“Es una aventura de inmensas cooperaciones, de enormes colaboraciones”, expresó Mons. Laurent Ulrich, Arzobispo de París (Francia), quien guió a un equipo de Vatican News a través de los trabajos de reconstrucción y recuperación de la famosa Catedral de Notre-Dame, severamente afectada por un incendio el 15 de abril de 2019.

Hace 5 años, según comenta Vatican News, “probablemente fue un cortocircuito en la estructura del techo lo que ocasionó el gigantesco incendio” que comprometió la estabilidad del edificio entero. Después del desastre, la solidaridad internacional no se hizo esperar: alrededor de 340.000 donantes de 150 países recolectaron 846 millones de euros para reconstruir la catedral.

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El gobierno francés prometió entonces reinaugurarla 5 años después. El ofrecimiento se cumplirá el 7 de diciembre, en la víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, cuando Notre-Dame abra sus puertas para recibir otra vez a los fieles de todo el mundo.

Según Jean Charles Putzolu, enviado especial de Vatican News a París, el proceso de reconstrucción ha sido “una aventura humana, pero también tecnológica”.

Una aventura que, según Phillipe Jost, presidente de la institución pública Reconstruir Notre-Dame, ha sido todo un desafío para todos los actores involucrados, desde el ejecutivo francés hasta la mano de obra encargada de ejecutar las labores. “Es una increíble aventura humana que pone en movimiento una aventura colectiva, un equipo y sus habilidades”, dijo Jost.

Mons. Ulrich invitó “a la esperanza de aquello que vendrá” a todos los involucrados en los trabajos de recuperación y a toda la feligresía parisina en general. Asimismo, remarcó que la catedral con la que se encontrarán los creyentes en diciembre “será muy diferente a la que dejaron el 14 de abril de 2019”.

Notre-Dame, continuó el arzobispo, presentará colores que hasta ahora no habían sido vistos por los parisinos, acostumbrados a una “catedral negra” por los residuos y el paso del tiempo, que han sido eliminados con la limpieza a la que se sometió el edificio.

Además, agradeció a los trabajadores que han hecho posible la recuperación de tan importante obra para todos los cristianos. “No se olviden que aquí hay un don de Dios y un don para Dios”, les comentó Mons. Ulrich. También les pidió no vanagloriarse por el trabajo realizado, sino simplemente estar agradecidos.

La reconstrucción de Notre-Dame como un acto de resiliencia de fe

El Arzobispo de París no dudó en calificar a los trabajos de reconstrucción como “un acto de fe” que, a pesar de todas las dificultades y de la desazón que se pudo sentir en 2019 al ver la catedral destruida por las llamas, permitió sobreponerse y lograr su recuperación en muy poco tiempo.

“Estamos en un momento de la historia de Francia en que es más difícil manifestarse en nombre de la fe cristiana. Es cierto, pero al mismo tiempo, mirando muchos siglos, vemos que hay una verdadera búsqueda espiritual en el corazón de los franceses”, indicó Mons. Ulrich al ser cuestionado sobre la pertinencia de unas labores de recuperación tan apresuradas en medio de una sociedad que no practica asiduamente la fe.

Sin embargo, considera que la fe en el país aumentará de nuevo progresivamente, como signo de “que la satisfacción material no basta” y de la necesidad natural del hombre de aferrarse a algo mayor que le dé sentido a su vida. 

Más de dos mil obreros trabajaron todos los días durante cinco años para rehabilitar la catedral. Unos de los tesoros más importantes que resguarda es la corona de espinas que pusieron a Jesús durante su Pasión y Muerte, a la que se le construirá un nuevo relicario para ser exhibida al público.

El pasado 16 de septiembre, el Papa Francisco descartó definitivamente la posibilidad de visitar Francia para la reapertura de la catedral. 

Por su parte Mons. Ulrich señaló que los días de la reapertura “serán jornadas de gran alegría, pero también de gran sencillez y de gran recogimiento”.

“Esta alegría no ha de ser como el gozo de una fiesta pagana, de fiesta con excesos. Debe ser simplemente el gozo de toda una ciudad que encuentra aquí su corazón y que sabe que Notre-Dame es el lugar en que cada uno puede venir a reencontrarse, cada uno puede venir a recogerse, a encontrar la fuerza para su vida”, concluyó el arzobispo.