El Arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Mons. Luis Argüello, considera que la sinodalidad permite responder a la llamada que el Señor nos hace a la “comunión misionera” para “evangelizar a contracorriente”.
El prelado, que se encuentra en Roma para participar en la segunda asamblea del Sínodo de la Sinodalidad, ha reflexionado en una carta reciente sobre qué significa este proceso impulsado por el Papa Francisco.
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Bajo el título Carta desde Roma. ¿Por qué y para qué la sinodalidad?, Mons. Argüello sostiene que “la sinodalidad es la oportunidad de realizar la acogida plena del Pentecostés del Vaticano II en el cambio de época, acelerado en los últimos decenios”.
Este proceso, prosigue, “nos permite avanzar en la respuesta a la llamada que el Señor nos hace a la comunión misionera en el momento que nos toca vivir, marcado por el individualismo y la urgente necesidad de evangelizar a contracorriente”.
Así, la sinodalidad ofrece a juicio del prelado una cuádruple oportunidad a la Iglesia Católica. En primer lugar, para pasar “de una vida autorreferencial, eclesiocéntrica a una vida que mira “hace el Señor (conversión) y hacia el mundo para anunciar el Reino (vocación). En segundo término, para ir desde el clericalismo a un servicio de la caridad “que toma forma en la identificación vocacional de cada uno: caridad pastoral, caridad política y caridad consumada”.
En tercer lugar, Mons. Argüello considera que el Sínodo de la Sinodalidad permite recorrer el camino desde “una comprensión de la Iglesia como sociedad perfecta, a sacramento que anuncia y transparenta, en gérmenes y diseños, el Reino de Dios”. La cuarta oportunidad consiste en ir “de una vida estática a una vida dinámica de peregrinación, comunicación y entrega”.
En este sentido, el presidente de la CEE considera que hay que insistir en esos cuatro puntos “pues la percepción que se tiene de este Sínodo parece subrayar una obsesión por temas internos y luchas por la distribución del poder”.
A su entender, “nada más alejado de la intención del papa Francisco al hacer esta propuesta a la Iglesia”.
Para Mons. Argüello la Iglesia sinodal es un pueblo que “descubre en la Eucaristía su corresponsabilidad diferenciada, según el lugar que cada uno ocupa en torno al altar”. De esta concepción brota la misión de la Iglesia en camino “de la que todos somos responsables” y que subraya la escucha, el diálogo, el primer anuncio y “la iniciación cristiana y el testimonio y ofrenda de la misericordia”.
Respecto del papel de los ministros ordenados, el Arzobispo de Valladolid subraya que constituye una “humilde mediación sacramental”. Esto implica que los pastores no pueden realizar este servicio, explicita el prelado, “si no estamos unidos entre nosotros —colegialidad— en los diversos círculos que expresan nuestra fraternidad sacramental: presbiterio, colegio episcopal y comunión cum Petro y sub Petro”.