Hace un año, al final de la primera asamblea general del Sínodo de la Sinodalidad, se distribuyeron versiones electrónicas de un borrador del informe resumido confidencial entre los medios de comunicación y otros, como sucede inevitablemente, en los días previos a las últimas enmiendas de los delegados y a la votación final.
Este año, aparentemente para desalentar tales filtraciones, los organizadores del Sínodo sólo proporcionaron a los participantes copias impresas del borrador del informe, que no se difunden tan fácilmente.
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La ironía es que puede que no haya mucho que compartir.
En las últimas semanas, tanto interna como externamente, la asamblea se ha visto sometida a una intensa presión para cambiar las estructuras de gobierno de la Iglesia e incluso algunas de sus doctrinas básicas.
La teóloga Myriam Wijlens, consultora del Sínodo, enfatizó en una conferencia de prensa el 23 de octubre que el Papa Francisco ha llamado a “reconfigurar la Iglesia de manera sinodal”. Hacerlo requeriría cambios en el derecho canónico para, por ejemplo, hacer obligatorios los consejos parroquiales o diocesanos.
Pero cambios más grandes, como abrir el diaconado a las mujeres o permitir excepciones al celibato sacerdotal, por citar dos temas que se promovieron públicamente este mes, parecen estar fuera de la mesa.
Según fuentes que han hablado con CNA —agencia en inglés de EWTN News—, lo que queda es un borrador de informe que está generando decepción en los sectores progresistas, pero muy poco revuelo.
Titulado “Comunión, misión y participación”, es un documento breve: 152 párrafos, por el momento, que cubren unas 47 páginas. Según las fuentes sinodales, se divide en cinco partes.
La primera parte trata de la comprensión compartida de la sinodalidad y sus principios teológicos. La segunda se refiere a lo que se llama una “conversión relacional”. La tercera parte habla del discernimiento eclesial, de los procesos de toma de decisiones, de la cultura de la transparencia, de la rendición de cuentas y de la evaluación. La cuarta parte busca entender cómo cultivar el intercambio de dones de nuevas maneras. Por último, la quinta parte habla de la formación en y para la sinodalidad misionera.
El documento final del Sínodo, dijo un delegado a CNA, parece estar fuertemente tomado del documento sobre la sinodalidad que la Comisión Teológica Internacional publicó en 2018, titulado La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia.
Después de revisarlo, los delegados del Sínodo pueden proponer enmiendas, que la asamblea discutirá y votará este sábado.
Dos tercios de la asamblea deben aprobar un párrafo para que se mantenga. En el pasado, si un párrafo no llegaba ni siquiera a dos tercios, no se publicaba. Se decía que no representaba la comunión sinodal. En cambio, el Papa Francisco ha querido que cada párrafo del documento final se publique y que los votos a favor o en contra se indiquen junto con el párrafo.
Más allá de las conversaciones sobre una sana descentralización, el borrador del documento aborda cómo se debe afrontar esta descentralización. En particular, hay un párrafo que dice que en una Iglesia sinodal la competencia decisoria del obispo y del obispo de Roma es “inalienable”, al tiempo que propone algunas buenas prácticas para que el consejo diocesano y parroquial sea representativo de todo el Pueblo de Dios, incluidas las mujeres.
Algunos describen el documento como una medida más bien interlocutoria que definitiva. Un obispo observó que “el documento permite a cada uno gestionar las cosas como quiera”, pero añadió, mostrando cierta decepción: “Entonces, ¿de qué estábamos hablando?”.
Si estos son los resultados de dos etapas sinodales en Roma y un camino de tres años de diálogo y escucha antes de eso, está claro que muchos se sentirán decepcionados. No hay revoluciones, sino una llamada a un cambio de mentalidad en la Iglesia basada en la idea de que la sinodalidad siempre ha estado presente en la Iglesia.
Este será el punto de partida para la sesión final del sábado.
Después de la publicación del documento final habrá que esperar a que el Papa Francisco actúe. El Santo Padre podría decidir adoptar el documento final en su totalidad como una exhortación postsinodal o podría redactar él mismo una exhortación postsinodal, ya sea antes o después de que los diversos grupos de estudio de expertos entreguen sus informes finales en mayo.
Al final, todo depende del Papa.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.