El Papa Francisco expresó su deseo de que la Cruz de Cristo guíe el camino a la unidad de los cristianos, en su meditación para la oración ecuménica con los delegados de otras iglesias y los participantes del Sínodo de la Sinodalidad.
Al iniciar el evento, el Cardenal Kurt Koch, prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, explicó que en la Plaza de los Protomártires en el Vaticano, donde se hizo la oración con la cruz de San Damián, “según una tradición inmemorable, ocurrió el martirio del Apóstol Pedro”.
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El purpurado dijo además que “estamos contentos por caminar y rezar juntos en esta jornada simbólica del 11 de octubre, que conmemora el aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II”, el 60 aniversario de la constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium y el decreto Unitatis redintegratio, sobre la unidad de los cristianos, textos de los que se leyeron algunos extractos.
La reflexión del Papa Francisco
En el texto entregado a los participantes y que el Papa Francisco no leyó, sino que fue reemplazado por un momento de silencio, el Santo Padre afirma que “el mundo necesita un testimonio común, el mundo necesita que seamos fieles a nuestra misión común”. “Queridos hermanos y hermanas, ante el Crucifijo San Francisco de Asís [la cruz de San Damián] recibió la llamada a restaurar la Iglesia”, agregó.
El Papa manifiesta su anhelo de que “la Cruz de Cristo nos guíe también a nosotros, cada día, en nuestro camino hacia la plena unidad, en armonía entre nosotros y con toda la creación”. Recuerda además que “el movimiento ecuménico nació del deseo de dar testimonio juntos, con los demás y no alejados unos de otros, o peor aún, unos contra otros”.
“En este lugar los protomártires nos recuerdan que hoy, en muchas partes del mundo, cristianos de diferentes tradiciones dan su vida juntos por la fe en Jesucristo, viviendo el ecumenismo de la sangre”, sostuvo, y agregó que “su testimonio es más fuerte que cualquier palabra, porque la unidad proviene de la Cruz del Señor”.
Tras recordar la liturgia penitencial que se realizó antes del inicio del Sínodo, que concluirá el 27 de octubre, el Papa Francisco destacó que “hoy también manifestamos nuestra vergüenza por el escándalo de la división de los cristianos, por el escándalo de no dar, unidos, testimonio del Señor Jesús”.
Luego de destacar la importancia del Papa San Juan XXIII, que convocó el Concilio Vaticano II en la década de 1960 y cuya fiesta se celebra hoy, Francisco comentó que la relación entre la unidad de los cristianos y la sinodalidad permite entender que “la unidad es una gracia, un don imprevisible. El verdadero protagonista es el Espíritu Santo, no nosotros; es Él quien nos lleva hacia una comunión mayor”.
“Como no conocemos con anticipación cuál va a ser el resultado del Sínodo, tampoco sabemos exactamente cómo será la unidad a la que estamos llamados”, continuó.
“Es un don cuyos procesos y modos no podemos predecir; debemos recibirlo ‘sin que se pongan obstáculos a los caminos de la Providencia y sin prejuicios contra los impulsos que puedan venir del Espíritu Santo’”, señaló el Papa, citando el numeral 24 de Unitatis redintegratio.
“A lo largo de este camino, ¡nunca nos dejemos paralizar por las dificultades! Tengamos confianza en el Espíritu Santo que nos impulsa hacia la unidad en una armonía de diversidad multicolor”, alentó el Papa Francisco.