El próximo 22 de octubre, en la fiesta de San Juan Pablo II, harán resonar en cuatro continentes las campanas La voz de los no nacidos para pedir por la vida humana y la paz del mundo, especialmente en Ucrania.  

La campana La voz de los no nacidos es una iniciativa que nació en Polonia, tierra natal de San Juan Pablo II, gracias a la Fundación Sí a la Vida (Fundacja Życie Tak, en polaco). La primera de estas fue presentada el 26 de agosto de 2020, durante la fiesta de la Virgen de Czestochowa.

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De ahí la iniciativa se extendió a Zambia, Ucrania, Kazajistán y Ecuador. A este último país llegó el 12 de febrero de 2022, siendo instalada en la Arquidiócesis de Guayaquil.

Cada una de estas campanas llevan mensajes a favor de la vida, como la frase del Libro del profeta Jeremías, en el que Dios le dice: “Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te tenía consagrado”, y el quinto mandamiento “No matarás”.

Asimismo, con el fin de que las cinco campanas suenen al mismo tiempo, se ha establecido que en Ecuador repique al mediodía, en Zambia 19 horas, en Polonia a las 19 horas, en Ucrania a las 20 horas y en Kazajistán a la medianoche.

Además, se invita a las personas a recitar la oración que San Juan Pablo II rezó durante su visita a Hiroshima el 25 de febrero de 1981 para pedir por la paz.

Para esta ocasión, los organizadores de la jornada del 22 de octubre añadieron a la frase final un pedido por la vida de los no nacidos.

La oración es la siguiente:

Y al Creador de la naturaleza y del hombre, de la verdad y de la belleza, suplico:

Escucha mi voz, pues es la voz de las víctimas de todas las guerras y de la violencia entre los individuos y las naciones.

Escucha mi voz, pues es la voz de todos los niños que sufren y sufrirán cuando las gentes pongan su fe en las armas y en la guerra.

Escucha mi voz cuando te ruego que infundas en el corazón de todos los hombres la sabiduría de la paz, la fuerza de la justicia y la alegría de la confraternidad.

Escucha mi voz, pues hablo por las multitudes de todos los países y de todos los períodos de la historia que no quieren la guerra y están preparados a caminar por sendas de paz.

Escucha mi voz y concédenos discernimiento y fortaleza para que podamos responder siempre al odio con amor, a la injusticia con la dedicación total a la justicia, a la necesidad compartiendo de lo propio, a la guerra con la paz.

¡Oh Dios! Escucha mi voz, ¡escucha La voz de los no nacidos! y concede en todo el mundo tu eterna paz.