El Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo hace balance de su primer año como colaborador del Papa Francisco en el gobierno de la Iglesia: “Ha sido un año vertiginoso”, resume al semanario Alfa y Omega, propiedad de su archidiócesis.

“Ha sido un año vertiginoso. Primero, he tenido que digerirlo; segundo, enterarme de cada una de las tareas y, tercero, desarrollar el trabajo como si fuera de toda la vida, sin tiempo de introducción”, explica quien fuera designado arzobispo y cardenal de la Iglesia Católica con apenas unas horas de diferencia

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En efecto, el 8 de julio de 2023 conoció que sucedería al Cardenal Carlos Osoro, con quien había colaborado como obispo auxiliar en la Archidiócesis de Madrid. Al día siguiente, su nombre estaba entre los elegidos por el Papa Francisco para recibir la birreta cardenalicia, lo que sucedió el 30 de septiembre del pasado año.

En este tiempo, su mayor dedicación en el Vaticano está relacionada con el Dicasterio para los Obispos, que consiste “en hablar con mucha gente, leer informes e ir a Roma con cierta asiduidad para tener las reuniones donde se presentan al Papa las ternas —que luego él acogerá o no— y así elegir a los obispos de todo el mundo, no solo los españoles”.

También está involucrado en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que supone “una preocupación y la colaboración en la resolución de conflictos y el asesoramiento”.

A esto hay que sumar las tareas relacionadas con las Iglesias orientales y, desde el pasado mes de febrero, un encargo especial del Papa Francisco sobre los seminarios.

“Me encargó coordinar un grupo para revisar e impulsar la ratio de los seminarios para presentar propuestas concretas a la asamblea sinodal e ir recogiendo propuestas de cara al futuro que hagan funcionar o disparen todo el potencial sinodal que tiene la ratio en los distintos países y conferencias episcopales”, detalla.

Elección de obispos en clave sinodal

Abundando en su tarea en el Dicasterio para los Obispos, el Cardenal Cobo explica que “hay una implementación que ha hecho el Papa y es muy interesante: la participación, o lo que es lo mismo, la sinodalidad en los procesos de elección”, lo que implica que “los informes son más amplios y cada vez se solicitan de gente más variada: obispos, sacerdotes, laicos y laicas”.

Preguntado por su adaptación a la burocracia vaticana, el Arzobispo de Madrid confiesa que “necesitaría toda una vida para comprenderlo bien, máxime cuando no resido allí”. Sin embargo, esta experiencia romana le ayuda también en el gobierno de la archidiócesis madrileña.

“Cuando se plantean cuestiones similares en la Santa Sede, donde llevan años trabajándolas, me dan luz para provocar en Madrid diferentes reflexiones, que la gente pueda absorber el aprendizaje que me traigo desde el Vaticano y lo podamos implementar”, detalla el purpurado.

De su labor como pastor del pueblo de Dios que peregrina en Madrid, expone que intenta “más que dar soluciones, crear grupos de trabajo que piensen en conjunto y que las soluciones se den entre todos”. 

En ese sentido, destaca la puesta en marcha de un nuevo Consejo Mixto que reúna a miembros del Consejo Episcopal y del Consejo Pastoral, los vicarios territoriales y delegados episcopales de diferentes áreas entre los que se encuentran laicos.