El Cardenal Seán O'Malley, Arzobispo de Boston (Estados Unidos) y presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, subrayó que “el celibato no es la causa de la pedofilia”, pero destacó la necesidad de más reformas dentro de la Iglesia para adoptar un enfoque centrado en las víctimas para salvaguardar mejor a los niños.

Tras la presentación del primer informe anual sobre la protección de menores publicado el martes por la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, O’Malley afirmó que “nunca ha visto ningún estudio serio que haya indicado que el celibato y el abuso sexual estén relacionados”.

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“Sí, somos conscientes del increíble daño que [la pedofilia] ha hecho a la credibilidad de la Iglesia y a nuestra capacidad de tener una voz profética en la sociedad”, dijo el cardenal en respuesta a una pregunta sobre un posible “vínculo entre el celibato y el abuso sexual” en la conferencia de prensa del 29 de octubre.

“Y eso no hace más que subrayar la urgencia de la Iglesia de reformarse a sí misma para que podamos continuar la misión de Cristo y ser signo de su amor. Y el reino de Dios tiene que ver con la justicia y la verdad, y estos son los valores fundamentales de los que estamos hablando aquí”, agregó.

Maud de Boer-Buquicchio, jurista y defensora internacional de los derechos de los niños que fue nombrada por el Papa Francisco como miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores en 2022, también declaró que no veía ninguna relación entre el celibato y los abusos sexuales criminales contra los niños.

“No veo ninguna relación”, dijo. “Las relaciones sexuales con niños son un delito y quienes las cometen tienen un problema, que está relacionado con su estado psicológico”.

“No hay excepción para esto, no hay excusa para este crimen. Los niños deben ser respetados en su integridad, física y moral. Así que si es célibe o no, no importa. Hay que proteger a los niños”, dijo.

El Cardenal O'Malley dijo que el objetivo de la comisión pontificia, que ha encabezado desde su creación en 2014, es “hacer todo lo posible” para abordar la falta de justicia y reconocimiento de las personas en la Iglesia.

“Su sufrimiento y sus heridas nos han abierto los ojos al hecho de que, como Iglesia, hemos fracasado en cuidar a las víctimas, y que no los defendimos, y que nos resistimos a comprenderlos cuando más nos necesitaban”, dijo en la rueda de prensa del martes.

“Esperamos que este informe, y los que vendrán, compilados con la ayuda de las víctimas y sobrevivientes en el centro, ayuden a garantizar el firme compromiso de que estos eventos nunca vuelvan a suceder en la Iglesia”.

Según el purpurado, el informe anual de protección —que describe las políticas y procedimientos del Vaticano para la protección de menores— tiene como objetivo complementar la función de defensa de la comisión, así como apoyar el trabajo del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF).

“El trabajo de la DDF es muy central en la administración de justicia en el área de los abusos sexuales, y nuestra tarea es tratar de aportar una dimensión pastoral a eso y a la voz de las víctimas”, dijo el cardenal.

La Pontificia Comisión para la Protección de los Menores celebra este año su décimo aniversario. Actualmente es una institución permanente dentro del Vaticano, encargada de acompañar y ayudar a las Iglesias locales en sus ministerios de protección mediante la formación y la capacitación.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.