Los obispos mexicanos han expresado su solidaridad con quienes “sufren las consecuencias” de los huracanes que han azotado el país esta semana, afirmando que “nuestros corazones se unen en oración”, especialmente por aquellos que “han perdido sus hogares, sus medios de subsistencia o, lo más doloroso, a sus seres queridos”.

El huracán John tocó tierra el lunes, impactando principalmente el suroeste de México. Las intensas lluvias provocaron deslaves, resultando en la muerte oficial de al menos ocho personas en Guerrero. En Oaxaca, tres personas, incluido un niño de cinco años, se ahogaron tras ser arrastrados por los ríos desbordados.

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La situación se complicó cuando John volvió a tocar tierra la madrugada del viernes. El Servicio Meteorológico Nacional de México advirtió a la población de los estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima y Jalisco sobre el riesgo de deslaves e inundaciones, instando a la población a extremar precauciones.

En paralelo, el huracán Helen se desplaza por el golfo de México hacia la península de Florida, EEUU, generando lluvias puntuales fuertes en Campeche, Quintana Roo y Yucatán.

Particularmente vulnerable es el estado de Guerrero, que ya había sido golpeado por el huracán Otis, que tocó tierra el 25 de octubre de 2023 con categoría 5 y vientos de hasta 330 kilómetros por hora. Según el gobierno mexicano, al menos 273.844 viviendas y cientos de negocios resultaron afectados, y el desastre cobró la vida de 52 personas.

A través de un comunicado emitido el 27 de septiembre, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) informó que las diócesis más afectadas hasta el momento son Acapulco, Puerto Escondido, Lázaro Cárdenas y áreas aledañas.

Ante esta situación, el episcopado hizo un llamado a todos los fieles a unirse en una Jornada de Oración por aquellos que “enfrentan estas dificultades”, asegurando que las plegarias son “un bálsamo de esperanza y fortaleza para quienes más lo necesitan”.

Asimismo, se exhortó a la comunidad religiosa a “movilizar sus recursos y esfuerzos”  para brindar ayuda a las comunidades afectadas. 

“La caridad cristiana nos llama a ser las manos y los pies de Cristo en la tierra, llevando consuelo y asistencia a quienes sufren”, señalaron los obispos, confiando en que “con la gracia de Dios y el espíritu solidario que caracteriza a nuestro país, superaremos juntos esta adversidad”.