Un obispo en Inglaterra ofrece seis razones para decir no al suicidio asistido o la eutanasia, ante un proyecto de ley anunciado la semana pasada, que reconocería el derecho a la “muerte asistida” en el país; y alentó a los católicos a actuar “en contra de esta propuesta siniestra”.

En un mensaje a sus fieles, Mons. Philip Egan, Obispo de Portsmouth, se refirió al proyecto presentado por la diputada Kim Leadbeater, lo que hará que “en las próximas semanas, sin duda seremos sometidos a un aluvión de presiones emocionales por parte de los medios de comunicación y de los activistas en favor de la eutanasia, como Exit International, para persuadirnos de que apoyemos un cambio en la ley”.

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Según señala el Catholic Herald, esta será la primera vez que los parlamentarios tendrán libertad de voto sobre el suicidio asistido desde 2015, cuando un proyecto de ley presentado por el laborista Rob Marris fue rechazado por 330 votos contra 118.

Actualmente, la Ley de Suicidio de 1961 castiga con hasta 14 años de cárcel ayudar a un suicidio, “aunque los procesos y las sentencias de cárcel son extremadamente raros”.

Ante este panorama, el prelado ofrece seis razones para denunciar que “introducir el suicidio asistido y la eutanasia es gravemente inmoral y un peligro para nuestra sociedad”.

1. “Presión intolerable”

“La opción del suicidio asistido ejerce una presión intolerable sobre los enfermos y los ancianos, y los tienta a sentirse una carga –y una carga financiera– para sus familias y otras personas”, advierte el obispo inglés.

“El derecho a morir se convertiría inevitablemente en el deber de morir y, con el tiempo, en el derecho a hacer morir a otro”, alerta.

2. El fin de las casas para ancianos

Para el prelado, “legalizar la eutanasia y el suicidio asistido socavaría los cuidados paliativos (Gran Bretaña es líder mundial en este ámbito) y la labor de las residencias de ancianos. Significaría el fin de las casas para ancianos tal como las conocemos, ya que sería más barato y menos problemático matar a alguien que cuidarlo”.

“Cuidar a los moribundos, ocuparse de ellos, es la verdadera ‘dignidad en la muerte’, no una inyección letal”, agrega.

3. Médicos cómplices

Mons. Egan indica además que “el suicidio asistido plantea una exigencia inaceptable e inmoral al personal médico, a los médicos y a las enfermeras. Los convertiría en cómplices de un asesinato y socavaría la confianza que normalmente tendríamos en ellos”.

4. Una ley así empeoraría todo

El obispo refiere además que “una vez aprobada la legislación, como si fuera una línea en la arena, seguirá avanzando lentamente, ampliándose para abarcar cada vez más categorías según el punto de vista de alguien más”.

“Este hecho se demuestra en todos los demás países que han legalizado el suicidio asistido y la eutanasia. En Canadá, el 5% de las muertes se producen actualmente por inyección letal”.

5. Grave ofensa contra Dios

“El suicidio es una grave ofensa contra Dios, contra el prójimo y contra uno mismo”, precisa Mons. Egan destacando que el hombre no puede disponer de la vida, debe respetar al otro y tiene el deber de “preservar y perpetuar su vida”.

6. El suicidio es un pecado mortal

“El suicidio no sólo es un pecado grave, sino que, si se elige libre, consciente y deliberadamente, como en el caso del suicidio asistido, es un pecado mortal. Ayudar voluntariamente a alguien a quitarse la vida de esta manera también es un pecado mortal”, explica el prelado inglés.

Y cuestiona: “¿Cómo sería posible ofrecer los últimos sacramentos? ¿Y qué justificación presentará la persona cuando se presente ante el Señor para dar cuenta de su vida y de su muerte?”.

El numeral 2277 del Catecismo de la Iglesia Católica explica que la eutanasia “es moralmente inaceptable” sin importar “los motivos y los medios para su aplicación”, y precisa que “constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador”.

“El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre”, añade el texto.

Un llamado a la acción

“Como católicos, debemos movilizarnos. Creemos en la vida asistida, no en la muerte asistida. Invertir en cuidados paliativos es una mejor manera de apoyar a las personas que sufren al final de la vida”, alienta el obispo.

“No se dejen seducir por los discursos emocionales con los que nos bombardearán los medios de comunicación. Corríjanlos cuando utilicen el doble lenguaje de la ‘muerte asistida’: llámenlo por su nombre: ‘suicidio asistido’".

“Hablen en contra de esta siniestra propuesta. Y recen fervientemente para que nuestros legisladores y nuestra sociedad tengan sentido común, porque una vez que se cruce esta línea, nuestra sociedad nunca volverá a ser la misma”.