El sacerdote André Poré es párroco de Santa Teresa del Niño Jesús en Burkina Faso, que ha recibido a 2.000 personas, entre católicos y musulmanes, del departamento de Rollo, desplazadas por el terrorismo islámico desde el 8 de mayo de 2023. 

“Cuando llegan, los extremistas matan a toda la población o, después de asesinar a varias personas al azar para demostrar que van en serio, obligan a la gente a abandonar sus casas antes de que anochezca”, expresó el P. Poré a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés).

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Precisamente en Rollo, los terroristas quemaron y saquearon todo. No conforme con eso, asesinaron luego a los católicos que huían a pie por las carreteras. Los que sobrevivieron debieron recorrer alrededor de 40 kilómetros hasta la parroquia del P. Poré, ubicada en Kongoussi.

El sacerdote explicó que los terroristas islámicos “minan las casas y las carreteras cercanas” cuando toman un pueblo. Entre los 2.000 desplazados del año pasado se contaba el P. Étienne Sawadogo, párroco en Rollo, quien detalló los sufrimientos que atravesaron durante el trayecto:

“Una mina explotó esa misma noche, matando parte del ganado que habían traído sólo unos segundos después de que pasaran por allí los hombres, los carros, las mujeres y los niños… Toda esa gente podría haber muerto, pero la mano de Dios los protegió”, afirmó.

Los católicos, prosigue el P. Poré, llegaron a su parroquia de madrugada y de manera inesperada. Todos estaban agotados, traumatizados y con las manos vacías.

Afortunadamente, todos en Kongoussi les acogieron con caridad, proporcionándoles comida y ropa, con la parroquia de Santa Teresa del Niño Jesús a la cabeza.

“Ser un desplazado es terrible, es como el Éxodo: se ven obligados a abandonar los campos que cultivan para vivir en una pobreza extrema”, aseguró el sacerdote.

¿Cuál es la situación actual de los desplazados?

Tal y como comenta el P. Poré, los católicos víctimas del terrorismo viven en tiendas muy precarias, que terminan afectando la salud de niños y ancianos. 

“De marzo a mayo, las temperaturas pueden alcanzar allí los 45 grados. Desde principios de año, ya hemos registrado 400 muertes entre los desplazados, y la mayoría son víctimas de las condiciones insalubres. Hacemos lo que podemos para ayudar, pero carecemos de recursos para todos”, compartió el sacerdote.

La crisis ha dificultado la capacidad de los desplazados para ganarse la vida hasta tal punto que las mujeres recogen arena al borde de los caminos para vendérsela a los camiones que transportan materiales de construcción. Otras venden donas, con lo que ganan tan sólo entre 1 y 1,50 euros al día. 

“Con marido y tres hijos, eso apenas alcanza para una sola comida, pues en la ciudad todo se ha encarecido mucho”, precisó el P. Poré.

Para el sacerdote, la labor más importante que debe realizar la Iglesia —más allá de las necesidades materiales— es ayudar a las víctimas a superar los traumas. 

Gracias a ACN un sacerdote de su diócesis se ha formado en Kenia para ayudar a los más vulnerables. “El apoyo espiritual también es crucial para evitar el desánimo, pues queremos vivir esta prueba con fe y esperanza”, indicó.

Por último, el P. Poré señaló que a pesar de la complicada situación, las relaciones entre musulmanes y cristianos en el país se ha fortalecido: 

“Estamos unidos, y actualmente celebramos muchos más encuentros interreligiosos. A la hora de distribuir ayuda entre los desplazados, la parroquia no hace distinciones entre los grupos religiosos, y eso ha impresionado a los musulmanes y ha reforzado nuestros lazos”, concluyó.