Con el lema “La dignidad humana y el desarrollo integral”, Buenos Aires (Argentina) acogió la celebración de la Semana Social, organizada por la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

La Semana Social se desarrolló los días 1 y 2 de octubre, con distintos paneles de expositores que ahondaron sobre temáticas que afectan a la sociedad actual en Argentina.

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En la apertura del encuentro, el Administrador Apostólico de Mar del Plata, Mons. Ernesto Giobando, agradeció la instancia de diálogo y búsqueda de soluciones ante el “momento difícil” que atraviesa el país, por cuestiones económicas, sociales y la falta de empleo.

En Mar del Plata, observó el prelado, hay “una voluntad constante de diálogo y acercamiento de todos los sectores para ayudar a que la ciudad pueda ser un lugar lleno de oportunidades para todos sus habitantes".

Por su parte, el Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge Ignacio García Cuerva, reflexionó sobre el Evangelio del día, con un llamado a construir una Argentina más unida para “ayudarnos entre todos a salir adelante, sin agredirnos, sin esa grieta tan famosa que, más que grieta es una herida; pero una herida que trae esperanza de que algún día cicatrice”.

El prelado alentó a ser forjadores del diálogo y la tolerancia, y buscar soluciones, no culpables, sobre todo ante la realidad del 52,9% de argentinos que sufren la pobreza, según los datos del primer semestre de 2024.

Mons. Jorge Lugones, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, como anfitrión del evento, agradeció a los presentes y encomendó la Semana Social a la protección de la Virgen María.

A lo largo de ambas jornadas se desarrollaron paneles como “La dignidad humana en contexto normativo actual”, “La pobreza estructural: causas y consecuencias”, y “La educación como clave para la igualdad de oportunidades”.

Por la tarde, Mons. Lugones ofreció la conferencia “La dignidad humana y el desarrollo integral”. En ese marco, abordó el vínculo entre ambos, enfatizando que “la dignidad humana es un valor evangélico”, por tanto debe ser protegida a nivel individual y social.

El prelado diferenció cuatro aspectos de la dignidad: ontológica, moral, social y existencial; y consideró indispensable abordar los problemas sociales que limitan la dignidad de las personas.

En ese sentido, llamó a ejercer una economía con rostro humano, centrada en la dignidad de la persona y no en la especulación financiera o la rentabilidad sectorial, y citando al Papa Francisco, señaló que “la inequidad es la raíz de los males sociales”.

Por eso, para alcanzar la paz social, convocó a generar equidad distributiva: “Es imprescindible que el crecimiento económico esté al servicio del desarrollo humano”, insistió, valorando el papel de los movimientos populares para frenar la criminalidad, la exclusión social y el narcotráfico en zonas vulnerables.

“Sin amor no somos nada”, concluyó Mons. Lugones, instando a la sociedad a un compromiso ético y espiritual en la lucha por la dignidad humana.

En el mensaje final de la Semana Social 2024, la Comisión Episcopal de Pastoral Social ubicó el diálogo en el contexto de crisis económica marcada por la alta inflación y el desempleo, advirtiendo la necesidad de una sociedad justa, que respete la dignidad de sus habitantes.

En ese marco, destacó la responsabilidad de la Iglesia Católica como “voz profética” para denunciar situaciones como la pobreza, exclusión y explotación.

Asimismo, consideró que el trabajo digno debe ser el eje central de un modelo económico que priorice la producción y el bien común por encima de la especulación y la rentabilidad sectorial. “Una sociedad justa es aquella que respeta y promueve la dignidad de todas las personas”, afirmó.

Finalmente, la comisión hizo un llamado al diálogo social para superar divisiones y construir políticas a largo plazo, reconociendo que el entramado social está dividido. “Debemos recuperar el sentido de comunidad, superando los individualismos”, instaron, para lograr un futuro más equitativo y humano.