El Papa Francisco pronunció durante la Audiencia General celebrada este miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano su novena catequesis sobre el Espíritu Santo en la que recordó que “está presente y actúa en la Iglesia”.

En su alocución, el Pontífice explicó que “en los tres primeros siglos, la Iglesia no sintió la necesidad de dar una formulación explícita de su fe en el Espíritu Santo”, pero que “fue la herejía la que impulsó a la Iglesia a especificar esta fe”. 

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En ese proceso “fue la experiencia vivida por la Iglesia de la acción santificadora y divinizadora del Espíritu Santo la que la condujo a la certeza de su plena divinidad”, lo que quedó plasmado en el Concilio Ecuménico de Constantinopla del año 381 con la siguiente fórmula: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”.

El Papa Francisco destacó que “la afirmación más fuerte es que se le debe la misma gloria y adoración que al Padre y al Hijo” y que esta definición “no fue un punto de llegada, sino de partida”. 

En su intervención, el Pontífice ha dado por superada la controversia conocida como filioque sobre la procedencia del Espíritu Santo del Padre y del Hijo “que fue el motivo (o el pretexto) de muchas disputas y divisiones entre la Iglesia de Oriente y la de Occidente”. 

En este sentido, destacó que las diferencias entre la Iglesia Católica de Oriente y de Occidente por esta cuestión “ha perdido la dureza del pasado y permite esperar una plena aceptación mutua, como una de las principales ‘diferencias reconciliadas’”. 

“Superado este escollo”, dijo, “podemos valorar la prerrogativa más importante” sobre el Espíritu Santo, que es su condición de “vivificador”. Así, el Papa Francisco ha considerado que “la noticia grande y consoladora para nosotros” consiste en que “la vida que nos da el Espíritu Santo es la vida eterna”.

En consecuencia, señaló que “la fe que nos libera del horror de tener que admitir que todo termina aquí, que no hay redención para el sufrimiento y la injusticia que reinan soberanas en la tierra”. 

Por último, el Papa Francisco invitó a cultivar la fe en la tercera persona de la Santísima Trinidad “por aquellos que, a menudo sin culpa propia, se ven privados de ella y no pueden dar sentido a la vida”.