de los miembros de su rebaño y oscurecer su imagen de padre y hermano en Cristo”, advirtió el Pontífice.
El Papa recordó que “el Sínodo de Obispos reconoció la necesidad de que cada obispos desarrolle "un estilo pastoral que es más aún más abierto a la colaboración con todos, cimentado en una clara comprensión de la relación entre el ministerio sacerdotal y el común sacerdocio de los bautizados”.
Mejorar estructuras sin sacrificar celo
También explicó que en la eclesiología de comunión, “un compromiso por crear mejores estructuras de participación, consulta y responsabilidad compartida no deberían ser malinterpretadas como una concesión al modelo secular de gobierno democrático, sino como un requerimiento intrínseco del ejercicio de la autoridad episcopal y un medio necesario para fortalecer tal autoridad”.
Según el Santo Padre, “la experiencia muestra que cuando se prioriza principalmente la estabilidad externa, se puede perder el ímpetus de la conversión personal, la renovación eclesial y el celo misionero y puede sobrevenir un falso sentido de seguridad”.
“El doloroso periodo de auto examinación provocado por los eventos de los dos años pasados dará fruto espiritual solo si conduce a toda la comunidad católica de Estados Unidos a un entendimiento más profundo de la auténtica naturaleza y misión de la Iglesia y a un más intenso compromiso por hacer que la Iglesia en su país refleje, en todo aspecto de su vida, la luz de la gracia y verdad de Cristo”, señaló.
En este aspecto, declaró su “profunda convicción de que los documentos del Concilio Vaticano II necesitan ser estudiados y adheridos de corazón por todos los fieles, porque esos textos normativos del Magisterio, ofrecen la base de una genuina renovación eclesial en obediencia a la voluntad de Cristo y en conformidad con la tradición apostólica de la Iglesia”.
Finalmente, pidió a los obispos que al guiar a la Iglesia encuentren a diario consuelo, apoyo y fortaleza del clero, religiosos y fieles laicos a quienes sirven. “El ministerio al que han sido llamados es demandante y hasta oneroso, pero aún así es una fuente de inmenso gozo espiritual y un servicio indispensable para el crecimiento de los discípulos de Cristo en fe, esperanza y caridad”, concluyó.