El Papa Francisco pide no olvidar a los “de abajo” a la hora de afrontar los retos de las políticas alimentarias en un mensaje con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación leído en un foro internacional que se desarrolla esta semana en Roma. 

El Pontífice señala que “las soluciones enérgicas para afrontar y resolver los problemas alimentarios de nuestro tiempo requieren que consideremos los principios de subsidiariedad y solidaridad como fundamentos de nuestros programas y proyectos de desarrollo”. 

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Esta premisa está orientada al objetivo de que “nunca se postergue la escucha real de las necesidades que vienen de abajo, de los trabajadores y los agricultores, de los pobres y hambrientos, y de los que viven con dificultades en zonas rurales aisladas”. 

Para preservar el derecho a la alimentación, el Papa Francisco también subrayó la importancia de “no olvidar la dimensión social y cultural intrínseca que tiene el acto de nutrirse”. 

En este sentido, instó a los responsables políticos y económicos a tener en cuenta “las demandas de los últimos miembros de la cadena alimentaria, como los pequeños agricultores, y de las formas sociales intermedias, como la familia, que intervienen directamente en la nutrición de las personas.

Por otro lado, el Papa Francisco señaló que “este planeta que Dios nos ha dado ha de ser un jardín abierto a la serena convivencia”. 

Este pensamiento es el que, en palabras del Pontífice, inspiró su propuesta de “considerar el paradigma de la ecología integral, para que se tuvieran en cuenta las necesidades de cada hombre y de todo hombre, para que se protegiera su dignidad en su relación con los demás y en estrecha conexión con el cuidado de la creación”.

Este planteamiento exige “que nos dejemos interpelar y conmover por la condición del otro y que la solidaridad se convierta en la principal de nuestras decisiones”, añadió. 

Antes de concluir, el Papa Francisco señaló que “la comunidad internacional contará con el aliento de la Santa Sede y de la Iglesia católica, que no dejan de brindar su tenaz contribución para que todos puedan disponer de alimentos en cantidad y calidad adecuadas para sí mismos y para sus familias, para que cada persona pueda llevar una vida digna y para que se derrote definitivamente la dolorosa lacra de la miseria y el hambre en el mundo”.