Al cumplirse siete años de la insurgencia islamista que asola con “muerte y tormento” la provincia de Cabo Delgado en Mozambique, el Obispo de Pemba (Mozambique), Mons. Antonio Juliasse reflexionó sobre el conflicto que le ha costado la vida a más de 5.000 personas y ha desplazado de sus hogares a más de un millón.
“Siete años de desplazamientos; siete años de muerte; siete años viviendo con gran sufrimiento; siete años de hambre, porque no pueden cultivar sus tierras debido a la inseguridad; de enfermedad, porque no hay acceso a medicamentos o porque la clínica más cercana ha sido destruida. Siete años en los que los niños no han podido educarse como deberían”, afirmó Mons. Juliasse a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés).
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Desde Roma, el obispo recordó que la rebelión inició justo un día después de la celebración en Mozambique del Día de la Paz, el 5 de octubre de 2017. Esta fecha, asegura, resulta hoy difícil de celebrar porque en Cabo Delgado “la paz no existe”.
“Cabo Delgado forma parte de Mozambique y, por lo tanto, no hay paz en Mozambique. Para mí es duro escuchar discursos en los que se dice que tenemos paz, cuando no hay paz en todo el país. Cuando escucho esos discursos, detecto una falta de solidaridad con la gente de Cabo Delgado, como si fuera sólo su problema, y no un problema del país”, agregó.
Sin embargo, Mons. Juliasse agradece que cada vez más personas “de buena voluntad y sabiduría” están tomando conciencia de la situación en el país africano. “Se trata de gente que piensa, que se manifiesta, que aboga por el fin de la guerra y por una paz verdadera para todos los mozambiqueños”, aseguró el obispo.
La región en donde comenzó la insurgencia tiene una población mayoritariamente musulmana, a pesar de que Mozambique es un país mayoritariamente cristiano. Aunque al inicio de la rebelión los terroristas islámicos se dedicaron a atacar entes gubernamentales y a sembrar el terror indiscriminadamente, en los últimos tiempos “han perpetrado ataques selectivos contra cristianos en Cabo Delgado”, explica ACN.
“La Iglesia sigue haciendo lo que está en su naturaleza, a saber, estar al lado de la gente, ayudar a los que podemos ayudar y ofrecer la ayuda que recibimos”, expresó Mons. Juliasse. “Últimamente, las ayudas han disminuido, pero siempre hay una mano amiga”, añadió.
Por último, agradeció las labores humanitarias de la Iglesia Católica en la región, gestionada gracias a los esfuerzos de ACN, a la vez que pidió a todos los creyentes apoyar con oraciones y ayuda material a los cristianos mozambiqueños, convirtiéndose en esa mano amiga “que siempre está dispuesta a ayudarnos a salvar la vida de nuestros hermanos y hermanas”.