El sacerdote jesuita y Prefecto Apostólico de Battambang (Camboya), P. Enrique “Kike” Figaredo, ha entregado al Papa Francisco una silla de ruedas realizada por supervivientes de las minas en Camboya. 

El misionero español viajó a Roma desde el país del sudeste asiático con un regalo especial para el Santo Padre: una silla de ruedas Mekong, caracterizada por tener tres ruedas y estar fabricada con madera.

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El P. Figaredo, quien se encuentra en la Ciudad Eterna para participar en el Sínodo de la Sinodalidad, tuvo la oportunidad de reunirse con el Pontífice a primera hora de la mañana del 23 de octubre.

“Este encuentro ha sido precioso, el Papa Francisco me tiene fascinado. Cuando me vio, me preguntó: ‘Kike, ¿qué me traes?’”, compartió con ACI Prensa.

Según indicó el misionero, el Santo Padre “se sorprendió al ver la silla de ruedas y dijo que era muy bonita”. Más tarde le enseñó algunas de sus características “y él escuchó muy atento”, destacando que los autores no son “discapacitados”, sino que tienen “capacidades especiales”.

“Le invité a sentarse, se levantó de su silla y se sentó en la silla camboyana y dijo: ‘qué preciosidad’”. También mostró su deseo de utilizarla, algo que para el P. “Kike” sería “un símbolo para las personas heridas de la guerra”.

Destacó asimismo que este gesto alberga un gran significado: “Que el Papa Francisco tenga una silla de ruedas hecha por las personas por las que reza y lucha, para que tengan paz”.

“Las personas víctimas de la guerra son las que se la ofrecen a través de mi. Le regalan al Papa una silla de ruedas, que ahora está discapacitado, para que pueda seguir siendo el líder de la Iglesia y del mundo para la paz”, añadió.

El P. Figaredo lleva más de 40 años entregando su vida al servicio de los más necesitados en Camboya, especialmente a las personas mutiladas debido a las explosiones de las minas antipersonales.

Con el paso de los años, impulsó diferentes proyectos de acción con los discapacitados. En 1991 fundó en Phnom Penh una escuela para niños mutilados, donde construyen las silla de ruedas Mekong, en alusión al río que cruza Camboya y otros cinco países asiáticos y es uno de los más largos del mundo. 

Aquí acogen a niños vulnerables de la calle, huérfanos y discapacitados.  En Battambang se encuentra además el Centro Arrupe, donde se desarrollan diferentes proyectos de educación para niños y formación de adultos. 

Cuentan también con una extensión de agricultura y ganadería, el restaurante The Lonely Tree Café, una cafetería, un hotel, un centro textil donde realizan los Kromas —el pañuelo tradicional camboyano— y con la marca Mutitaa, donde venden prendas que pueden adquirirse por internet desde España. Todos estos son, según el obispo español, “pequeños modelos de integración social”.

A la misión acuden cada año voluntarios de diferentes países. Muchos llegan para ayudar durante el verano y los adultos suelen quedarse más tiempo, alrededor de un año. Luego, hay otros que acuden solamente por unos meses y finalmente terminan por quedarse, porque esta gente tiene algo que “te atrapa”.