En el marco de la reciente visita del Papa Francisco a Timor Oriental, una religiosa de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús compartió con Vatican News lo que implica su misión en el país asiático, algo que la llevó a irse lejos de su hogar y alejarse de sus seres queridos para entregarse por completo al servicio de los demás.
La Hna. Isabel Santamaría Benito soñaba con ser misionera desde su adolescencia. Su sueño se haría realidad en 2019, cuando su congregación decidió asentarse en Timor Oriental. Allí inauguraron un centro para atender especialmente a personas con discapacidad mental.
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“Siempre tuve el deseo de estar cerca de otras culturas, de otras personas, a las que dar un poco más de mí a través de mi pobreza y, al mismo tiempo, recibir más de los demás, no para acumular riquezas externas, sino para enriquecer el espíritu y liberarme interiormente”, recuerda la Hna. Isabel.
Siendo una de las primeras religiosas, junto a otras dos hermanas enviadas al lugar, se pusieron manos a la obra y establecieron su comunidad, adentrándose en las calles para conocer a sus nuevos vecinos y, especialmente, las necesidades más urgentes de cada uno de ellos.
Pasarían cuatro años desde su llegada para que las religiosas consiguieran abrir el centro de salud mental San Benito Menni. Allí logran “dar apoyo al diagnóstico precoz, realizar consultas de detección y tratamiento, hacer seguimiento a los pacientes diagnosticados, reducir el estigma familiar asociado a las enfermedades mentales y formar nuevos profesionales”, según explica Vatican News.
“Lo vemos en los rostros de muchos pacientes. Cuando nos ponemos a su lado y les abrazamos, estamos confirmando a sus familiares y vecinos que sus vidas, a pesar del trastorno que les ha afectado, siguen teniendo el mismo valor y dignidad”, asegura la religiosa, al ponderar su actividad apostólica en Timor Oriental.
La Hna. Isabel explica que los beneficios que reciben los pacientes se traducen a su vez en mejor calidad de vida para sus familias, que se implican más en sus tratamientos, lo cual, asegura, es crucial para su recuperación.
“Queremos creer que los retos son típicos de la misión y que la mayoría de ellos no son insuperables. Sin duda, Dios no nos deja solos. Está ahí cuando salimos, está ahí cuando nos detenemos y reflexionamos... ¡Siempre está ahí!”, aseguró la religiosa.
Es precisamente esta entrega que tienen las Hermanas Hospitalarias por los necesitados la que el Papa Francisco destacó en su homilía, durante la Misa en la explanada de Tasitolu de Timor Oriental, el pasado 10 de septiembre:
“Por eso, queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedo de hacernos pequeños ante Dios y los unos frente a los otros; de perder nuestra vida, de dar nuestro tiempo, de reexaminar nuestros programas renunciando a lo que fuere necesario para que un hermano o hermana mejore y sea feliz”, manifestó el Papa ese día.