El Arzobispo de Westminster (Reino Unido), Cardenal Vincent Nichols, se manifestó en contra de un proyecto de ley que fue introducido en el Parlamento británico, este 16 de octubre, que propone un cambio en la ley para permitir el suicidio asistido.

El debate, que se prolongará durante varios meses hasta la votación definitiva de los legisladores, pondrá en el foco de la opinión pública temas como “la dignidad de la vida humana y la atención y protección que nuestra sociedad dispensa a todo ser humano”, aseguró el también presidente de los obispos católicos de Inglaterra y Gales (CBCEW, por sus siglas en inglés), en una carta pastoral publicada el 13 de octubre.

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Según señala el Catholic Herald, esta será la primera vez que los parlamentarios tendrán libertad de voto sobre el suicidio asistido desde 2015, cuando un proyecto de ley presentado por el laborista Rob Marris fue rechazado por 330 votos contra 118.

Actualmente, la Ley de Suicidio de 1961 castiga con hasta 14 años de cárcel ayudar a un suicidio, “aunque los procesos y las sentencias de cárcel son extremadamente raros”.

Hace pocos días, Mons. Philip Egan, Obispo de Portsmouth, se refirió al proyecto presentado por la diputada Kim Leadbeater, ofreciendo a los fieles 6 razones para rechazar la eutanasia.

Ante esta realidad, el Cardenal Nichols advirtió sobre tres puntos claves que los católicos, y todos los británico de buena voluntad, deben tener en cuenta en medio del debate.

1.  “Una historia que es mejor no empezar”

“No cabe duda de que el proyecto de ley que se presente al Parlamento estará cuidadosamente redactado, estableciendo circunstancias claras y muy limitadas en las que sería legal ayudar, directa y deliberadamente, a poner fin a la vida de una persona”, precisó el purpurado.

Sobre esto, advirtió que la evidencia en cada país donde se ha aprobado la eutanasia es clara: “Las circunstancias en las que se permite acabar con una vida se amplían cada vez más, haciendo que el suicidio asistido y el asesinato médico, o eutanasia, estén cada vez más disponibles y aceptados”, explicó.

Además, el Cardenal Nichols señaló que, de aprobarse, la nueva ley provocará un “gran temor e inquietud a muchos, especialmente a los más vulnerables y a los discapacitados” y que será sólo el inicio de una pendiente resbaladiza. “Es una historia que es mejor no empezar”, afirmó.

2. No imponer a los médicos “la obligación de matar a sus pacientes”

Refiriéndose a la naturaleza del proyecto de ley, el presidente del episcopado aseguró que aquello que es permitido “se fomenta a menudo y con facilidad” entre los ciudadanos. En ese sentido, fue enfático al afirmar que despenalizar la eutanasia hará desaparecer “una protección clave de la vida humana”.

“Las personas que se acercan a la muerte se ven presionadas, por los demás o incluso por sí mismas, a poner fin a su vida para liberar a su familia de una supuesta carga de cuidados, para evitar el dolor o en aras de una herencia", añadió.

El purpurado destacó la necesidad de que los proveedores de salud mejoren la calidad y la facilidad de acceso a los cuidados paliativos, para que se fortalezca la opción de “vivir nuestros últimos días en compañía de seres queridos y profesionales médicos atentos”.

“Esto sí que es morir con dignidad”, expresó el cardenal. Asimismo, aseguró que a los médicos no se les debe imponer “la obligación de matar a sus pacientes”.

3. “Olvidarse de Dios menosprecia nuestra humanidad”

El Cardenal Nichols señaló que las cuestiones que plantea el proyecto de ley “llegan al corazón mismo de cómo nos entendemos a nosotros mismos, nuestras vidas, nuestra humanidad”. Para los creyentes, recordó, la vida es un don de Dios y encuentra su plenitud sólo en Él.

“Ignorar o negar esta verdad es separar a nuestra humanidad de sus orígenes y su propósito”, afirmó. El presidente del Episcopado remarcó que Dios es la fuente de la dignidad intrínseca del hombre y que “el sufrimiento de un ser humano no carece de sentido” y no destruye esa dignidad. 

Cristo, añadió, “lleva nuestra humanidad a su plena gloria precisamente a través de la puerta del sufrimiento y de la muerte”.

El purpurado precisó que el proyecto de ley “pretende otorgar a una persona de voluntad y mente sanas el derecho a actuar de una forma que es claramente contraria a una verdad fundamental: nuestra vida no es nuestra posesión, para disponer de ella como creamos conveniente”.

“No es una libertad de elección que podamos tomarnos sin socavar los cimientos de confianza y dignidad compartida sobre los que se asienta una sociedad estable”, dijo, pidiendo a los creyentes rezar e involucrarse en el debate, hablando con sus respectivos diputados.

“Olvidarse de Dios menosprecia nuestra humanidad”, expresó.