Un grupo de estudio establecido por el Papa Francisco para desarrollar una forma sinodal de discernir la enseñanza de la Iglesia Católica sobre los llamados temas controvertidos, incluyendo la moralidad sexual y los asuntos sobre la vida, ha propuesto lo que llama un “nuevo paradigma” que está cargado de ética situacional pero minimiza los absolutos morales y la enseñanza establecida de la Iglesia.

El grupo, que es uno de los 10 grupos de estudio que el Papa creó en febrero para proporcionar un “"análisis en profundidad” de los “asuntos de gran relevancia” que habían surgido durante la sesión del Sínodo de la Sinodalidad de 2023, presentó sus hallazgos a la asamblea sinodal el 2 de octubre, el primer día de su sesión de 2024. Un texto de la presentación fue compartido con la prensa.

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El grupo habló de discernir la doctrina, la ética y los enfoques pastorales mediante la medición de la experiencia vivida de las personas a través de consultas con el Pueblo de Dios y la respuesta a los cambios culturales. El grupo presentó estas fuentes como lugares donde el Espíritu Santo habla de una manera que puede anular y aparentemente contradecir lo que la Iglesia ya ha enseñado con autoridad.

El grupo, entre cuyos siete miembros se encuentra un controvertido teólogo conocido por cuestionar la existencia de absolutos morales, describió este enfoque como parte de una “conversión del pensamiento o reforma de las prácticas en fidelidad contextual al Evangelio de Jesús, que es ‘el mismo ayer, hoy y siempre’, pero cuya ‘riqueza y belleza son inagotables’”.

“Éticamente hablando, no se trata de aplicar la verdad objetiva pre-empaquetada a las diferentes situaciones subjetivas, como si fueran meros casos particulares de una ley inmutable y universal”, dijo el informe de estado del grupo ante la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad ayer. “Los criterios de discernimiento nacen de la escucha de la donación [viva] de la Revelación en Jesús en el hoy del Espíritu”.

En un posible contraste con el informe del grupo, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que los “modos distintos de transmisión” fundamentales de la revelación de Cristo son la Escritura y la Tradición y que la interpretación autorizada de estas fuentes “ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia”. La revelación cristiana incluye también preceptos morales absolutos y universalmente aplicables, que no parecen estar sujetos a cambios basados en la experiencia subjetiva o en la consulta generalizada. El grupo de estudio tiene la intención de ofrecer “pautas concretas para el discernimiento” basado en su nuevo paradigma a dos conjuntos de temas: la paz global y la corresponsabilidad; y “el sentido de la sexualidad, el matrimonio, la generación de hijos y la promoción y cuidado de la vida”.

Al igual que los otros nueve grupos de estudio sinodales establecidos por el Papa Francisco, el grupo centrado en el discernimiento de temas controvertidos tiene un mandato que se extiende hasta junio de 2025, mucho más allá de la conclusión del Sínodo de la Sinodalidad, el 27 de octubre de 2024. No está claro qué estatus tendrá el eventual informe del grupo de estudio.

En una conferencia de prensa el 3 de octubre, el secretario especial del Sínodo, el sacerdote jesuita Giacomo Costa, dijo que otros podrían presentar propuestas para ser consideradas por los grupos de estudio y que los grupos de estudio no deben ser considerados como “cerrados”. El secretario general del Sínodo de los Obispos, el Cardenal Mario Grech, será responsable de garantizar que los grupos de estudio se desarrollen “según el método sinodal”, dijeron los organizadores.

“Les invito a no pensar que estos grupos están separados de la vida de la Iglesia, sino que son verdaderos laboratorios de vida sinodal”, dijo el P. Costa. “Talleres, de verdad”.

De acuerdo con el texto de la presentación del grupo de estudio, el grupo enfatizó la necesidad de desarrollar una antropología y una “ética histórico-cultural” que estén en armonía con el “kerigma y sus implicaciones esenciales” y también con “lo nuevo que se revela en la realidad”.

El grupo vinculó el discernimiento de estos “estados emergentes” con la discusión del Sínodo de la Sinodalidad sobre la participación de los no obispos en los procesos de toma de decisiones de la Iglesia.

Al mismo tiempo, el paradigma propuesto por el grupo de estudio disminuyó repetidamente la relevancia de los pronunciamientos establecidos de la Iglesia, subrayando la necesidad de ir más allá de “proclamar y aplicar principios doctrinales abstractos” para “estar abiertos a los impulsos siempre nuevos del Espíritu Santo”.

“Sólo una tensión vital, fructífera y recíproca entre la doctrina y la práctica encarna la Tradición viva y es capaz de contrarrestar la tentación de confiar en la esterilidad de los pronunciamientos verbales”, dice el texto del informe del grupo.

En varios puntos, la presentación del grupo caracteriza la verdad moral como subordinada a la salvación humana, en lugar de ser una parte integral de ella. La implicación es que la enseñanza sobre un asunto moral debe cambiar si se experimenta como una barrera para la membresía de alguien en la Iglesia.

El texto de presentación no menciona la relevancia de los absolutos morales en el discernimiento de las cuestiones éticas, doctrinales y pastorales. En la encíclica Veritatis Splendor (El esplendor de la verdad) de 1993, San Juan Pablo II enseñó que, contrariamente al relativismo moral, las verdades morales absolutas existen, están enraizadas en la naturaleza humana y, por lo tanto, son universalmente aplicables, y son accesibles a la razón humana.

Anteriormente, los observadores del Sínodo de la Sinodalidad han expresado su preocupación de que su base teológica dependa demasiado del pensamiento del P. Karl Rahner (1904-1984), un controvertido teólogo jesuita que minimizó la capacidad de las formulaciones doctrinales para referirse de manera confiable a realidades sobrenaturales y enfatizó la revelación continua de Dios a través de la experiencia personal de los creyentes.

Entre los miembros del grupo de estudio se encuentra el P. Maurizio Chiodi, un teólogo moral que ha sido criticado en los últimos años por desafiar las enseñanzas establecidas de la Iglesia y negar los absolutos morales.

El P. Chiodi ha argumentado que el uso de anticonceptivos en el matrimonio podría ser moralmente permisible en algunas circunstancias y dijo en 2017 que las relaciones homosexuales “bajo ciertas condiciones” podrían ser “la forma más fructífera” para que las personas con atracción hacia el mismo sexo “disfruten de buenas relaciones”.

El sacerdote italiano, que es profesor en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para el Matrimonio y las Ciencias de la Familia y miembro de la Pontificia Academia para la Vida, fue nombrado recientemente consultor del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) por el Papa Francisco.

El sacerdote jesuita Carlo Casalone, teólogo moral de la Universidad Gregoriana y nombrado por Francisco para la Pontificia Academia para la Vida, también es miembro del grupo de estudio. Causó polémica en 2022 al apoyar la legislación para legalizar el suicidio asistido en Italia.

Los otros miembros del grupo incluyen al Arzobispo de Lima (Perú), Mons. Carlos Catillo, también miembro de la Pontificia Academia para la Vida; el arzobispo Filippo Iannone, Italia, presidente del Dicasterio para los Textos Legislativos; el sacerdote italiano Piero Coda, profesor de teología dogmática en la Universidad Sophia de Loppiano (Italia) y secretario general de la Comisión Teológica Internacional (ITC, por sus siglas en inglés); la Hermana de San Andrés Josée Nagalula, de la República Democrática del Congo, profesora de teología dogmática en la Universidad Católica del Congo en Kinshasa y miembro de la ITC; y Stella Morra, de Italia, teóloga fundamental de la Universidad Gregoriana y consultora del DDF.

Como un modelo bíblico del “cambio de paradigma que está siendo propagado por el proceso sinodal”, el grupo seleccionó el relato de Hechos 15 sobre el Concilio de Jerusalén, que resultó en que la Iglesia ya no requiriera la circuncisión. El grupo de estudio dijo que este evento puso de relieve “la prohibición de obstaculizar la voluntad salvífica universal de Dios con cualquier cosa que ya no tenga ningún significado eficaz”.

El grupo reconoció las dificultades potenciales en la aplicación de su marco, incluyendo “la escasez de vocabulario y conceptos necesarios, y la falta de familiaridad con ellos” y las “resistencias paradigmáticas implícitas”, pero no obstante expresó su confianza en que podría desarrollar su paradigma propuesto más plenamente.

Estamos “llamados a una conversión completa y desafiante; una conversión que se concreta en la forma en que presentamos y traducimos la verdad del Evangelio”, dijo el grupo en su presentación, “tal como se manifiesta y se practica en el ágape de Dios en Cristo”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.