El Arzobispo John P. Foley, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, señaló este martes durante el Seminario de actualización para obispos con menos de cinco años de ordenación en tierra de misión, que el uso de los medios de comunicación social es esencial para evangelizar.

Durante el evento que reúne a obispos en tierras de misión de lengua francesa, española y portuguesa, Mons. Foley señaló que “el uso eficaz de las comunicaciones es esencial para la evangelización y para el ministerio episcopal en el mundo de hoy”.

“Escuchar la buena noticia de Jesucristo es la comunicación más importante que los seres humanos pueden recibir; por ello -dijo- nuestra primera responsabilidad es precisamente comunicar esa noticia de la manera más eficaz posible”.

“¿Cómo podemos comunicar la buena noticia de Jesucristo? Obviamente con el buen ejemplo, a través de la predicación y la enseñanza de las verdades básicas de la fe, del conocimiento de la Biblia y ayudando a la gente a orar”, agregó el Prelado.

El presidente del Consejo señaló además que “la buena noticia de Cristo la comunicamos a través del trabajo positivo que la Iglesia hace en su nombre” y a través de los medios de comunicación.

Tras recordar que en 1992 se publicó la instrucción pastoral “Aetatis novae” sobre las comunicaciones sociales, el Arzobispo Foley afirmó que este documento “insta a que en cada diócesis se desarrolle un plan pastoral para las comunicaciones, y que las comunicaciones formen parte de todos los planes pastorales”.

Refiriéndose a los programas de radio y televisión y a las publicaciones, Mons. Foley puso de relieve que deben ser de gran calidad. “Esa marca de alta calidad, por supuesto, debe surgir de nuestra autenticidad, nuestra credibilidad como representantes del Evangelio de Jesucristo”.

Actualización episcopal

El encuentro de actualización episcopal, según explicó su anfitrión, el Cardenal Crescenzio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos,  tiene como fin inmediato “brindar a todos un tiempo para rezar, reflexionar, profundizar en la vida y en el ministerio episcopal, que, sobre todo en los primeros años, puede presentar dificultades y problemas”.