¿Hay más de lo que parece en el marco de los debates sobre el gobierno eclesiástico y la relación entre las Iglesias locales y la Iglesia universal, el principal tema de conversación en el Sínodo de la Sinodalidad durante la semana pasada?

Uno tiene la impresión de que muchos participantes en el Sínodo ven el tema como una especie de caballo de Troya, un tema que puede parecer inocuo en la superficie, pero que puede desplegarse para volver a colocar en la agenda principal temas marginados, como los sacerdotes casados y las mujeres diaconisas.

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La mera posibilidad de que esto sea lo que realmente está sucediendo ha puesto en alerta máxima a quienes quieren mantener la línea sobre la estructura de gobierno de la Iglesia y la enseñanza moral.

El tema en cuestión se refiere a la Parte 3 del Instrumentum laboris, o documento de trabajo de la asamblea sinodal, que “invita” al Pueblo de Dios “a superar una visión estática de los lugares, que los ordena por niveles o grados sucesivos (Parroquia, Zona, Diócesis o Eparquía, Provincia Eclesiástica, Conferencia Episcopal o Estructura Jerárquica Oriental, Iglesia Universal) según un modelo piramidal”.

“En realidad, esto nunca ha sido así”, continúa el documento. “La red de relaciones e intercambio de dones entre las Iglesias siempre ha tenido una forma reticular y no lineal, en el vínculo de unidad del que el Romano Pontífice es el principio y fundamento perpetuo y visible”.

Como subrayó durante la semana el Cardenal Jean-Claude Hollerich, Arzobispo de Luxemburgo y relator general de la asamblea sinodal: “La Iglesia desde el principio se ha referido a la ciudad, a los lugares en los que vivió, guiada por el obispo en una estrecha relación con el territorio”.

Fue en este contexto que el Cardenal Leonardo Steiner de Manaos (Brasil) dijo durante una conferencia de prensa diaria que “muchas de nuestras mujeres son verdaderas ‘diaconisas’”, al tiempo que argumentó que el Papa Francisco “no ha cerrado la cuestión” de la ordenación de hombres casados en lugares como la Amazonía. Abogó por que la Iglesia esté abierta “a la escucha de las culturas y religiones” para que el Evangelio pueda ser “inculturado”.

¿Qué significa esto exactamente? En opinión de Steiner, permite la posibilidad de que algunas conferencias episcopales digan sí a las mujeres diaconisas y a los sacerdotes casados, basándose en consideraciones culturales, mientras que otras dicen que no. Según ese razonamiento, incluso el camino sinodal de la Iglesia en Alemania podría tener sentido, aunque el Papa Francisco no ha perdido la oportunidad de criticarla e incluso de burlarse de ella, habiendo hecho la broma a un obispo alemán en Bélgica: “¿Hay una Iglesia Católica en Alemania?”.

En un foro pastoral-teológico del 16 de octubre titulado “La relación mutua de la Iglesia local y la Iglesia universal”, el Cardenal Robert F. Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos, subrayó que las Iglesias locales no son simplemente partes de una estructura más grande, sino que encarnan la verdadera presencia de la Iglesia de Cristo, logrando la unidad a través de diversas expresiones locales.

Haciéndose eco de este tema, otro participante en el foro, Miguel de Salis Amaral, sacerdote portugués y profesor de Teología en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, dijo que las Iglesias locales están formadas “a imagen” de la universal. Citando la Lumen gentium, la Constitución dogmática sobre la Iglesia, subrayó que “el poder, la riqueza de todos los dones sacramentales y espirituales” reside “en cada Iglesia local”.

Otro de los ponentes, Antonio Autiero, sacerdote de la Diócesis de Nápoles (Italia) y profesor emérito de Teología Moral en la Universidad de Münster, destacó que la experiencia de la Iglesia es “puramente local”. Expresó su apoyo a un “ministerio de la escucha” a nivel de la comunidad local, que a través de sus “elementos de discernimiento” podría hacer sugerencias a la Iglesia local.

Un ejemplo de los organismos locales que dan forma a la política de la Iglesia que se destacó durante el debate fue el Consejo Plenario de Australia, convocado para responder a la crisis de abusos sexuales del país. Integrado por 44 obispos y otros 275 miembros, el consejo está autorizado por un indulto de la Santa Sede para dialogar y tomar decisiones.

Mientras tanto, en el seno del salón de actos, se coincidió en la necesidad de poner de relieve “la importancia de preservar la unidad de la Iglesia”, según Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación.

Sin embargo, aún está por verse cómo los delegados deciden articular ese consenso en el documento final de la asamblea a finales de mes.

El Cardenal electo Roberto Repole, Arzobispo de Turín en Italia, señaló que el documento no expresará los puntos de vista de la mayoría y la oposición, sino más bien un consenso.

“No somos un parlamento; buscamos la voz del Espíritu también a través de la escucha de la voz de nuestros hermanos. Aquí veo la catolicidad de la Iglesia”, dijo.

“La sinodalidad es una experiencia —añadió—, pero requiere un análisis profundo de las cuestiones teológicas que no pueden quedar al margen”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.