El francés Matthieu Jasseron ha anunciado que abandona el sacerdocio tras un tiempo sin aparecer en redes sociales, donde se hizo famoso por contenidos polémicos. “Ya no estoy en sintonía con la Iglesia” afirma en un vídeo donde denuncia abusos y persecución.

A través de su canal de YouTube, Jasseron ha publicado el 20 de octubre un extenso vídeo de 45 minutos en el que ha anunciado su secularización bajo el título Les cuento todo sobre por qué dejo la sotana.

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En él afirma que vive como ermitaño en medio del bosque y ha reanudado sus estudios de Psicología. Nacido en 1984 en una familia formalmente católica, pero no practicante. En 2013, ingresó en el seminario de Orleans y fue ordenado en junio de 2019 e incardinado en la Archidiócesis de Sens-Auxerre. 

En agosto de 2020, creó en plena pandemia de Covid-19 una cuenta en TikTok, donde rápidamente se hizo viral por sus polémicas publicaciones. En ellos lo mismo simulaba ser un disc jockey con las vestiduras litúrgicas y reemplazando la mesa de mezclas por el altar con las especies sagradas, que mostraba en ellos a una “monja sexy”.

“Me retiro del sacerdocio. Ya no estoy lo suficientemente en sintonía con la Iglesia institucional como para seguir siendo uno de sus predicadores, sus administradores o incluso uno de sus funcionarios religiosos”, explica en el vídeo del 20 de octubre.

Sobre su situación eclesial, añade que, “en términos absolutos, sigo siendo sacerdote”, de la misma forma que un casado que se separa, sin divorcio, sigue casado. “A priori nada me lo podría quitar. Ni una solicitud oficial por mi parte ni un bello documento enviado por el Vaticano”, añade, al tiempo que asegura que esta decisión no está relacionada con ningún comportamiento sexual, castigo o excomunión. 

“Es algo mucho más profundo. Sigo creyendo y quizás más que nunca en la fuerza del Evangelio y en la belleza de la Iglesia”. Sin embargo, puntualiza, “ya no puedo hacerlo como sacerdote oficialmente designado por esta institución llamada la Iglesia Católica Apostólica y Romana”.

En el curso de sus explicaciones, Jasseron denuncia haber sido “linchado, agredido, humillado, manipulado”.  

“A veces honestamente me pregunto cómo me hice sacerdote. Siempre he tenido un poco de tendencia anarquista, libertaria. Y ¿hay una institución más jerárquica y totalitaria que la Iglesia?”, plantea en otro momento de sus explicaciones. 

También cuestiona cómo durante su época en el seminario le permitieron seguir adelante hasta ordenarse, mientras critica que muchos presbíteros son meros “portavoces y administradores de la línea del partido”, en referencia a la Iglesia Católica, donde asegura que conviven “Fascistas ultra-fundamentalistas conservadores e izquierdistas woke”.

Lista de agravios a cargo de “mafiosos y traidores”

En su alocución, Jasseron describe una larga lista de padecimientos que, a su juicio, se desataron a raíz de la publicación de su segundo libro, Memorias de un joven cura, lo que funcionó como “catalizador de un tsunami”.

Señala que los que le han dañado no son cristianos comunes, sino “ciertos líderes de la Iglesia en Francia, algunos de sus financiadores, sus medios o sus altas jerarquías” y advierte que “todos los sacerdotes y todos los obispos no son como los mafiosos y traidores que voy a describir”.

Jasseron denuncia una serie de comportamientos graves como haber sido “abusado y agredido físicamente por un obispo”, haber sufrido “la presión de los servicios secretos de inteligencia”, o que la prensa revelara “un secreto equivalente al de confesión” que había confiado a un arzobispo.

También ha mencionado que usurparon su identidad en redes sociales, que fuera llamado a comparecer ante un tribunal eclesiástico o que su confesor habría contado conversaciones privadas a los periódicos. 

También ha denunciado que “sacerdotes fundamentalistas” le intimidaron al acudir a las Misas que celebraba entre los asistentes. 

Jasseron afirma que “el Vaticano conocía estos abusos” pero “se contentó con desplazar al arzobispo que me había dañado”. Aunque no lo nombra, Jasseron estaría haciendo referencia al actual Obispo de Viviers, Mons. Hervé Giraud, quien fue trasladado de sede desde la Archidiócesis de Sens-Auxerre la pasada primavera.

Aunque no ha habido un pronunciamiento formal por parte de la Iglesia sobre su caso, Jasserson también denuncia que fue incluido en una suerte de “lista negra” para que sus entonces compañeros de ministerio no atendieran sus llamadas. 

Comunicado del Arzobispado de Sens-Auxerre

El actual Arzobispo de Sens-Auxerre, Mons. Pascal Wintzer, que se instaló en la archidiócesis apenas el 6 de octubre, señaló en un comunicado este 21 de octubre que “todavía no conozco a Matthieu Jasseron ni su situación”, y anunció que se reuniría con él “en los próximos días”.

“Cada historia es personal y debemos tener cuidado de no sacar conclusiones generales de ella. Sin embargo, un evento así no deja de cuestionar a nuestra Iglesia en Yonne [n.d.r. departamento en el que se encuentra Sens], el ministerio sacerdotal y la formación”, expresó el prelado. 

 “Pienso en Matthieu Jasseron y rezo por él, por sus allegados, por la parroquia de San Juan Bautista de Joigny, a cuyo servicio estuvo hasta el pasado mes de junio. Expreso mi apoyo y mi fraternidad a los sacerdotes de la diócesis”, concluye el arzobispo.